Investigación de la Biblia 1. Métodos clásicos

Continúa el Sínodo sobre la Palabra y eso me da ocasión para hablar del estudio de la Biblia. La semana pasada he puesto de relieve el valor de las traducciones antiguas de la Biblia al castellano. En los siglos XVI y XVI había en España grandes estudiosos de la Biblia. Aquella tradición se perdió en gran parte, pero ha vuelto en el siglo XX, de manera que se han dado grandes exegetas hispanos, que han venido realizando un fecundo trabajo de crítica textual, utilizando el método histórico-crítico. En ese contexto, he querido ofrecer una visión general de las investigaciones y estudios bíblicos, que se están produciendo en estos últimos años, desde una perspectiva básicamente hispana. Hoy sitúo los métodos más clásicos. Mañana ofreceré algunos de tipo más "moderno".

Introducción. Lectura crítica de la Biblia.

La palabra «crítica», del griego krinein, juzgar, toma actualmente el significado general de investigación, estudio científico, y, en ese sentido, se distingue de los métodos exegéticos antiguos, más vinculados a un tipo de estudio asociativo y alegórico de los textos, tal como aparece en la exégesis rabínica y en la aplicación cristiana de los → sentidos de la Biblia. Estrictamente hablando, la crítica bíblica se ha desarrollado en Europa y en el mundo occidental a partir de la aplicación de las diversas ciencias al estudio de los libros sagrados, sobre todo desde la Ilustración. Siguiendo los modelos de las tres críticas de Kant (sobre el pensamiento puro, sobre la actividad práctica y sobre la estética), los investigadores han querido penetrar en los textos bíblicos, para discernir y valorar su contenido histórico y práctico, utilizando para ello los diversos métodos y forma de la ciencia y del razonamiento humano.

En esa línea, hablamos de un estudio histórico-literario de la Biblia. Este tipo de estudio se ha desarrollado fundamental¬mente a lo largo del siglo XIX, aplicándose de un modo especial al Pentateuco (donde ha puesto de relieve la posible existencia de estratos o documentos previos: J, E, D, P) y a los evangelios (donde ha formulado algunas hipótesis muy significativas sobre la relación entre los sinópticos). En esta línea de investigación han venido dominando unos supuestos históricos de tipo evolutivo (lo más complicado proviene de lo más simple) y de carácter literario (se ha supuesto que la Biblia ha surgido a través de un despliegue y desarrollo de textos, que se han ido juntando y desarrollando).

Si tomamos como ejemplo los evangelios, este tipo de crítica suele entender la formación de los textos actuales como sigue: al comienzo había pequeñas unidades (breves sentencias y relatos cortos, desliga¬dos entre sí) que, a través de fusiones y reforzamientos sucesivos, han ido convirtiéndose en conjuntos literarios o temáticos más amplios y complejos. Partiendo de ese presupuesto y aplicando unos métodos de análisis muy finos, los críticos de esta escuela histórico-literaria fijaron con bastante nitidez los momentos de la génesis y evolución eclesial de las diversas tradicio¬nes de Je¬sús, atreviéndose a delimitar las unidades subya¬centes en el fondo de los textos actuales. Algunas de las viejas formas de entender ese proceso de avance evangélico ya han sido superadas¬. Sin embargo, muchos elementos del método se emplean todavía y nos parecen confirma¬dos, como aspectos de un primer acercamiento científic¬o al estudio de los textos, distinguiendo matices y momentos en su crecimiento.

Teniendo en cuenta los aspectos anteriores, los críticos han fijado los rasgos y la importancia creadora de la primera comunidad judeo-palesti¬na, de las comunidades judeo-helenistas y de la iglesia posterior de tipo pagano-helenista, en un proceso que ocupa los cien primeros años de la historia cristiana. Si¬tuados dentro de ese gran proceso de la iglesia, los evangel¬ios conservan elemen¬tos que han sido precisados en diversos tiempos y lugares, ofrecien¬do así maneras diferentes de entender al Cristo. Dando un paso más, con la ayuda de este método ha sido posible distinguir, al menos hipotéticamente, diversos documentos escritos, es decir, uno textos antiguos que se encuentran asumidos y reelabora¬dos por nuestros evangelios actuales: la primera redacción de Mt, un posible Proto-Mc, el Q o la fuente de los logia de Jesús... Un análisis de este tipo sigue siendo primordial en nuestro estudio de los evangelios, tanto en perspectiva histórica (etapas de desplie¬gue de los textos actuales) como en perspectiva literaria (fijación y distin¬ción de documentos previos). Algo semejante sucede en el estudio de las tradiciones y posibles documentos (J, E, D, P) que se pueden encontrar en el fondo del Pentateuco, aunque en este campo no se ha logrado todavía un consenso general entre los investigadores: algunos defienden la existencia de documentos antiguos (el J o Yahvista sería del siglo IX a. C.); otros, en cambio, afirman que no se puede hablar de documentos, sino de tradiciones (sobre todo la deuteronomista y la sacerdotal) que han sido fijadas en tiempos relativamente tardíos.

(cf. L. ALONSO SCHÖKEL, La palabra inspirada. La Biblia a la luz de la ciencia del lenguaje, Cristiandad, Madrid 1985; A. ARTOLA, De la revelación a la inspiración, Monografías, Verbo Divino, Estella 1983; J P. GRELOT, La Biblia, palabra de Dios, Herder, Barcelona 1968; V. MANNUCCI, La Biblia como palabra de Dios, Desclée de Brouwer, Bilbao 1985; J. TREBOLLE, La Biblia judía y la Biblia cristiana. Introducción a la historia de la Biblia, Trotta, Madrid 1998).



Algunos temas concretos. Entre la especialización y la inmunización

Nos hallamos, por un lado, ante el riesgo de la especialización: son tan puntuales y concretos muchos de los temas estudiados, son tan crípticos los modelos de cierta exégesis científica, que algunos teólogos están sintiendo la tentación de dejarla a un lado para volver a una lectura sólo sapiencial y a veces fundamentalista de los textos.

Por otra parte estamos ante el riesgo de la inmunización: algunos exegetas parecen separarse del mundo de la vida (la vida eclesial, el pensamiento filosófico, el diálogo interdisciplinar... ) y sólo se sienten seguros y dicen su palabra en su pequeño espacio de investigación técnica. Puede estar surgiendo una ética de dos verdades: una cosa es lo que dicen los exegetas en sus círculos especializados y otra lo que se proclama y defiende en los grandes grupos sociales o, al menos, en la doctrina oficial de las iglesias.
A pesar de ello, la exégesis se encuentra llena de creatividad y vida. Ciertamente, estamos en medio de una crisis, pero es crisis de creatividad: muchos exegetas están poniendo en duda los grandes modelos diacrónicos de la investigación, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, pero se siguen realizando, como veremos, buenos trabajos de tipo clásico y, al mismo tiempo, están apareciendo estudios nuevos, con nuevos métodos de investigación. Así lo indicaremos, resaltando la aportación hispana:

1. Introducciones. Textos.

Es significativa la Introducción al estudio de la Biblia, dirigida por J. Manuel Sánchez Caro, en 10 volúmenes, con anejos (o Instrumentos de Trabajo). Se trata de un Manual donde se abordan las cuestiones preparatorias y se estudian los grandes núcleos y libros de la Escritura judía y cristiana. Los criterios varían, según los autores, pero en general todos los libros mantienen un tono escolar y elevado, lleno de equilibrado, vinculando los aspectos literarios, teológicos y pastorales.
En la misma línea introductoria, cf. J. Trebolle, La Biblia judía y la Biblia cristiana, Trotta, Madrid 31998, que analiza la formación, contenido y estudios básicos de la Biblia, y A. Piñero y J. Peláez, El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos, Almendro, Madrid 1995, que ofrecen un estudio detenido del texto y métodos del análisis del Nuevo Testamento.
Los colaboradores de A. Piñero (ed.), Orígenes del cristianismo. Antecedentes y primeros pasos, Almendro, Córdoba 1991, ofrecen un estudio interesante, aunque desigual y a veces problemático, del surgimiento cristiano.

2. Crítica textual. Diccionarios, traducciones.

La antigua investigación hispana está asociada a dos grandes políglotas: la Complutense o de Alcalá de Henares (1522), patrocinada por el Cardenal Cisneros, con texto hebreo, griego y latino, y la de Amberes (1569-1572), avalada por Felipe II y realizada por estudiosos como Arias Montano, con texto también siríaco.
En los últimos años, cf. Josep O’Callaghan, sobre los manuscritos griegos de Qumrán y su la Crítica Textual del Nuevo Testamento. En el campo de los estudios lingüísticos ha sido muy significativa la obra de L. Alonso Schökel, Diccionario bíblico hebreo-español. En los últimos años aparecido también nuevas traducciones nuevas de la Biblia al castellano; además de las ya clásicas de Alonso Schökel (importantes por su belleza literaria) y de Cantera-Iglesias (notable por su fidelidad textual), citamos la de La Casa de la Biblia y la nueva edición de La Biblia de Jerusalén.

En lo referente al texto de la Biblia, son básicas las ediciones de J. M. Bover, Novi Testamenti Biblia Graeca el Latina, CSIC, Madrid 1959; J. O’Callaghan, Nuevo Testamento Trilingüe, Madrid 1997 y J. Cervantes, Sinopsis Bilingüe de los tres primeros evangelios, con los paralelos del evangelio de Juan, EVD, Estella 1999.

3. Antiguo Testamento.

Las investigaciones sobre el Antiguo Testamento están sufriendo una profunda crisis: el modelo explicativo de Wellhausen, fundado en la unión de varios documentos literarios que han dado origen al Pentateuco ha sido criticado en varias perspectivas. Desde algunos decenios, autores como H. H. Schmid, R. Rendtorff y F. Crüsemann han puesto en duda la prioridad y aún existencia de tales documentos antiguos (J y E). Ha caído bajo sospecha el modelo de los “buenos orígenes” (lo más importante habría sido lo dicho en el principio). Se tiende a invertir la sucesión Ley/Profetas (poniendo primero a los profetas). Esto nos obliga a replantear el sentido e importancia del Antiguo Testamento, en diálogo con el judaísmo. Tanto judíos como cristianos provenimos de la misma veritas haebraica. Esta crisis de la diacronía israelita está influyendo en los estudios bíblicos, vinculando, a exegetas judíos y cristianos.
En esta campo siguen siendo importantes las investigaciones iniciadas por L. Alonso Schökel y J. L. Sicre. Su Comentario Teológico y literario del Antiguo Testamento empezó a publicarse en ediciones Cristiandad, y después ha sido asumida por EVD; sigue siendo una de las mejores contribuciones de la investigación española a la exégesis bíblica en el siglo XX.

4. Literatura intertestamentaria (=Judaísmo del 2º Templo).

Atención especial ha recibido en España la literatura del judaísmo de los siglos del III a. de C. al II d. de C. Este ha sido un campo de trabajo significativo, no sólo por los descubrimientos que se están realizando, sino también por la densidad de los estudios dedicados al tema. Se valoran de forma nueva algunos salmos, se datan como antiguos muchos textos apocalípticos (por ejemplo los de 1Henoc, de manera que el mapa de referencias temporales y aún locales (santuarios antiguos, Siquem, Jerusalén, Judíos y Samaritanos) se mueve incesantemente, sin hallar por ahora unos consensos generalizados. Son básicos en este campo los estudios sobre el texto, literatura y teología de Qumrán.

5. Búsqueda del Jesús histórico. Superando la visión unilateral de la Old Quest (búsqueda del Jesús histórico en los siglos XVIII y XIX) y las limitaciones de la New Quest (de los años 50 al 80), muchos exegetas se han empeñado en fundar el cristianismo y la cristología en una visión más precisa del Jesús histórico, conforme a un nuevo modelo de búsqueda, llamado la Third Quest. En esta visión influyen prácticamente todos los aspectos de la exégesis histórica y hermenéutica, de los análisis sociales y teológicos. Desde el momento en que el cristianismo es una religión histórica, el estudio de la historia de Jesús y del surgimiento pascual de la iglesia es esencial para los creyentes .

6. Nuevo Testamento, cristianismo primitivo.

También en este campo se ha roto el consenso anterior, vinculado a la visión de Bousset (primero hubo un judeocristianismo moralista, luego un cristianismo judeohelenista, finalmente un cristianismo helenista...). Muchos empiezan a pensar que los elementos fundamentales del cristianismo posterior están presentes de algún modo desde el comienzo de la iglesia: el cristianismo no es producto de una evolución que podría explicarse por mecanismos cambio social y cultural, sino es el resultado de una mutación mesiánico-teológica que es tan difícil de explicar desde el transfondo judío como desde el griego . Dos elementos influyen en este cambio de perspectiva: la sensibilidad literaria, vinculada, desde los años 50 y 60, al surgimiento de la escuela de la historia de la redacción, representada por autores como G. Bornkamm, W. Marxsen, W. Trilling y H. Schürmann, que han interpretado los sinópticos como obras teológicas de autores muy conscientes, interesados en presentar el mensaje de Jesús desde su propia perspectiva eclesial; una visión distinta de la historia del cristianismo primitivo, estudiado con métodos sociales y de antropología cultural.
En esta línea se mueven algunos estudios sobre textos particulares, especialmente en la colección de la Asociación Bíblica Española (editados por Verbo Divino, Estella), tanto sobre Pablo (de F. Pastor) como sobre María Magdalena (de. C. Bernabé), Marta y María (Isabel M. Fornari), Santiago, el hermano del Señor (J. L. de León A) o la unción de Betania (M. Navarro). También pueden citarse también las investigaciones publicadas por la Universidad Pontificia de Salamanca, la Facultad de Teología de San Dámaso, Madrid, la colección de Monografías de Ediciones Claretiana o del Centro de Estudios teológicos de los Franciscanos de Murcia, por citar algunos ejemplos significativos. También se han empezado a publicar algunos comentarios o estudios de conjunto sobre libros del NT, editados en Verbo Divino o Sígueme No existe, sin embargo, ninguna colección de comentarios al Nuevo Testamento, aunque la editorial Verbo Divino ha anunciado la publicación de unas Guías de Lectura del Nuevo Testamento .

7. Problema gnóstico

Solía resolverse en otro tiempo desde la perspectiva del cristianismo: habría habido una tendencia gnóstica, que influyó en las formulaciones teológicas de Pablo y Juan, pero que sólo se extendió y tomó cuerpo más tarde, volviéndose dominante en ciertos sectores de la iglesia antigua. En los últimos años, esa visión se ha complicado: algunos afirman que han sido Pablo y Juan quienes más han influido en la gnosis; pues la misma revelación cristiana ha introducido en el mundo cultural de los primeros siglos un cambio religioso que ha llevado a replantear casi todos los temas humanos. Otros sostienen que cristianismo “eclesiástico” y gnosis han surgido al mismo tiempo, de manera que no puede hablarse de ortodoxia y heterodoxia en este campo. El problema se ha vuelto más complejo a partir de las diversas interpretaciones sobre el documento Q y la importancia (=datación) del evangelio de Tomás. Pues bien la investigación española ha empezado a trabajar con cierto rigor en este campo; por eso queremos reseñar sus aportaciones .

Como podrá verse por las perspectivas y obras citadas, estamos en el centro de un fuerte proceso de cambios en el estudio de la Biblia. Por vez primera desde hace varios siglos, los exegetas hispanos están ocupando un lugar importante en la exégesis científica. Ciertamente, en el momento actual (a principios del siglo XX), carecemos de un esquema de investigación unificada, en el que podamos situar la infinidad de datos que aporta la investigación crítica; pero contamos con buenos investigadores.
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