Luis Maldonado (1930-2017). Una vida al servicio de la renovación litúrgica

Falleció el pasado 23 de octubre, pero no tuve ocasión ni calma para poner en mi portal una semblanza agradecida de su vida y obra. Así he dejado pasar unas semanas, para dejar que repose su recuerdo, y hoy recojo algunos rasgos de su biografía teológica, después que J. L. Corzo, amigo común, haya publicado en RD (10.11.17) una semblanza emocionada de su vida y obra.

Quiero sumarme al recuerdo de sus colegas del Instituto Superior de Pastoral de Madrid, añadiendo mi gratitud de amigo/compañero y mi reconocimiento por su obra intelectual de gran hondura teológica, y, sobre todo, por su inmensa calidad humana.

Maldonado ha sido un hombre de inmensa finura, de gran talla docente, de inmensa capacidad de acompañamiento, en línea académica, eclesial y, sobre todo, humana. Gracias, Luis,por haber vivido, a caballo entre Madrid y Salamanca, siempre donde tenían que estar. Allí has estado, y allí sigues estando con nosotros.

Una vida teológica.

Luis Maldonado había estudiado en Innsbruck, con K, Rahner, que dirigió su tesis doctoral en teología, un estudio clásico, de esos que sirve para valorar toda una vida de investigación: El comentario de G. Vázquez a la Quaestio Iª de la Summa en la perspectiva de la problemática contemporánea planteada en torno a la esencia de la teología(ESET, Vitoria 1964). Pocos conocían como él la gran teología hispana del siglo XVI, el siglo de G. Vázquez (1549-1604), con las discusiones sobre su esencia y tarea, en la línea de la Reforma y Contra-Reforma protestante.

Luis había tomado así el camino de la teología dogmática, de manos de uno de los mayores comentaristas hispanos de la Summa de Santo Tomás y de toda la dogmática, un clásico entre los clásicos (teólogo, moralista de Alcalá), un puntal de lo que podía ser la renovación de la Escolástica, de manos de Rahner, el clásico por excelencia del siglo XX.

Pero, al volver a España e iniciar su larga etapa de enseñanza en el Seminario de San Dámaso (de Madrid) y en la Universidad Pontificia de Salamanca (sin dejar la teología dogmática de fondo) se vinculó muy pronto al grupo de aquellos que, a la luz del Vaticano II, quisieron refundar y recrear la Pastoral, aquellos que han sido los grandes creadores del nuevo pensamiento práctico y del compromiso eclesial en España, desde C. Floristán a Juan Martín Velasco y M. Gesteira, tanto en el Seminario de Madrid como en el Instituto Superior de Pastoral, del León XIII (de la Universidad Pontificia de Salamanca, en el campus de Madrid).

Por entonces le conocí y admiré, tanto en el Seminario de Madrid como en el Instituto de Pastoral, empeñado en su tarea de presencia y enseñanza, con los amigos comunes, como Eliseo Tourón del Pie. Siguió en el Seminario (hoy Universidad) de San Dámaso, pero algo al margen, por el cambio de orientación del Centro. Se mantuvo, en cambio, plenamente activo y creador en el Instituto de Pastoral, donde ha ejercido una gran labor de Magisterio, al servició de la Iglesia, hasta su jubilación el año 2000.

En esa línea importaba sobre todo la renovación litúrgica, el nuevo compromiso orante de la Iglesia, fiel a la tradición viva de la antigüedad y a la nueva experiencia (y exigencia de transformación) de la Iglesia. Su libro clave, en esa línea, La Plegaria Eucarística (BAC Madrid 1967)ha formado a generaciones de liturgistas y pastores, mostrando la riqueza de la liturgia del pan y de la vida, de la palabra y la comunión orante.

Sin ese libro no se puede comprender la renovación litúrgica en España y en los países de lengua castellana, una renovación iniciada y en parte "cerrada" (casi prohibida) por aquellos que en España y en otros lugares no han sabido leer y practicar el evangelio de la fiesta cristiana.


En esa línea, Luis ha sido un verdadero creador, un pensador/corredor de fondo, que ha sabido plantear el tema del "sacrificio", es decir, la visión de un Dios de imposición sacral que ha sido superado por Jesús. Así lo indica su obra máxima: La violencia de lo sagrado. Crueldad "versus" oblatividad o el ritual del sacrificio (Sígueme, Salamanca 1974).

En el planteamiento de cierta liturgia ha seguido existiendo un residuo no cristiano de crueldad sacral (vinculada a un tipo de dominación religiosa y clerical), que necesita el sacrificio, es decir, la humillación ante Dios...

Pues bien, contra ese Dios del sacrificio ha elevado Luis la más honda experiencia de la oblatividad, que es el don gratuito de la vida, la superación de la violencia... Luis ha sido, que yo sepa, el primero que ha planteado en lengua castellana el tema de la violencia religiosa, en una línea vinculada a la de R. Girard, aunque con matices propios muy significativos.

Nadie, que yo sepa, ha sabido o querido responderle como él merecía, como está pidiendo el tema. Así ha quedado su pensamiento un poco (un mucho) aislado, en medio de una mayoría de pastores y profesores que han (¿hemos?) querido seguir diciendo lo mismo, encerrando el evangelio bajo llaves de tipo jerárquico/dominador , quizá por miedo del evangelio o por mantener sin más lo que "siempre" se ha dicho (un siempre muy problemático).

A Luis le ha interesado sobre todo el tema de la religiosidad popular, entendida en su sentido más hondo, desde la raíz del evangelio, como expresión de un "sensus fidei" que está por encima de todas las imposiciones de un tipo jerarquía que parece dominar más que acompañar y animar a los creyentes. Lo popular para Luis nunca ha sido mero folklore, ni fiesta dirigida por algunos sectores de la sociedad dominante, de la industria turística etc.

La fiesta popular ha sido para él una experiencia del Jesús del pueblo, que camina por los senderos de la vida, que ve y que siente, que escucha y canta con todos los que buscan, sufren y caminan, como Jesús, entre y con el pueblo.

En esa línea quiero destacar tres libros, quizá los mejores que se han escrito en castellano sobre el tema: Religiosidad popular. Nostalgia de lo mágico (Madrid 1976); Para comprender el catolicismo popular (Estella 1990); Liturgia, arte, belleza (Madrid 2002).


Luis Ha sido profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca (en el campus de la Teología Pastoral Madrid) y puede considerarse el más distinguido de los liturgistas de lengua castellana, en el plano antropológico y teológico. Ha estudiado el sentido de la secularización, vinculándola, de un modo paradójico, a la religiosidad popular, y a la nueva búsqueda que de paradigma cristiano que sea humanamente liberador, socialmente abierto a la justicia y eclesiálmente creador.

Luis ha pasado los últimos años en una digna soledad, como un hombre que había cumplido su tarea, viendo que muchos habían pasado de largo, sin dialogar con su pensamiento. Pero sus auténticos amigos no solamente le han querido, sino que han valorado su pensamiento, que sigue sembrado en la tierra de la vida, esperando su nueva primavera.

Luis, quiero darte gracias aquí, con estas palabras, por lo que has sido y pensado, por tu inmensa dignidad, por tu callado y fuerte magisterio, por tu forma de entender a todos y de acompañar a los que caminan por las vías de la humanidad y la justicia.
(Texto tomado básicamente del Diccionario de Pensadores Cristianos).

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