20.7.25 Marta y María, iglesia de hermanas. Lamento de Ratzinger

El volumen 3 de Obras completas de J. Ratzinger contiene una serie de trabajos de juventud sobre sobre iglesia y fraternidad. En uno de ellos, el futuro papa lamenta la falta de fraternidad de la iglesia de la iglesia post-constantiniana. Así decía Ratzinger:

La Iglesia en su conjunto no se siente ya como fraternidad, sino que se constituye como sistema jerárquico y escalonado de parentesco espiritual. En esa línea, sólo aparecen como hermanos los miembros de la jerarquía, que se apropian así de una dignidad que en principio es de todos los creyentes. De esa forma, los obispos se llaman «hermanos» entre sí, mientras que conciben al resto de los cristianos como «hijos espirituales». Por su parte, los monjes se dicen hijos del abad; el Papa es mirado como padre espiritual del emperador bizantino y, a partir de Carlomagno, del emperador de Occidente.

Libro Obras Completas De Joseph Ratzinger - Jesus De Nazaret, Escritos ...

Así seguía diciendo Ratzinger: Estrechamiento de la fraternidad. Se expresa y confirma a partir del siglo III d.C., de manera que sólo se llaman hermanos los miembros del clero o de una comunidad monástica. La conciencia de fraternidad que tenía la Iglesia primitiva, se repliega y aplica sólo a una élite de Iglesia…. De esa manera, el resto de los fieles aparecen como cristianos inferiores, frente miembros del “estado superior de la Iglesia”, que son los Padres obispos y los superiores de la vida religiosa. Para decirlo brevemente, ha surgido así una situación que, hasta el momento actual, no ha podido ser superada (cf. J. Ratzinger, Fraternidad. Obras completas 3,  BAC, Madrid 2014.)

Mai aproape de Dumnezeu: Marta și Maria

Texto clave: Lucas 10, 38-42. 

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano."

Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán"

Lucas, una casa de hermanas (Lc 10, 38-42)

            Mateo había destacado la fraternidad de la Iglesia, como familia mesiánica que resuelve en comunión sus problemas, sin jerarquías superiores, en apertura a los necesitados. En un sentido convergente, Lucas ha desarrollado muchos textos de fraternidad tanto su evangelio como en Hechos. Entre ellos he querido comentar uno, que evoca el sentido y tarea de dos hermanas en la iglesia.

  1. Dos hermanas, una casa. Organizar la sororidad.

Yendo de camino con sus discípulos, Jesús “entró en una aldea y una mujer llamada Marta lo recibió...”.  Marta es una persona concreta, pero, al mismo tiempo, es figura de la comunidad, un signo importante de la Iglesia o del grupo de aquellos que acogen a Jesús en su casa, en su familia. Frente a una aldea de los samaritanos que no han recibido a Jesús (Lc 9, 52-56) y a diferencia de las poblaciones de Galilea que no le han  escuchado (10, 13-16), Lucas destaca el ejemplo de dos hermanas que le reciben:   

 Marta tenía una hermana,  y su relación con Jesús va a quedar matizada por ella, de manera que ambas aparecen vinculadas (y enfrentadas) por causa de un hombre o de una tarea que deben realizar. Este modelo de amigas-hermanas rivales ha tenido una importancia especial en la Biblia Hebrea, donde normalmente la causa principal del conflicto entre ellas no es la lucha por el amor del hombre (el hecho de que puedan compartir su amor, en un matrimonio polígamo), sino por la descendencia, pues sólo el hijo/heredero ofrece a la madre el estatuto de señora (gebîra), como aparece en toda la historia hebrea.

JESÚS EN CASA DE MARTA Y MARÍA. DIEGO VELÁZQUEZ. 1618 - Catequesis a ...

– Pueden ser hermanas en sentido familiar  de sangre (conforme quizá en Jn 11, donde  tienen un tercer hermano llamado Lázaro). Leído el texto así podemos suponer que María es más joven. No actúa como "dueña" de la casa (no es la que recibe a Jesús), aunque puede realizar y realiza una función importante. Parece subordinada (es hermana menor), pero da la impresión de que ocupa un lugar significativo en la vida (y corazón) del único varón de la escena. Es como si las dos mujeres se disputaran la atención de Jesús, cada una con lo que sabe hacer (una trabajando para él, otra escuchándole).

Es más probable que sean hermanas en sentido eclesial, miembros de la familia cristiana.  Ciertamente, la palabra hermano tiene a veces un sentido literal en Lc-Hech (cf. Lc 14, 26; 20, 28-29; Hech 12, 2; 23, 16), pero en otros casos ha recibido también un sentido más extenso: son hermanos los miembros del pueblo judío (cf. Hech 7, 2.26; cf. 9, 17) y de un modo especial los cristianos (cf. Hch 1, 15; 11, 29; 15, 3; 16, 2.40; 21, 7). Todo nos permite suponer que Marta y María son hermanas en ese último sentido, como creyentes con una responsabilidad especial en la iglesia. De esa forma, su relación  nos ayuda a entender los elementos y riesgos de la fraternidad en la familia cristiana. 

Desde esa perspectiva más extensa de fraternidad (sororidad) pueden verse mejor las funciones que realizan. Es normal que en el fondo siga estando el símbolo de las hermanas carnales enfrentadas por un hombre (varón, amigo, esposo). Pero el mismo texto nos ayuda a superar ese nivel, como indican sus tareas. Marta realiza una función activa, al servicio de la casa (comunidad); María es, más bien, una discípula, sentada a los pies del Kyrios (10, 39), escuchando directamente su palabra (en contra de lo que supone 1 Cor 14, 34-35; 1 Tim 2, 11-12). Jesús aparece por su parte como Kyrios, lo que muestra que él no es un puro hombre histórico, amigo o marido discutido, sino el Señor pascual que está presente en la iglesia que le escucha. Pues bien, en este contexto, la Iglesia está representada por dos hermanas, amigas y  enfrentadas.

Hermanas distintas

            Es significativo que Lucas acuda a este modelo de hermanas enfrentadas para ilustrar las tensiones interiores de una familia/iglesia. El NT recoge el recuerdo de un enfrentamiento entre varones a causa de los primeros puestos o ministerios (cf. Lc 10, 46-48; Hech 6). Pero aquí estamos ante el signo de una disensión de hermanas dentro de una familia/comunidad (cf en cap. 2, historia de Jacob, cf. Gen 28-38):

Agar y Sara. Aparecen vinculadas, en planos distintos (una sierva, otra libre) al mismo marido (Abraham) cuyo favor quieren conseguir, por medio de un hijo que aparece como principio de dignidad y poder (y causa de disensión), tanto para una como para la otra. Esta historia ha sido "espiritualizada" por la tradición judía y cristiana, que ha visto simbolizadas en la esclava y la libre dos momentos o formas de la acción de Dios (cf. Gal 4, 21-5,1), pero sabiendo que en su fondo hay una disputa de familia.

Lía y Raquel. El mismo tema de las dos mujeres en torno a un varón reaparece en la historia de Jacob, con la particularidad de que aquí las dos hermanas son libres y se enfrentan entre sí (ellas y la sierva de cada una) disputando no sólo por los hijos sino también por el amor del mismo varón. Esa historia nos muestra el riesgo de lucha y ruptura entre hermanas en una familia o comunidad.

Caín y Abel. Tan pronto como Lucas dice que Marta tenía una hermana podemos esperar un conflicto (como en Gen 4, cf. cap. 1). Es normal que ellas se enfrenten, pero sin que una mate a la otra. En principio, el texto ha presentado a Marta como figura positiva,  signo de la iglesia. Pero a partir de aquí pone de relieve la figura de su hermana María, que tiene también una función importante en la familia-iglesia.

Reorganizaciòn de familia

Dentro del judaísmo es raro hallar mujeres "discípulas"; el hecho de escuchar y estudiar la Ley no parece propio de ellas. También la iglesia primitiva ha tendido a dar el monopolio de la Palabra a los varones. Pues bien, este pasaje nos sitúa ante una mujer que “escucha”, es decir, que recibe y acoge la palabra. Desde ese fondo se entiende la intervención de Marta, que toma la iniciativa y se queja ante Jesús, diciendo  que está fatigada porque su hermana le ha dejado sola ante el “trabajo”. Evidentemente, en un sentido ella tiene razón: la tarea podría y debería haberse repartido (y quizá el Señor debería acompañarlas, barriendo, fregando o cociendo comida...). Si ella, Marta, está dividida y distraída es por culpa de su hermana, centrada en la “palabra”.

María ha abandonado un tipo de trabajo, para escuchar a Jesús, apareciendo así como "desertora" de unas funciones de servicio que parecen propias de mujeres. En sentido general, podemos pensar que su actitud es positiva: Es una mujer liberada que puede dedicarse al cultivo de la Palabra, escuchando a Jesús. Pero eso significa que la carga de funciones y servicios (sociales, familiares) han de recaer sobre la espalda de su hermana. Parece que María escucha la Palabra a costa de Marta.

Marta se afana… porque le han dejado sola... La venida de Jesús  se ha convertido para ella en causa de un servicio que le cansa… Muchos han entendido ese servicio en línea de asistencia doméstica: limpiar, cocinar, servir la mesa... Pero el sentido principal de servir (diakonein, diakonía) en el NT y sobre todo en Lucas (Lc-Hech) no es atender a la mesa como hace un criado/a, sino realizar una tarea ministerial al servicio de la Iglesia (de Jesús, de su comunidad/familia).

   En un primer momento, este pasaje suele aplicarse sólo a mujeres. Los varones quedan fuera, aunque representados en el fondo por Jesús-Varón (como supondría Ef 5). En esa línea se podría hablar de dos tipos de mujeres-hermanas. (a) Marta trabajadora, al servicio de las cosas de los hombres (especialmente, varones), como "criada" de hogar, mientras los hombres (como Jesús) van y vienen. Es normal que se canse y proteste contra la otra hermana... (b) María oyente, al servicio de las cosas de Dios, de manera que Jesús aparece ante ella como fuente de liberación: le ofrece una palabra interior que ella recibe y cultiva, no para dedicarse a la pura contemplación, sino para ser ella misma y vivir con autonomía.

Esta división nos sitúa ante el tema de la distinción y complementariedad de funciones en la familia y en la sociedad.Normalmente, los exegetas católicos han cargado sobre Marta (mujer sin palabra) el cuidado del marido y de los hijos, tomándola como servidora o criada de la familia. Por su parte, María (mujer de la escucha) sería la contemplativa célibe dedicada a las cosas de Dios. Pero el tema resulta complejo, y nos obliga a pensar en las funciones sociales, distinguidas desde antiguo.

Para los varones habría tres funciones básicas: (a) Los sacerdotes y/o sabios mantienen el orden sacral (Brahmanes, clérigos, monjes y letrados).  (b) Los guerreros y/o nobles sostienen el orden social  como soldados y gobernantes. (c) Los trabajadores-obreros producen bienes de consumo, y realizan las funciones domésticas. Parece que nuestro pasaje, mirado desde las mujeres, sólo conoce dos funciones: La de María, contemplativa-sabia (en la línea de los sacerdotes); la de Marta la trabajadora. Significativamente falta la mujer guerrera, de la clase de los soldados/gobernantes. Sea como fuere, estas dos mujeres representan el conjunto de la Iglesia, como en Hech 6, donde hay hay apóstoles contemplativos y diáconos servidores.   Pues bien, lo que Hch 6 presenta como disputa de varones viene a presentarse aquí (Lc 10) como división de hermanas, que realizan las funciones básicas de la Iglesia.

Una respuesta, casa de todas las hermanas

 Aunque las funciones de los protagonistas no son las mismas, parece claro que las mujeres de Lc 10 son  signo de toda la iglesia, como un espejo donde se refleja el sentido y problemas de los ministerios de la comunidad. Lo que Hech 6 presenta en forma masculina (doce hebreos, siete helenistas) puede reinterpretarse aquí a partir del simbolismo de las dos mujeres “hermanas”, que son toda la familia de Iglesia. Así podemos entender la respuesta de Jesús a Marta:

– Marta, Marta, te preocupas y estás perturbada por muchas cosas. Ella quería que Jesús intercediera ante María, para que le ayudara en su tarea. Pues bien, Jesús responde de manera inversa y, en vez de enfrentarse a María, reprende de alguna forma a Marta, pues no es bueno que se inquiete tanto por su labor. No la rechaza, no condena su “ministerio”, pero le recuerda el riesgo de dispersión en que se encuentra: su afán por el servicio (organización eclesial) puede separarla de la raíz de la Palabra, de la fuente del Señor, pues en el fondo de su misma diaconía eclesial (o familiar) puede esconderse un tipo de preocupación que acaba siendo  destructora (como en otra línea dirá el canto de 1 Cor 13, del que trata el próximo apartado)

Una (sola) es necesaria. Frente a las muchas cosas que perturban a Marta, Jesús destaca aquella (una sola)que es necesaria, y que se sitúa es la línea de la búsqueda del reino (Lc 12, 31; Mt 6, 33). Según Lc 18, 22 esa cosa única (¡vinculada con el único Dios del shema: Dt 6, 4-5), necesaria para alcanzar la vida eterna, consiste en vender todo, dárselo a los pobres y seguir a Jesús. Pues bien, nuestro pasaje supone que María ha elegido la mejor parte: Ha querido ponerse a los pies de Jesús, para escuchar la palabra y cumplirla de un modo radical, en línea de Reino de Dios.

             Esa buena parte (Lc 10, 42) de María es lo que importa. No se la han impuesto, pues ella no  es una esclava sumisa, que debe obedecer, haciendo sin más lo que le ordenan, sino que ha elegido (exelexato) por sí misma lo que quiere. No está condenada como mujer al servicio que le imponen los varones, no es una esclava del sistema, sino que ha hecho una opción, ha escogido un camino personal para vincularse a Jesús, que es signo de la parte buena. Frente a la mujer que puede quedar esclavizada por sus obras de servicio (Marta), Jesús destaca a la mujer-persona, cuya primera dignidad y función es la palabra (María). La familia implica también trabajos, pero el puro trabajo cerrado, por obligación, crea esclavos, no hermanos, ni amigos. Antes que taller de ocupaciones, la casa/familia es hogar de la palabra. Ésa es la parte buena de María, que no le será quitada.

Parece que Marta quería “apartar” a María de esa tranquilidad, para encerrarla en las preocupaciones y cuidados de la mucha diaconía. Pues bien, Jesús se opone, ratificando la elección de María y prometiéndole que nada (nadie) podrá arrebatársela... Al decir que no le será quitada, el texto parece evocar un riesgo, indicando que dentro de la iglesia hay personas que quieren arrebatar a María esta libertad de elección, esta capacidad de escucha de la palabra, con todo lo que eso significa (autonomía en pensamiento y vida, capacidad de decisión etc.) y, sobre todo, contacto personal, no simple habladuría. Pues bien, en contra de ese riesgo, Jesús ratifica la opción y programa de María, avalando la función de cada una de las dos hermanas que son (representan) toda la familia de la iglesia, interpretada y condensada en ellas. Lucas hasimbolizado así, en las dos hermanas,  la vida de la Iglesia y de la humanidad que acoge a Jesús. Ellas, las dos hermanas, son el signo de la Iglesia, entendida como “casa fraterna”, una familia donde se vincula el servicio y la escucha de la Palabra

Riesgo de estrechar la fraternidad

            Marta representa la diaconía de la Iglesia, en línea de ayuda mutua y de celebración; no es una pura criada bajo el dominio de otros, sino anfitriona de la de la iglesia. Pero en esa función puede esconderse un peligro: el puro activismo, la preocupación sin amor, una actividad deshumanizada.  La hermana María escucha la palabra, pero no para después quedar callada, en mística pasiva, sino para cumplir y expandir lo que ha escuchado, según todo el contexto de Lucas (cf. Lc 8, 21).  Entendido así, este pasaje es una parábola de la familia de la Iglesia, condensada en dos hermanas. En esa línea, al principio, todos los cristianos se consideraban simplemente hermanos y hermanas, sin jerarquía ni superioridad de unos sobre otros. Pero más tarde, esa experiencia de fraternidad se estrechó y se aplicó de un modo ideal entre algunos grupos especiales de creyentes, como ha puesto de relieve J. Ratzinger:

Sólo son “hermanos” los mártires, obispos, monjes…Ya Cipriano de Cartago (muerto el 258) dejó de llamar hermanos a los creyentes en conjunto y reservó esa palabra para los obispos y los clérigos. Poco tiempo después, los cristianos abandonan el título de hermanos y no entienden ya la Iglesia como fraternidad. Ese nombre (hermanos, fraternidad) tiende a reservarse ya para las comunidades de monjes. Así hermanos, en sentido fuerte, son sólo los religiosos y los clérigos.

  1. F
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