La gente que necesitamos

--No necesitamos

gente que conquista el plantea con su esfuerzo y dice “yo soy porque puedo y lo he logrado”, y pierde así su “alma” (¿que vale ganar todo el mundo…? ) y de esa forma destruye a los que acampan a su lado o caminan más despacio…

¿Qué vale ganar Wall Street, como en la película famosa, si uno al fin, tras ganar la calle del dinero, ya no es nada, nada vale, y se ha quedado sólo, tras haber utilizado como un trapo que se tira a sus hermanos?


-- Necesitamos con urgencia:

Pacificadores, mujeres y hombres que abres espacios de paz, lugares verdes para el encuentro, ángulos y mugas donde unos y otros pueden venir y sentarse

Sanadores, mujeres y hombres que acojan y escuchen, sin juzgar de antemano, pues escuchando y acogiendo se cura a los que van y vienen sin descanso, hostales-hospitales de humanidad, en la vereda y en la plaza

Restauradores… como aquellos de los que hablaba Isaías el profeta, para edificar las ruinas desoladas de los pueblos y las casas por donde ha cruzado la llama del odio, para vendar heridas y recrear esperanzas en las ciudades y los campos vacíos de alma

Narradores de historias que animan y entonan, historias de mujeres y hombres que han amado y esperado, que han prometido y creado caminos de paz… Que se crucen y fecunden las historias, que se iluminen unas a las otras (las del Cristo Galileo y las de Buda Sakyamuni, la de Muhammad Mecano… y las de tantos y tantos que han vivido para hacer posible más vida…

Amadores/amantes y amados… personas que dispuestas a responder a la herida del amor con la que nacemos, para vivir pacificando y sanando, restaurando y contando a los demás la propia vida, para escuchar también la vida de ellos y escucharnos y así querernos. Porque la vida nos ha hecho “oyentes de la palabra”, peregrinos del amor, en este pequeño mundo, un planeta errante que da vueltas en torno al sol, hasta encontrarle un día y encontrarnos a nosotros mismos en el amor.
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