Una Sección Femenina de talibanes. Sesenta años de historia de España (y quizá de Afganistán)

Las fotos de portada me han traído el recuerdo de la historia y transformación de las mujeres de la Sección Femenina de España, tras la guerra y triunfo Franco (1936-1939).  Hubo en España una Sección Femenina de la Falange, cuya historia interna conozco muy bien, por referencias familiares, políticas y religiosas.

           La historia de la Sección Femenina española puede ayudarnos a entender la de Afganistán en los próximos decenios, desde una perspectiva de familia, de política y de religión. Los cambios de Afganistán, que vendrán, sin duda, aunque puedan durar algún tiempo, estarán alimentados por las circunstancias político-sociales del siglo XXI. En ellos será fundamental la intervención de las mujeres y de la religión.  Pienso que el cambio español de la Sección Femenina puede ayudarnos a entender el tema.

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Introducción

     La Sección Femenina de la Falange Española obtuvo cierta independencia, bajo la direcciones de Pilar Primo de Rivera (hermana de José Antonio) y recibió el encargo de “re-educar” a las mujeres en el auténtico espíritu del patriotismo católico español,  personificado por Fray Justo Pérez de Úrbel, que sería después Abad del Valle de los Caídos.

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  Las que yo conocí de niño eran una especie de guerreras (¿talibanas?) de la nueva y eterna “españolidad”, una, grande y libre, católica al estilo hispano, con una iglesia identificada con España y una España entendida como nuevo Jesucristo. Esa es la impresión que yo recibía de niño en el entorno.

Evidentemente es parcial. Ha habido en España muchas historias, pero ésta es la mía, y ha revivido en mi interior de pronto al ver esa foto de la Sección Femenina de la “talibania afgana”, unas mujeres que aparecen en la propaganda como expresión del régimen más puro de los talibanes.

             En el fondo de los “guerreros hombres” del Islam están una serie de mujeres, que no son simples sujetos pacientes (que sufrirán, sin duda), sino que alimentan e impulsan las transformaciones que quiere el nuevo Régimen político, familiar y religioso de Afganistán... y las que surgirán aunque el régimen no lo quiera. Al menos así lo he sentido, al ver las fotos.

            De una forma parecida, aunque con bandera distinta, veía yo a las directoras, es decir, a los “mandos” de la Sección Femenina de la Falange Española en mi primera infancia. Soy del 1941. Una imagen como ésa es la que yo tengo de los años que van desde el 1945 al 1950.  Luego he conocido con cierta precisión sus haceres y sus cambios, y su transformación final, hacia finales del siglo XX, con una sensación de deber cumplido y de fracaso, a veces con rabia y desencanto hispano y católico, como podrá ver quien siga leyendo.

La Sección Femenina: el ideal de mujer perfecta en el franquismo

Estoy seguro de que las descendientes de estas mujeres de la Nueva y Eterna Afganistán cambiarán también, desde su propia identidad de mujeres, desde el Islam y la nueva historia. Espero que no tengan que pasar para ello sesenta años.   El cambio será largo, como en España,  pero me parece irremediable. Así lo quiero contar en las reflexiones que siguen. Son mi historia, sesenta años de historia, quizá una parábola de lo que puede pasar en Afganistán, desde dentro.

            Mi historia se divide en tres partes. (1) Recuerdos de infancia. (2) Cambio político de varones. (3) Cambio religioso de mujeres de la Sección femenina.

1.RECUERDOS DE INFANCIA

1945-1949. En manos de la Sección Femenina

Son mis “bautismo político-social”:  Mi madre maestra republicana, juzgada tras el 39 por un tribunal de guerra, la sanción posterior, la escuela en la alta montaña pasiega, entre Cantabria y Burgos. Son los recuerdos que marcan la memoria y vida de un niño entre los cuatro y los diez años, palabras semi-escuchadas, otras adivinadas… con los nombres “míticos” de las Delegadas de la Sección femenina (Riestra, Rodríguez…), que decidían nuestro destino, de un modo irracionalmente racional.

Búscame en el ciclo de la vida: 383. La Sección Femenina.

    Ellas aparecían como una especie de “dios oculto” y caprichoso del que dependía nuestra vida, vinculada a una visión también mítica de España, una entidad “sagrada” de tipo casi supremo (digo casi porque, gracias a Dios, siempre sentí que había un Dios por encima). No, no iban con burka, ni vestían con faldas de ocultamiento, pero eran igualmente misteriosas. De ellas dependía la vida de muchos hombres, mujeres y niños…

            Ellas no eran “súbditos”, sino “mandos”. Mandaban mucho, aparecían como representantes de un dios mundano llamado el “régimen”. Nosotros, mi madre, mis hermanos… y la mayoría de los niños del pueblo pasiego éramos “súbditos”, sometidos, por algún destino adverso. Era mi impresión, así la pongo.

1949-1950. Coros y danzas del Monte Ayala, propaganda de la Sección Femenina

Junto a la impresión anterior, más relacionada con mi madre, estaba la de mi padre, jefe de máquinas de un barco de cabotaje, que transitaba por mares lejanos, donde al parecer no mandaban los “mandos” de la Sección Femenina, hasta que el año 1940-1950 el Gobierno de España o la Sección Femenina  tomó el mando del barco, llamado Monte Ayala, y lo puso al servicio  de una larga gira de propaganda de los Coros y Danzas de la misma Sección Femenina por los países de América latina que quisieran recibirles.

(Sobre ese viaje de propaganda de Coros y Danzas  en el que navegaba mi padre se ha escrito después una interesante novela de intriga, que será bueno leer).

            Había “países buenos” que recibían a los Coros y Danzas  (desde Panamá hasta Argentina), y otros que no (como México etc.). Yo sentí mucho lo del viaje de propaganda, porque mi padre tardó más en volver, casi unos ocho meses, llevando en “su barco” a cientos de adolescentes cantores y bailadores folklóricos de la España Nacional.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

        Cuando volvió mi padre supe algo de la finalidad y sentido del viaje, del “mando” de los “mandos” de la Sección Femenina, del tipo de propaganda, con el recibimiento o no recibimiento en los puertos (con hostilidad de españoles repatriados por opuestos al régimen). Sentí (o creí sentir) que en el barco iban escondidos alemanes misteriosos a los que llamaban nazis. Sentí también que mi padre no se sentía nada feliz de ese viaje.

            Esas fueron mis dos relaciones principales con los mandos de la Sección Femenina, un tipo de mujeres al servicio de un tipo de régimen impuesto.  No logré aclarar todas mis ideas, aunque el año 1951 permitieron a mi madre volver a Euskadi, con escuela “parcialmente” integrada en el plan general de “escuelas nacionales”.  Pero mi padre enfermó y esa fue nuestra mayor preocupación y dolor. Murió en año 1954… y yo entre de adolescente, acabado el cuarto de bachillerato, en la Orden de la Merced, en la lejana Galicia, donde no se hablaba de Sección Femenina, pues daba la impresión de que el convento era una especie de Sección Femenina sacralizada en forma de vida religiosa masculina.

            Quizá no era así, pero era mi impresión… Lo peor era que no se pudiera decir, compartir, discutir…. Fueron diez años de “Silencio Estricto”, un silencio a mi juicio (para mí) morboso, como si el mismo Dios se identificara con un tipo de régimen franquista y con una sección femenina universal.

2. 1970-1976. UN CAMBIO POLÍTICO. Declive y muerte anticipada de la Sección Femenina.

Me ordené presbítero el año 1964, y tampoco me enteré de casi nada. Me hice doctor el teología el año 1866, y tampoco supe (o quise saber) nada, aunque sabía todo lo posible sobre el amor y la mística en Ricardo de San Víctor  y sobre otros temas escolares de teología dogmáica. Estudié Biblia en Roma, durante tres años, y el  año 1970,  volví volví de profesor al Teologado Mercedario de Poio, Pontevedra, donde organizamos, ese mismo año un Congreso sobre Amor Ruibal, al que invité personalmente a D. José Filgueira Valverde, que fue alcalde de Pontevedra y Diputado de las Cortes Españolas.

            Era un “franquista de pacto”, un liberal, de gran cultura, alcalde de Pontevedra, diputado a las Cortes Españolas, galleguista de fondo, “regionalista”, demócrata esperando el cambio de régimen.  En ese momento era uno de los encargados de la “regularización” de los funcionarios (maestros, profesores) republicanos que habían sido sancionados tras la guerra, entre ellos mi madre.  Fui a invitarle como ponente al Congreso, en el que leyó una digna ponencia sobre las relaciones intelectuales entre Amor Ruibal y su entorno gallego.

            Unos días más tarde fue al Ayuntamiento a llevarle personalmente el “sobre” y a recibir los papeles de su intervención. No lo quiso admitir de ninguna manera. Tenía tiempo, quería hablar conmigo. Fue una de las conversaciones políticas más largas y luminosas de mi vida.

              Me preguntó si tenía tiempo libre y quiso hablar conmigo de la situación de los maestros y profesores “sancionados” como mi madre, de la que él sabía mucho, quizá el que más en España.  Yo no hubiera sacado el tema, lo sacó él. Me dijo quera un asunto urgentísimo, que antes del final del régimen de Franco había que solucionar el tema de la división entre funcionarios y profesores “nacionales” y republicanos, vascos y (o) catalanes y gallegos.

            Él había pertenecido a un partido político galleguista que en el momento del Alzamiento (1936) había optado por Franco, por miedo a la izquierda gallega. Era franquista de conveniencia, le tenían de Alcalde de la ciudad y de Diputado a las cortes de Madrid, porque necesitaban hombres como él, pero era un gran liberal, fino intelectual, convencido de la necesidad de un cambio fuerte en la política española.

            Tenemos que ofrecer, me dijo, una cultura común, abierta a la libertad, a la diversidad, entre todos, por la paz y la verdad.  Me terminó diciendo que le dijera a mi madre que iba a hacer todo lo humanamente posible por la paz, la libertad y la igualdad en la enseñanza, sin tutelas de la Sección Femenina, ni de ningún partido político…. Una enseñanza independiente, valiosa. Así me dijo: La Sección Femenina ha terminado, tiene que terminar inmediatamente. No podemos dejar la Enseñanza de la Juventud y la promoción de la mujer en manos como esas…

1996: El viejo profesor José Filgueira Valverde, nombrado hijo predilecto  de Pontevedra

            Fue la primera vez que hablé abiertamente del tema. Tuve la certeza que el régimen de Franco estaba la muerto por dentro. Podrían pasar unos años (pasaron 6 ó 7) hasta que las cosas se arreglaran (por la muerte de Franco). Pero la suerte estaba echada. Él y otros muchos como él votaría en contra de la continuidad del régimen franquista.  No sé por qué me decía eso (quizá porque yo conocía bien a su hijo, que solía venir por Poio), o porque había seguido un poco mi trayectoria intelectual. Yo le crí.

            Me aseguró que las cosas se iban a “arreglar” muy pronto, que la enseñanza iba a dejar de estar en manos de la Sección Femenina de la Falange… y así fue.  Las cosas fueron algo más lentas de lo que pensaba el Sr. Filgueira, pero se hallaban maduras para que, a la muerte de Franco, dejara de funcionar de hecho la Sección Femenina. Mi madre fue regularizada y yo pensé que no volvería a tener contacto con la Sección Femenina.

3. 1996-2001. HISTORIA DE PURI. DESINTEGRACIÓN INTERNA DE LA SECCIÓN FEMENINA.

Las cosas funcionaron, aunque de de un modo algo distinto con la muerte de Franco (1975).  La Sección Femenina dejó de existir, aunque continuaron realizándose algunas de sus funciones y muchas de las personas que habían formado parte de ella siguieron teniendo un influjo social, con grandes cambios.  Así tuve la gran suerte de conocer, pasados veinte años, a una de las mujeres más significativas del movimiento.

    Se llamaba Purificación Barrios, era natural de La Gargante, un alto pueblo de la provincia de Cáceres, enclavado en la pura sierra de Béjar. Había nacido en torno al 1921, de una familia acomodada de campesinos y ganadores. Tenía unas tías en Toledo donde le mandaron a estudiar bachillerato. Allí le “cogió” al Alzamiento del 1936, de forma que pasó unos años de su adolescencia en la ciudad del Alcázar, bajo mando republicano.

            Terminada la guerra, el año 1939 pudo estudiar Derecho en Madrid, donde fue compañera de M. Fraga Iribarne, y amiga personal de la que fue su esposa. Acabada la carrera, se integró en la Sección Femenina, siendo una de las personas más valoradas por Fray Justo (el P. Justo Pérez de Úrbel), benedictino, luego Abad del Valle de los Caídos, “director espiritual” y promotor del Catolicismo Hispano. Fue también amiga y protegida de D. Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, y directora de la Sección Femenina.

(Para conocer la historia de la Sección Femenina, cf. obras  de Josefina Cuesta a la  que he dedicado una larga nota en RD, con ocasión de su fellecimiento).

      Del P. Justo y de Doña Pilar recibió su “formación nacional cristiana”. Fue gran cristiana, seguidora del Cristo Español, pero, sobre todo, una mujer entregada en cuerpo y alma a la formación de las mujeres en la Sección Femenina de Salamanca. Fue durante muchos años un “mito” en la ciudad, quizá la mujer más importante de la trama socio-religiosa de Salamanca.  Ella misma escogió a los mercedarios de la Vera-Cruz como profesores de religión para los cursos y la educación de la Sección Femenina de Salamanca y provincia. Así la conocí, como “mito y símbolo” en mis años de estudiante en Salamanca (1964-1967), aunque no tuve ningún trato personal con él.

            Tampoco la traté en mis primeros años como profesor (1973-1996).  Pero ese año (1996) me encargaron de la enseñanza Religión y Religiones en la Universidad de la Experiencia de la Pontificia. Y así entré en contacto con ella. Se me presentó como alumna y dialogamos mucho, en los cinco años siguientes, hasta que su salud se fue deteriorando y los sobrinos la internaron en una residencia de ancianos. Por ella sé todo lo que sé de la Sección Femenina.

  1. Me contó con admiración sus relaciones con el P. Justo y con Pilar. Ellos siguieron siendo sus referentes patriótico-religiosos durante cuarenta años… Ellos fueron los garantes de su religión, entendida y vivida más como ideología nacional sagrada que como experiencia espiritual y/o evangélica. Les recordaba con inmenso cariño, pero su visión de España y del Cristianismo fue cambiando… Lo único que no cambió fue su pasión por la enseñanza y, de un modo especial, por la educación de las mujeres.  Al final de su vida, su mayor empeño era que las mujeres pudieran ser independientes, libres, autónomas.
  2. Le interesaba muchísimo el cristianismo… pero ya no podría creer en el Cristo hispano de Fray Justo… De manera muy significativa, al ir perdiendo al Cristo hispano estaba “perdiendo” al Cristo cristiano… Por eso le interesaba la religión, las religiones, en especial el budismo, el hinduismo, el tao, el Islam. Así lo mostró desde el primer día escuchando, copiando, reelaborando mis clases sobre religiones.  Copió mis apuntes, los que ya daba fotocopiados a los alumnos (recogidos después en un libro titulado Las grandes religiones…).  Cristo terminó siendo para ella un fundador inmenso de una religión distinta, muy distanta de lo que le habían dicho Pilar y Fray Justo, un hombre de Dios, en la línea de otros. Así me decía que se había vuelto Cristiana Universal…
  3. En ese camino de “universalismo cristiano” terminó dejando la pertenencia externa a la Iglesia Católica. Me terminó confesando que le había “engañado”, que el camino que había recorrido desde el pueblo tradicional de montaña, pasando por el Toledo sitiado y los largos años de servicio y mando en la Sección femenina… le estaban enseñando al fin la verdad. “No, Xabier, la verdad no es lo que tú nos dice en tus clases… Eso lo estaba yo sintiendo a lo largo de los últimos veinte años… Lo que tú nos dices me sirve sólo para confirmar lo que yo estaba sintiendo….”. Así descubrió admirada que la “revolución católico-nacionalista hispana” que ella había promovido como nadie tenía que ser (y en el fondo había sido) una revolución por la libertad de la mujer, por una iglesia universal de la humanidad, una iglesia de la verdad, de la fraternidad, de le educación… sobre todo de la educación, una iglesia que no era la del obispo y los “curas” de Salamanca.
  4. En ese cambio influyó un famoso confesor-director con el que se había “confesado y dirigiendo” durante años, casi por oficio, como Delegada de la Sección Femenina Resultó que un día fue a confesarse y le contó que había visto la famosa película Gilda(1946, dirigida por Charles Vidor, con Rita Hayworth y Glenn Ford…), que se puso en España unos años después. El confesor empezó a reñirle y mandarle penitencias extrañas por ver películas como recomendables y pecadores. Sin acabar la confesión, ni recibir la absolución, ella se machó de la iglesia… y me dijo “hasta el día de hoy”. Me preguntó como teólogo “que me parecía” y le dije que fuera fiel a su conciencia, que no se dejara cambiar en ese campo por ningún confesor…  En ese momento añadió: Prometí no confesarme, ni ir a misa (a no ser a misas oficiales) nunca más en mi vida... Creo que cumplió su promesa. Hablamos muchos del tema, era una inmensa cristiana, pero no de un tipo de iglesia ni patriótica ni moralista.
  5. Influyó también en el cambio otro “famoso” presbítero que le propuso amores ocultos… Ella, amiga de Fray Justo y de Pilar Primo de Rivera se sublevó ante una petición como esa, y juró educar a las jóvenes de la Sección femenina para la libertad y autonomía…Sintió que había un tipo de religión política que al fin acababa sometiendo a las mujeres como ellas. La sección femenina “católica y española” de la postguerra y de sus muchos años de directora en Salamanca tenía que convertirse, según ella, en un “servicio a la mujeres” oprimidas y utilizadas, por pobreza, por falta de cultura o por mala religión. La Sección Femenina se convirtió para ella en plataforma para servicio de la libertad y cultura de las mujeres hispanas.
  6. Fue madurando en ternura, en humanidad, en respeto… Me dio muchas veces las gracias por escucharle, simplemente por escucharle, por haberle enseñado cosas de religión, de religiones, por no decirle nunca que se confesara o fuera a misa. Fue madurando con persona, mientras se iba deteriorando su salud, la internaron en una residencia donde iba a verle de vez en cuando. Fue para mí el signo del cambio interno y externo de muchas mujeres de la Sección Femenina. Me hubiera gustado que conociera a mi madre y que hablaran, las dos ya mayores, de las dos Españas y de la posibilidad de un diálogo entre ellas.. Le presenté un día a Mabel, que fue después mi mujer. Me sonrió con ternura y me dijo sólo: Sed libres, sed felices… Murió sola en una residencia. Con ella moría más de medio siglo de historia española… una mujer de Sección femenina, convertida en testigo de libertad para las mujeres.

Conclusión

Ésta “historia” de la Sección Femenina de la Falange española me ha venido a la mente tras ver las fotos de las tres mujeres de la “sección femenina” de los Talibanes de Afganistán. Espero que no necesitan 60 años para cambiar y liberarse… Espero que sean ellas, desde dentro, las mujeres de Afganistán las que hagan un cambio al servicio de ellas mismas, de los hombres y los niños de Afganistán. Espero que el motor más hondo de su “revolución” sea un Islam de fondo, de verdadero fondo”, al servicio de la humanidad.

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