Nuevos pecados capitales. 2. Destruir la naturaleza
Un gran riesgo.
Somos la primera (o segunda) generación que vive bajo la amenaza de la bomba atómica, es decir, de la destrucción masiva no sólo de los hombres, sino del mismo entorno natural (tierra) del que hemos nacido y en la que vivimos, en simbiosis con el agua y el aire, con sol y con la luna, en el interior de una galaxia de este inmenso sistema del cosmos. Antes parecía que la tierra estaba ahí, como algo sólido y duro, que éramos incapaces de cambiar. Ahora sabemos que podemos cambiarla, en línea de bien y mal, de creación y destrucción. "Pongo ante ti el bien y el mal, la vida y la muerte..." (Dt 30, 15). En esa línea se sitúa la gran bomba. Pero la ecología no se ocupa sólo del problema de la bomba atómica, sino de otros temas, que parecen más pequeños, pero que están poniendo en riesgo la vida (en especial, la calidad de vida) de los hombres sobre el mundo. Nos hallamos en medio de una gran guerra ecológico, distinta de todas las anteriores, la guerra contra la madre de la que venimos. Es una guerra compleja en la que podemos destacar, entre otros, los siguientes elementos:
(a) Éste es un pecado económico (de ricos), por el control y dominio de los recursos de la tierra. Básicamente es una guerra de los señores del sistema, que utilizan su poder para apoderarse de los bienes de consumo (energías, recursos), para provecho propio.
(b) Los más pobres corren el riesgo de tener que mantenerse en un mundo estropeado por los ricos, pues muchos daños ecológicos (polución del agua, desertización, monocultivos…) repercuten básicamente en los países menos “desarrollados” (por utilizar esa palabra tan ambigua).
(c) Es una agresión destructora, pues pone en riesgo la diversidad y autonomía creadora de la naturaleza, rompiendo sus ritmos de renovación, de manera que ella puede quedar gravemente dañada, si se quiebra su equilibrio, suscitando por ejemplo grandes cambios de temperatura (calentamiento global etc).
(d) Es una guerra que expresa el sentido del hombre en el mundo, su forma de sentir y responder a las posibilidades vitales que le ofrece la naturaleza. Desde ese fondo podemos trazar algunas reflexiones básicas.
(c) Hay una ecología de ricos… que se reservan los montes puros y las playas impolutas, las islas de ensueño y los lugares claros… dejando a los pobres en los suburbios de la contaminación. Se dice que los ricos contaminan y los pobres sufren la contaminación ¿es cierto?
Elementos del pecado ecológica.
El primer tema de la ecología es el respeto por la naturaleza, interpretada antaño como divina y puesta luego al servicio de los hombres, para que ellos pudieran crecer y convivir en ella. Pues bien, avanzando en esa línea de manipulación cósmica, a lo largo del proceso de la modernidad, desde mediados del siglo XX, hemos llegado a una situación extrema. Los conocimientos cósmicos, que podían servir para mejorar nuestra forma de vida han venido a convertirse muy a menudo en un arma destructora. Hemos sido capaces de conocer muchos mecanismos interiores de esa naturaleza, de manera que podemos ayudarla y embellecerla, pero los hemos empleado también para fabricar una bomba (o muchas bombas) que pueden destruirla.
Antes no teníamos la posibilidad de un suicidio cósmico. Ahora la tenemos: hemos penetrado en el “pensamiento cósmico”, pero no para decir “hágase” y aumentar la belleza y potencia de los diversos elementos de la tierra (como suponía Gen 1), sino para imponer un criterio utilitario, instrumental, sobre el conjunto de la realidad. En otro tiempo pensábamos que el mundo era imagen de Dios y nos manteníamos en equilibrio con ese mundo, en gesto de respeto hacia las cosas. Ahora hemos perdido ese respeto y vivimos marcados por una gran lucha de poder, dirigida por los responsables de la política y la economía, y por los gestores del capital, capaces de manipular el mundo al servicio de sus intereses.
En ese contexto se entiende la amenaza de la bomba. Algunos hombres poderosos, que controlan políticamente los resultados de la ciencia, tienen la capacidad de apretar los botones nucleares, destruyendo en unos instantes la forma de vida actual de este planeta. Ésta sería la guerra final, pues desataría la violencia más destructora de todas las violencias. No sabemos si podría haber un “día después”, no sabemos si la vida en este planea podría empezar un nuevo ciclo, hasta llegar otra vez al pensamiento (en este planeta o en otros). Pero nuestra historia concreta habría terminado.
Pongo ante ti la vida y la muerte
El tema de la violencia ecológica es múltiple y se expresa en diversos campos: contaminación atmosférica, muerte de especies animales, destrucción del hábitat, calentamiento global, emisiones contaminante…. Pero quiero destacar el plano atómico.
Aquí se sitúa el problema supremo de la violencia ecológica, que no es de algunos particulares, sino de los grandes estados (vinculados a las multinacionales de la industria) que pueden fabricar y han fabricado bombas atómicas, capaces de destruir el árbol de la vida: “El día en que comas del fruto del árbol del conocimiento del bien-mal, ese día, morirás” (Gen 2, 17). Cuando intentemos explorar y aplicar todas las posibilidades de nuestro conocimiento, aplicándolas a la estructura atómica de la realidad, con el deseo de dominarlo todo y destruir a nuestros enemigos, podremos destruirnos todos.
La misma supervivencia de la vida sobre el planeta está vinculada al desarrollo y despliegue de una nueva paz social, pues son muchas las naciones y grupos que pueden (y podrán) tener armas atómicas, de forma que si quieren luchar entre sí empleándolas de un modo consecuente podrán destruirse. O creamos una cultura más honda de paz, partiendo, en nuestro caso, de la Iglesia y realizando a partir de ella esa “gran huelga de paz” de la que venimos tratando o terminaremos destruyéndonos. Con las “normas militares y éticas” que han estado vigentes en el pasado no podremos sobrevivir.
¿A quién ponemos en el confesionario y qué penitencia le damos?
¿A la industria química?
¿Al tipo de desarrollo actual (capitalista o comunista: los comunistas también han contaminado) que toma la tierra y la vida como medio de conseguir bienes de consumo?
¿A los jefes de estado, empezando por Bush y acabando por los chinos? (pero los jefes de estado pueden cambiar el modelo actual de política en el campo ecológico)
¿A la investigación científica? (Pero la ciencia puede ponerse al servicio de la ecología)
¿A los jefes de las multinacionales? (¿puede haber unas multinacionales al servicio del bienestar común y de la paz ecológica?
¿A los que queremos siempe más y más? (es decir, a todos nosotros)
¿A la señora o señor que no recicla bien el vidrio? (¡pobre señora...o pobre señor! ¡su pecado es pequeñito, pero se le puede educar....!)
¿Al ayuntamiento que no limpia bien las calles?
En este sentido puede leerse un pasaje de la Biblia, traduciendo al plano ecológico sus afirmaciones principales:
5 "Mira, pues, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal,
16 con el fin de que ames a J Dios, de que andes en sus caminos y de que guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, que yo te mando hoy. Entonces vivirás y te multiplicarás, y tu Dios te bendecirá en la tierra a la cual entras para tomarla en posesión.
17 Pero si tu corazón se aparta y no obedeces; si te dejas arrastrar a inclinarte ante otros dioses y les rindes culto,
18 yo os declaro hoy que de cierto pereceréis. No prolongaréis vuestros días en la tierra a la cual, cruzando el Jordán, entraréis para tomarla en posesión.
19 "Llamo hoy por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que he puesto delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes
(Dt 30)
Bibliografía.
La bibliografía sobre el tema es muy grande. Véase, como ejemplo, desde una perspectiva religiosa: L. BOFF, Del iceberg al arca de Noe El nacimiento de una ética planetaria, Sal Terrae, Santander 2004; : S. MCFAGGE, Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y nuclear, Sal Terrae, Santander 1987; R. PANIKKAR, La nueva inocencia, Verbo Divino, Estella 1993; Ecosofía, Paulinas, Madrid 1977; V. PÉREZ PRIETO, Do teu verdor cinguido. Ecoloxismo e cristianismo, Espiral Maior, A Coruña 1997; A. PRIMAVESI, Del Apocalipsis al Génesis. Ecología, feminismo y cristianismo, Herder, Barcelona 1994; R. RUETHER, Gaia y Dios. Una teología ecofeminista para la recuperación de la tierra, DEMAC, México 1993; J. L. RUIZ DE LA PEÑA, Teología de la creación, Sal Terrae, Santander 1986; A. TORRES QUEIRUGA, Recuperar la creación. Por una religión humanizadora, Sal Terrae, Santander 1998.