Otras relaciones humanas (Pedro Zabala)
Desde ese fondo, mientras dejo descansar a los lectores, en la semana final del Adviento, desde el entorno y principio de la Navidad, quiero ofrecer a lectores y amigos este preciso y concreto trabajo que me ha enviado Pedro Zabala.
Trata de la posibilidad de crear otras relaciones humanas, quizá sin necesidad de montar en nuestra cabalgadura a ningún caído del camino, pero bajando de ella, caminando a pies, con hermanos, amigos y ciudadanos de diverso tipo.
Ciertamente, otras relaciones son posibles, si empezamos a vivir de un modo distinto, partiendo no sólo de aquello que nosotros queremos, sino de aquello que quieren y piden los otros.
Pedro, a tí mi saludo agradecido, y contigo a todos los amigos del blog.
OTRAS RELACIONES HUMANAS
Pedro Zabala
Hay una polémica, vieja y falaz, sobre si para para cambiar el mundo, primero tiene uno tiene que cambiarse a sí mismo por dentro o si primero hay que mudar el ambiente para que puedan cambiar los individuos. Es falaz la discusión porque parte de un supuesto erróneo: no somos entes aislados, sustancias en el lenguaje de la filosofía helena, sino relaciones. Con más precisión, cada uno de nosotros somos un nudo de relaciones: he llegado a ser un YO gracias a mis intercambios recíprocos con otros TÚS. Si esto es así, cambiar el entorno y cambiarme a mí son dos caras de un mismo proceso, indisociables una de la otra.
La aspiración hacia la felicidad es universal. Y la limitada y precaria a la que podamos aspirar en esta vida depende en gran medida de la calidad de las relaciones que entablamos con nuestros semejantes. Sartre decía que el infierno son los otros. Claro que también pueden ser el cielo. La publicidad lo sabe y lo emplea para que consumamos los productos que anuncia, pues parte del supuesto de que hace tiempo que hemos renunciado a pensar y que aceptamos todo lo que digan, si está bien presentado. El consumir fibra que facilita el tránsito intestinal, ¿nos llevará a mejorar nuestras relaciones de pareja?. El poseer un coche de alta gama o un móvil de última generación ¿es garantía de felicidad?. El depositar sobre nuestro cuerpo unas gotas del perfume más caro, ¿hará que la mujer o el varón más seductores caigan rendidos a nuestro encanto?. El éxito de las redes sociales que nos permite granjearnos un número creciente de "amistades", ¿permite entablar relaciones personales con tantas personas que incrementen nuestra felicidad?.
La sociedad de la que formamos parte está compuesta básicamente de dos tipos de relaciones: unas asimétricas, en el que los roles o están marcados por una relación desigual (gobernante-gobernado, médico-paciente, profesor-alumno, empresario-trabajador, etc., etc.) o de prestación de una mercancía o servicio a cambio de una remuneración (vendedor-comprador, arrendador-arrendatario, etc.); hay otras, en cambio, en que el aspecto de una gratuidad, más o menos igualitaria, es el que predomina (familiares, amistosas, vecinales,etc.).
Pero en todas en ellas, se dan los conflictos, hay quienes oprimen y maltratan, abusando de su posición y hay víctimas que sufren. Claro que existen también los cómplices que, por miedo o provecho, con su asentimiento o silencio, perpetúan los abusos e injusticias.
¿Qué podemos -debemos- hacer para mejorar todas las relaciones humanas en las que estamos envueltos?. González Faus propone cuatro actitudes básicas:
Respeto,
sonrisa,
cercanía igualitaria
y escucha.
Sólo la consideración del otro, como persona dotada de una dignidad sagrada, como hijo de Dios desde una perspectiva creyente, y, aunque sea sólo desde una meramente humanista, como titular de unos Derechos Fundamentales inalienables e imprescriptibles, puede garantizarse una calidad de relaciones humanas.
El siguiente paso es la acogida, iniciada por la sonrisa ante la contemplación del rostro de la persona cuya aproximación es una interpelación a una relación fugaz o continuada.
La cercanía igualitaria, el reconocimiento de que nadie es más que nadie, en lo básico nuestra dignidad esencial nos iguala, por grandes que puedan parecer las diferencias.
Y la escucha, la capacidad incluso de "escuchar a aquel que nos desarma, que rompe nuestras seguridades".
Estas actitudes no son una utopía inalcanzable. Suponen un esfuerzo consciente y progresivo para perfeccionarlas, Ejercerlas con quienes nos caen bien parece fácil, pero extenderlas a todas las personas con las tenemos algún contacto es lo difícil. El afecto y la palabra son el eje de toda comunicación verdaderamente humana. El diálogo compuesto por las dos vertientes de la comunicación, la oral y la no verbal, es lo que nos permite avanzar en la calidad de nuestras relaciones. Cuando se pretende el diálogo entre quienes opinan de distinta manera surge el problema, si ambas partes se creen la posesión exclusiva de la verdad y tratan de imponer su criterio y no de avanzar juntas hacia un discernimiento mejor.
Cuando la relación se hace tan tensa y conflictiva que vulnera la dignidad de una persona, se lesionan sus Derechos Fundamentales, por el bien de la víctima e incluso del victimario, hay que decir BASTA y romper esa relación malsana. Y si aquella no quiere o no puede, los demás, la sociedad organizada debe ayudarle a hacerlo. Y si las cadenas se institucionalizan en un sistema opresor en el que una minoría esclaviza, empobrece, envilece, degrada y desespera a las mayorías en este mundo globalizado, la indignación y rebeldía de las personas conscientes a través de la denuncia y de la resistencia no-violenta, ¿no es un deber inexcusable, si queremos alcanzar la felicidad de una conciencia en paz consigo misma?.