X. Pikaza: El Evangelio de Marcos. La Buena noticia de Jesús

Tengo el gozo de presentar, tras decenios de enseñanza, años de redacción y meses de espera esta obra ya definitiva sobre el Evangelio de Marcos. Los lectores de mi blog lo conocen ya en parte, pues he ido introduciendo algunos de sus contenido en comentarios al evangelio del domingo, en reflexiones sobre la historia de Jesús y en motivos relacionados con la historia del cristianismo primitivo.

Cuando parecía que la división de visiones del Cristo y de prácticas sociales de las comunidades podía conducir al surgimiento de iglesias totalmente distintas, cuando la caída de Jerusalén, destino y meta del proyecto de Jesús, parecía implicar el derrumbamiento de todo el cristianismo, Marcos supo volver a la raíz y elevarse de nivel, situando en el centro de todos los posibles cristianismos la figura (biografía) humana de Jesús, reinterpretada desde una perspectiva de pascua, pues, a su juicio, en la recta comprensión de la vida y muerte de Cristo se encuentra la la esencia del evangelio.

En esa línea, Marcos puso en el centro de la vida y tarea de los seguidores de Jesús la historia humana de aquel, a quien unas mujeres buscaron en la tumba de Jerusalén, sin poder encontrarle, pues se hallaba vivo (Mc 16, 1-8).


Es una obra extensa y “científica”, quizá la más documentada y exigente que se ha escrito sobre el tema en lengua castellana; hay otras dos, y muy buenas, la de M. Navarro y la de J. Mateos, pero van en una línea algo distinta, de manera que se complementan con la mía;hay otras dos, también buenas, pero traducidas del alemán y del inglés, una de J. Gnilka y otra de J. Marcus, como diré otro día, presentando la bibliografía sobre Marcos.

Ficha técnica:
Evangelio de Marcos.La Buena Noticia de Jesús. Autor: Pikaza Ibarrondo, Xabier
Nº de Edición: 1. Nº de páginas: 1200. ISBN: 978-84-9945-225-8
Publicación: 08/06/2012. Código: 1301003
Colección: Comentarios teológicos y literarios del AT y NT.Temática: Marcos;
Formato: 155 x 240 mm. Peso (en gramos): 1595. Encuadernación: Cartoné cosida; Tapa: de geltex color azul, camisa plastificada mate con barniz, Estampado: color plata, lomo ; Guardas: impresas; con cabezadas y lomo redondeado.
PVP sin IVA EUR: 62,50 €


Foto contraportada


Agradezco desde aquí a la Editorial Verbo Divino por haber asumido la publicación de una obra de este tipo, y la ofrezco con ilusión a todos los lectores del blog y a los amigos de la Biblia. Seguiré presentando en días sucesivos sus características más importantes.

No es una obra más, es "la obra" en la que he venido trabajando desde el comienzo de mi labor académica.
No es un simple comentario de Marcos, es una visión de conjunto del sentido y despliegue del cristianismo primitivo, partiendo de "Marcos", el más misterioso y quizá más influyente de los autores de la iglesia antigua, el que vinculó la herencia de Jesús con las iglesias de Pablo, la raíz judía con el universalismo mesiánico, la función y fracaso de Pedro ( Roca) con la misión de todos los cristianos.


Aquí me limito a recoger algunas páginas de su prólogo. Seguiré hablando del libro, seguiré hablando de Jesús de Marcos. Buen día a todos.

Prólogo. Primera parte (págs. 27-29)


Este Evangelio de Marcos expone la Buena Noticia de Jesús de Nazaret a quien sus seguidores llamaron el Cristo, esto es, el Mesías, creando por ello un nombre compuesto: Jesucristo. En su origen, el libro de Marcos no fue un evangelio más, sino el único evangelio, pues no existían otros (pues Mateo, Lucas y Juan fueron posteriores), y porque Marcos lo presenta como el verdadero (Evangelio de Jesucristo), en una línea que parecida a la de Pablo, cuando defendía su forma de entender al Cristo (cf. Gal 1, 7).

Actualmente, hay en la iglesia cristiana cuatro evangelios canónicos (Marcos y Mateo, Lucas y Juan), y otros que no han sido admitidos en el canon. Pero, en un sentido muy profundo, Marcos sigue siendo el único Evangelio de Jesucristo, pues los otros llevan títulos distintos, y son, por otra parte, derivados, pues dependen en gran parte de Marcos, autor desconocido de este libro que lleva su nombre y que fue la primera Escritura especial de los cristianos, completando así la Biblia judía, desde la perspectiva de Jesús, pues las cartas de Pablo y los otros evangelios recibieron más tarde su carácter de Escritura.

Es un comentario extenso, fruto de muchas investigaciones, lecturas y enseñanzas, y quiero presentarlo como texto de consulta y acompañamiento (no de lectura corrida), pues ofrece algunas claves que permiten entender el principio y sentido del cristianismo, desde la perspectiva de Marcos.


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La trama de Marcos resulta compleja y simple, y en ella se anudan y tejen, diseñando el rostro de Jesús, el Cristo (Jesucristo), los diversos hilos de su historia y de la historia del cristianismo primitivo, desde su comienzo (hacia 29 d.C.) hasta el gran año de la Guerra Judía, que culminó el 70 d.C. Si Marcos no hubiera escrito este evangelio, el cristianismo que actualmente conocemos quizá no existiría, o tendría una forma muy distinta, de manera que podemos afirmar, sin exageración, que su libro ha sido y sigue siendo el texto más significativo de la historia de occidente, al menos en sentido cultural y religioso.

Su trama es compleja, pues en ella se entrelazan y definen diversas memorias que recogen tradiciones de la Iglesia de Jesús (su enseñanza y destino de muerte), vividas y recreadas por la comunidad, a lo largo de cuarenta años de historia cristiana, y vinculadas al destino y a la teología abismal de cristianos como Pedro (=Roca) y Pablo, en un contexto de cambios intensos, cuando el mundo en que había vivido Jesús se estaba derrumbando.

Nadie había tejido así los hilos de la trama de Jesús y de su Iglesia. Marcos lo ha logrado, desde una comunidad particular que, a mi juicio (con todas las reservas posibles), fue la de Damasco, cerca de Galilea, con la certeza de que los problemas centrales de su tiempo seguían siendo los del tiempo de Jesús y de que su evangelio iba a extenderse todo el mundo (cf. Mc 13, 10; 14, 9).

Pero, siendo muy compleja, la trama de Marcos resulta extremadamente simple, como todas las narraciones verdaderas, pues ella expone la historia mesiánica del Cristo, “Hijo de Dios” (1, 1), que padeció bajo Poncio Pilato, gobernador romano. De aquí brota su “fuerza”, aquí se funda su mensaje: Volviendo a la raíz de las visiones fascinantes (aunque menos centradas en la humana de Jesús) que habían ofrecido Pablo y otros misioneros de la generación primera de la Iglesia, y recuperando tradiciones de los grupos más cercanos a Jesús, en un momento clave (cuando todo podía derrumbarse), tras el año 70 d.C., con la ruinas del templo de Jerusalén casi humeando todavía, Marcos supo trazar en su libro la biografía pascual de Jesús Nazareno, el Crucificado (16, 6), y lo hizo de un modo tan intenso que su obra fue y sigue siendo clave todavía para entender el cristianismo.

Quien hoy lea esa historia de Marcos puede pensar que era cosa fácil de escribir, pero nadie lo había hecho previamente (que sepamos), ni Simón, a quien los cristianos llamaron Roca (cimiento de la Iglesia), ni Pablo que tantas cosas apasionadas dijo sobre el Cristo, proclamando su presencia salvadora en unas cartas de fuego (entre 49 y el 56 d.C.), mientras caminaba anunciando a Jesús desde Jerusalén a Roma. Nadie lo había hecho, sólo él, hacia el 70/73 d.C., unos quince años después que Pablo hubiera escrito su famosa carta a los Romanos, unos ocho después que Pablo y Roca hubieran sido ajusticiados (hacia el 64 d.C.), en el momento de mayor convulsión del judaísmo que parecía quedar sin cabeza (Jerusalén) y sin muchos de sus miembros, pues los cristianos y otros tendían a separarse, tras el 70 d.C.

No les faltaba a los cristianos buena reflexión de fondo. Pablo había trazado ya en sus cartas la novedad del evangelio; Roca y Jacob (=Santiago), hermano del Señor, habían desplegado también sus visiones del Cristo (aunque no las escribieron o no conservemos sus escritos). Hubo otros grandes pensadores como Apolo (cf. Hech 18, 24; 1 Cor 3, 4-6). Había buenas teologías. Pero Marcos fue el primero que, asumiendo y recreando tradiciones anteriores, trazó (narró) la historia pascual de Jesús, al que presentó como centro del cristianismo, cuando todo parecía derrumbarse, tras el 70 d.C., cuando muchos suponían que no había solución (cayó Jerusalén, su templo; no había venido Jesús como esperaban los cristianos primeros). Pues bien, en ese momento, Marcos pensó que la respuesta era contar la historia “real” (esto es, pascual) de Jesús, el mesías galileo a quien habían matado en Jerusalén, según ley, porque anunciaba y preparaba la llegada del Reino de Dios.

Esa historia suponía una vuelta atrás, pues en vez de mirar al futuro y mostrar lo que había de venir, Marcos insistió en la vida de aquel que había muerto, centrando así en Jesús (profeta campesino de Galilea) la verdad del evangelio y trazando desde Galilea (no de Jerusalén) un camino apasionante de vida y esperanza. La historia que Marcos contó de esa manera fue y sigue siendo un prodigio literario, teológico y humano: Es el relato (narración fundante) del “fracaso mesiánico” (esto es, salvador) de Jesús Nazareno, que anunció la llegada del Reino de Dios en Galilea y que fue asesinado en Jerusalén, para volver a extender su mensaje desde Galilea, como Cristo y Señor resucitado, Hijo de Dios, a través de sus seguidores.

Jesús no fue Cristo por haber “levantado en armas” al pueblo de Jerusalén, y haber vencido en la guerra final, sino por haber muerto, por fidelidad al mensaje de Dios, siendo asesinado precisamente en Jerusalén. Pues bien, mirados desde esa perspectiva, los terribles acontecimiento del 70 d.C. podían y debían entenderse como elementos de una historia salvadora, y así, en la línea de los viejos profetas de Israel (como Jeremías), Marcos pudo afirmar que la misma ruina del templo de Jerusalén formaba parte de la historia de salvación, querida por Dios, que los seguidores del Cristo retomaban desde Galilea.

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Una historia en parte semejante la había trazado, en un momento parejo de lucha y riesgo de muerte, el libro de visiones de Daniel, escrito precisamente en medio de la guerra antioquena (de los macabeos: 164/163 a.C.), cuando el templo había sido “profanado” y parecía que Jerusalén podía acabar destruida por guerras interiores (unos judíos contra otros) y por la invasión externa del rey helenista (Antíoco Epífanes de Siria). En ese contexto de guerra y de ruina (que conocemos por 1 y 2 Mac), anunciaba Daniel la venida del Hijo del Hombre celeste y el triunfo final de los israelitas justos perseguidos. Se trataba por tanto de una transformación de la derrota en victoria de Dios, en triunfo de la vida, de los oprimidos de Israel. También Marcos escribió en tiempos de crisis, pero con algunas diferencias.


(a) En contra del libro Daniel, Marcos anuncia que el mismo templo será (o ha sido) realmente destruido (cf. 13, 1-2), sin que haya venido el Hijo del Hombre para evitarlo. Según eso, la visión de la ruina de Marcos es mucho más radical que la del libro de Daniel.
(b) Conforme a la visión de Marcos, el Hijo del Hombre no es alguien que baja del cielo (ya armado, victorioso), como en Dan 7, sino un hombre real (¡Hijo de Dios!), a quien los sacerdotes de Jerusalén y los romanos han condenado por aquello que ha dicho y ha hecho (cf. 8, 31).
(c) Ciertamente, Marcos sabe que Jesús Hijo del Hombre vendrá al final del tiempo, en una línea parecida a la del libro de Daniel (cf. Mc 13, 26), pero él ha tenido y tiene una verdadera historia humana, que Marcos ha querido contar, contando su muerte (las causas de su muerte) y su resurrección.


Algunas circunstancias de los libros de Daniel y Marcos son, por tanto, semejantes (¡tiempos de gran crisis, posible destrucción de Jerusalén), pero el argumento principal y el desenlace son distintos. Según Marcos, Jesús no ha sido un macabeo que se levanta en armas contra los sirios/romanos, ni un Hijo de Hombre que baja del cielo para recibir todo el poder y la gloria sino un judío galileo que anunciaba el reino de Dios sin emplear armas para ellos y que ha muerto (ha sido asesinado) por buscarlo. En su contexto, Daniel escribió un libro de visiones apocalípticas, diciendo lo que ha de pasar, en lenguaje cifrado, apelando a la intervención de seres “sobrenaturales” (Hijo del Hombre, grandes ángeles, luchas celestes).

Marcos, en cambio, ha narrado la “historia humana” de Jesús, que no es un ser “sobrenatural”, sino el Hijo de Dios, siendo un hombre que ha buscado, proclamado e iniciado el Camino del Reino de Dios, muriendo por ello, como grano de trigo, para que así pueda florecer y extenderse la "cosecha" de Dios.

Cuando Pablo (el convertido de Damasco, que inició en aquella iglesia su tarea, entre el 32/35 d.C.) hablaba de Jesús en la última etapa de su vida misionera (49-56 d.C.),, parecían todavía más cercanas las visiones de Daniel, pues él no se interesaba por la historia de Jesús según la carne, sino por su elevación pascual y su venida salvadora desde el cielo (cf. Rom 1, 3-4; 1 Tes 1, 9-10). Marcos en cambio (escribiendo, al parecer como portavoz de aquella misma iglesia de Damasco, años más tarde: 70-75 d.C.) estaba muy interesado por la “historia carnal” (y, al mismo tiempo pascual) de Jesús, que es Mesías e Hijo de Dios en su propia vida humana, y por eso la ha contado, desde su bautismo en el Jordán (Mc 1, 9-11) hasta su muerte en Jerusalén (Mc 15, 22-47).
Marcos piensa que el mismo Jesús de la historia es el “resucitado”, Hijo de Dios.

Por eso, tras la Guerra del 66-70 d.C. (o tras el73, con la toma de Masada), en circunstancias parecidas a las del tiempo en que había escrito el autor de Daniel (recreando también tradiciones anteriores), escribió el Evangelio de Jesús, esto es, el libro de historia de aquel que ha sido ajusticiado precisamente en Jerusalén (ciudad que también será destruida, con su templo), pero que está resucitado (Jesús, no el templo), de manera que su mensaje puede y debe retomarse en Galilea
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