25.7.25. Fiesta de Santiago (y Juan) Zebedeo: Los que se creen jefes los tiranizan y los grandes los oprimen, no hagáis así vosotros (Mc 10, 4243).

Santiago (=Jacob, Jacobo) Zebedeo, al que suelen llamar Mayor (para distinguirle de Santiago Menor, hermano de Jesús, que sería más bajo de estatura. Este Santiago el Grande o Mayor era  hermano de Juan Zebedeo. Ambos forman la rama política privilegiada del movimiento de Jesús.

Debían ser de familia importante, tenían un negocio de barcos y pescado, Eran del grupo de los zebedeos, bien conocidos en la zona.

Quisieron enseñar a Jesús, darle una lección de política a Jesús, de política total, de izquierda y de derecha,  y así se lo dijeron. Jesús les escuchó, no les echó de su lado, les diño la lección de política más honda de todos los tiempos, como seguiré indicando.

Dicen algunos que Santiago llegó hasta España para enseñar política (como quiso venir también San Pablo, cf. Rom 14-15). 

Desde ese fondo, al trasluz del "peligroso" paradigma zebedeo, quiero presentar el proyecto de evangelio que Jesús propone  a Juan y Santiago. Si la iglesia rechaza ese proyecto se destruye a sí misma

Resultado de imagen de Santiago, pórtico de la Gloria, Compostela

Introducción. Los zebedeos, Santiago

Este Santiago, a quien la tradición llamará el Mayor, para contraponer a al otro Santiago, llamado el Menor, tiene que haber sido un miembro importante de  la iglesia, uno de los dirigentes de la comunidad primitiva de Jerusalén, pues Hech 12, 2 afirma que el rey Agripa (41-44 d. C.) le hizo matar, como supone de un modo indirecto Mc 10, 39, donde Jesús le asegura que será capaz de beber su cáliz, lo mismo que su hermano Juan.

Una tradición posterior, fundada en las teorías apocalítpticas deBeato de Liébana, le ha vinculado con la ciudad hispana de Santiago de Compostela, donde estaría enterrado, al occidente del mundo antiguo, lugar que se ha convertido en uno de los santuarios preferidos de la cristiandad. 

Según la tradición de los sinópticos (no del evangelio Juan), los "zebedeos, Santiago (=Jacob) y Juan forman parte del núcleo  de los primeros llamados (Mc 1, 19) y aparecen como miembro del grupo de los tres o cuatro discípulos preferidos de Jesús (cf. Mc 1, 29; 5, 37; 9, 2; 13, 3; 14, 33 par), cuya historia he precisado en otro lugar (comentarios a Marcos y Mateo).

Jesús (o la primera tradición de la iglesia) les ha dado el nombre de Boanerges, hijos del trueno (Mc 3, 17), quizá por su ardor mesiánico (vinculado al fuego de Dios), aunque es posible que la palabra «trueno» se utilice en sentido apocalíptico(cf. Ap 10, 3-4; 11, 19; 16, 18). Ellos serían testigos apasionados de la obra de Jesús, preparando en Jerusalén la llegada del Reino de Dios.

La admirable restauración del Pórtico de la Gloria de la Catedral de ...

También les encontramos entre aquellos que quieren ocupar los primeros puestos en el Reino (cf. Mc 10, 35.41) y quieren que el fuego de Dios destruya a los que no reciben a Jesús, en especial a los samaritanos (Lc 9, 54. En esa línea, Santiago y Juan han sido fuertemente criticados por Jesús (según Marcos y Lucas).

-- Santiago representa en esa línea una iglesia de poder, una iglesia que espera a Jesús, que llegará muy pronto, en Jerusalén, para instaurar un Reino Universal, de tipo socio-político y religioso. Así aparece varias veces en los sinópticos, especialmente en el evangelio de Marcos.

-- Santiago y Juan (con Pedro) han sido testigos de algunos gestos de Jesús ("resurrección" de la Hija de Jairo...: Mc 5) y ha recibido en el Tabor la promesa y garantía de la resurrección de Jesús (Mc 9), aunque ha corrido el riesgo de entenderla en línea de toma de poder.

Santiago Mártir. Le condenó Agripa, el mejor político de entonces

 Era ambicioso, quería poder... pero era generoso y arriesgado,  dejándose matar por el Reino de Cristo, aceptando paradójicamente la muerte... v

 Fue como digo Santiago ha sido  no de los dirigentes de la comunidad primitiva de Jerusalén, pues Hech 12, 2 afirma que el rey Agripa (41-44 d. C.) le hizo matar porque le pareció un hombre peligroso para el orden del reino.

𝘾𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩𝙖𝙧𝙞𝙤 𝙖𝙡 𝙚𝙫𝙖𝙣𝙜𝙚𝙡𝙞𝙤 𝙙𝙚 𝙈𝙖𝙧𝙘𝙤𝙨 - 𝙓𝙖𝙗𝙞𝙚𝙧 𝙋𝙞𝙠𝙖𝙯𝙖 | Libros Cristianos y ...

Recordemos que Agripa era uno de los políticos más importantes de Roma, un hombre ilustrado, amigo íntimo del emperador Claudio, quizá el mejor emperador  de Roma.  Murió muy pronto, el año 44/45... y desde entonces la vida se hizo irrespirable e Israel-Palestina,  hasta que estalló la más dura guerra de oriente 867-70 d.C)

Así lo cuenta Lucas

 En aquel mismo tiempo el rey Herodes Agripa echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.2 Y mató a espada a Santiago hermano de Juan.3 Y viendo que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro (Hech 12, 2).

Este Santiago actuó en la iglesia de Jerusalén como miembro del "lobby más político/social de Jesús"... Y así lo vio el rey Agripa, a quien el emperador Claudio había hecho  rey de 41 d. C., con el intento fracasado de “pacificar” todo el territorio de Israel/Palestina… Y para dar “ejemplo” contentar a otros "lobbis" judíos le mando ejecutar, queriendo matar también a Pedro.

(Claudio era el Trump de entonces y Agripa era Netanyahu, pero infinitamente más inteligentes que los actuales.

Agripa mandó matar y mataron a Santiago,,, Pedro se escapó, como cuenta de un modo novelado Lucas..., Pablo andaba lejos.... Agripa murió pronto, repentinamente, Claudio también, llegó Nerón, llegaron otros peores,  empezó una especie de guerra mundial entre romanos y judíos. Pero volvamos a la lección política de Jesús a Santiago y su hermanó Juan  que eran entonces los polis-milis de la Iglesia.

Pedro logró escaparse, con la ayuda de un "ángel", es decir, de buenos amigos en la administración judía, como indica con toda precisión Hechos 12. 

Conforme a la indicación de Mc 10, dirigida a Santiago y a su hermano Juan…. (mi cáliz beberéis…) da la impresión de  también Juan fue ejecutado por cristiano peligroso… y pudo ser, pero mucho más tarde, según la tradición, pues en en concilio de Jerusalén (año 49, Hch 15 y Gal 2),  

Juan participa junto a Pedro en el grupo “pro-judío”  del Concilio de Jerusalén, el año 49 d.C., como dice con toda precisión san Pablo en Gal 2, cuando presenta al triunvirato cristiano de Jerusalén, formado por  Santiago el pequeño, hermano de Jesús (a Santiago Mayor le habían matado 15 años atrás, el 44/45), Pedo y Juan Zebedeo..  

¿, Santiago en Compostela?

Es prácticamente imposible que este Santiago saliera de Jerusalén para venir en cuerpo mortal a Zaragoza (donde la visitó la Virgen del Pilar) y para llegar hasta Compostela, de donde volvió a Jerusalén .

Portrait of St James of Compostela posters & prints by Spanish School

Durante 10 años (del 30 al 40 d.C.), Santiago Zebedeo fue con Pedro y con su hermano Juan dirigente máximo de la Iglesia de Jerusalén (siendo condenado a muerte precisamente por ello; que los discípulos pudieran trae más tarde su cadáver a Compostela es difícil, pero no imposible).

-- Durante esos años (30-40 d.C), la Iglesia de Jerusalén no mandó misioneros por el mundo, cosa que empezará a hacer sólo tras el Concilio del 49/50.... Cuando al fin de la carta a los Romanos Pablo dice que quiere llegar a España está suponiendo (=afirmando) que ningún cristiano ha llegado antes allí como misionero.

Pero la tradición posterior ha hecho bien (simbólicamente) al llevar a Santiago Zebedeo por Zaragoza (revelación de la Madre de Jesús como pilar de la iglesia hispana) hasta a Compostela… para volverle a llevar de muerto a Compostela, conservando allí su cuerpo (su memoria) como signo de la misión occidental del evangelio, hasta los límites de Finis-terrae, fin de la tierra.  donde está enterrado en sentido simbólico muy profundo, en un campo de estrellas.

:: Editorial Verbo Divino :: Evangelio de Marcos - PDF

Esa ha sido para la iglesia de occidente la primera peregrinación "espiritual", simbólica... respondiendo al ardor de Santiago Zebedeo, el primer apóstol que muere por defender a Cristo (siendo como era ardoroso, incluso en sentido político/militar, como le verá más tarde la tradición de Compostela).

Esa tradición posterior, que aparecen en los escritos apocalípticos de San Beato de Liébana, le ha vinculado desde el siglo X/XI con la ciudad hispana de Santiago de Compostela, donde estaría enterrado, al occidente del mundo antiguo, lugar que se ha convertido en uno de los santuarios preferidos de la cristiandad. Santiago aparece así como otro Pablo... Apóstol de Jesús que llegó con el evangelio militante al extremo de la tierra conocida. Ciertamente llegó "en espíritu", y sigue estando en Compostela, recibiendo a todos los que van... 

Un tema abierto.

De la identidad de Santiago Zebedeo y de su audacia política arriesgada y de su martirio (el primer martirio político cristian, el de Esteban: Hech 6-8  ha de entenderse de otra forma) depende el futuro de la Iglesia, no sólo de la iglesia compostelana (donde se conserva su memoria), sino de la Iglesia universal... pues a partir de la muerte de Santiago Zabedeo, convertido al fin a Jesús, (hacia el 41 d.C.) comenzó la gran salida de Pedro y Pablo, que ha llegado y sigue llevando el evangelio a todos los pueblos de la tierra.

Juan, el otro Zebedeo

Juan Zebedeo, tras la muerte de Santiago, aparece en dos momentos básicos de la historia de la iglesia.

Pablo (Gal  2,9) le presenta como una de las columnas... de la iglesia de  Jerusalén, con Pedro y con Santiato, el hermano de Jesús, el año 49, Concilio de Jerusalén 

Marcos l9, 38 le presenta oponiéndose al exorcista no comunitario, que echa demonios  en nombre de Jesús, pero no forma parte de su grupo

Santiago y Juan  quieren mandar fuego contra los enemigos (lc 9, 51-56). Santiago y Juan  siguen siendo recordados en la iglesia antigua como miembros del grupo político-militar de Jesús, dispuesto a matar a los enemigos. Así lo recuerda Lucas, el historiador:

Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53Pero no le recibieron, porque iban a hacia Jerusalén. 54Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». 55Él se volvió y les riñó diciendo: No sabéis de que espíritu sois  (Lc 9, 51-56)

LECCIÓN POLÍTICA DE JESÚS A SANTIAGO Y JUAN, LOS ZEBEDEOS:

El Apóstol Santiago a caballo - Colección - Museo Nacional del Prado

Mc 10, 35-45

(a. Petición) 35 Y se le acercaron Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole:
- Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.
36 Jesús les preguntó:
-- ¿Qué queréis que haga por vosotros? 37 Ellos le contestaron:
-- Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria.

(b. Respuesta) 38 Jesús les replicó:
-- No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que  

10, 35-37 Petición zebedea:  derecha e  izquierda, todo el espectro político

35 Y se le acercaron Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte. 36 Jesús les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? 37 Ellos le contestaron: Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria.
Como representantes de la lógica del mando ha presentado Marcos a Jacobo y Juan, los primeros conspiradores de la iglesia, que utilizan a Jesús para saciar su sed de jerarquía. No buscan algo nuevo, insisten en la línea anterior de búsqueda de “poder”, de Roca (es decir Pedro) o de los Doce (9, 33-34; cf. 8, 33). Juan es sin duda un reincidente, pues ya quiso controlar el Nombre de Jesús, impidiendo que un exorcista no comunitario pudiera valerse del nombre de Jesús (9, 38-41). Ambos son “hijos del trueno” (3, 17), en línea de fuego y violencia, pues quisieron que el fuego del cielo destruyera a lo samaritanos, un día que no quisieron recibirles (cf. Lc 9, 54).

Habían sido llamados al principio para la pesca final (1, 16-29); unidos a Roca, acompañaron a Jesús en la “resurrección” de la hija del Archisinagogo (5, 37) y en la transfiguración (9, 2). Por eso, al pedirle ahora un puesto a la derecha e izquierda de su gloria, parecen responder con confianza a su confianza.

Es lógico y bueno lo que piden (estar siempre al lado de Jesús), pero lo piden con lógica de mando, elevándose sobre el resto de los discípulos, y sobre todos los que forman el reino de Jesús, ocupando los puestos fundamentales “en su gloria” (en tê doxê sou), compartiendo su poder o su realeza. Es evidente que, siguiendo el orden en que aparecen siempre, Jacobo (¡quizá el mayor!) ocuparía el trono o asiento a la derecha de Jesús y Juan a su izquierda. Así formarían con Jesús el triunvirato del Reino.

Pueden pensar en un reino político, que se instaurará en Jerusalén, tan pronto como lleguen (a pesar de los anuncios de derrota y muerte de Jesús). Pero también pueden pensar (dentro del contexto actual de Marcos) en el Reino del Hijo del Hombre, que ha de venir de forma gloriosa, conforme al mensaje de Dan 7, 9-14, donde se dice que se prepararon unos tronos (para los compañeros, angélicos o humanos del Hijo del Hombre), y que al Hijo de Hombre en particular se le daría todo honor, gloria y poder. Es evidente que estos zebedeos quieren reinar con Jesús, ellos dos, de un modo especial, ciertamente con los Doce (como recuerda el logion de los Doce tronos de los elegidos de Jesús: cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), pero por encima de los otros diez (incluido Pedro) (2).

10, 38-40 . Beberéis mi cáliz- Mandar significa aprender a sufrir por los demás

38 Jesús les replicó: No sabéis lo que pedís. )Podéis beber el cáliz que yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que seré bautizado?39 Ellos le respondieron: Sí, podemos. Jesús entonces les dijo: Beberéis el cáliz que yo he de beber y seréis bautizados con el bautismo con que yo seré bautizado. 40 Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado.


Jesús responde cambiando el nivel de la petición. No acepta, ni rechaza lo que piden, pues de ese modo seguiría utilizando (a favor o en contra) la lógica de fuerza, sino que rechaza la misma petición como carente de sentido: (No sabéis lo que pedís! (10, 38). Los zebedeos han seguido a Jesús y, sin embargo, no entienden su estilo de Reino, no comprenden que Jesús no quiere el trono (¡no quiere reinar!), sino regalar la vida por los demás, para que todos los hombres y mujeres (y en especial los más necesitados) sean “reyes”. Éstos zebedeos, que llevar largo tiempo con Jesús no saben ni lo más elemental: ¡Jesús no busca el primer trono, ni para sí, ni para los demás, pues su Reino no puede entenderse en la línea de una “toma de poder”!

El verdadero Jesús (el de Marcos y Mateo) no puede ofrecer tronos, sino un camino en su seguimiento, como sabe Mc 8, 34: ¡Quien me quiera seguir, que tome su cruz y me siga! (palabra que ellos, los Doce, y de un modo especial los Zebedeos no han querido escuchar). Jesús no puede ofrecer Tronos de Reino, sino un camino de entrega de la vida, como muestra la continuación del texto: de Jesús:

Pregunta y respuesta. Examen para políticos:
¿Podéis beber mi cáliz?


(10, 38-39a). Ellos desean mandar con Jesús, para imponerse. Jesús les pregunta si pueden seguirle en su entrega, en donación de vida. Frente a la gloria que buscan en él, Jesús les ofrece su camino de entrega, expresado en el signo del cáliz (que significa solidaridad y entrega) y en la señal del bautismo (que implica también muerte: quedar bajo el poder de las aguas destructoras). En el fondo les pregunta si están dispuestos a morir con (como) él. Ellos responden que sí: ¡podemos! Ciertamente, no son miedosos o egoístas vulgares.

--Concesión. ¡Mi cáliz lo beberéis, con mi bautismo os bautizareis! (39b). En prolepsis o anticipación que rompe el nivel temporal de la escena y adelanta algo que ha suceder más tarde, el Jesús pascual (que es el que está hablando aquí, al menos en un nivel) confirma la disposición de los zebedeos, ratificando su entrega martirial ya cumplida (todo nos permite suponer que han muerto ya por y con Jesús cuando Marcos se escribe este pasaje, en torno al 70 d.C.). De esa forma, Jesús acepta el sentido más profundo de los zebedeos, pues al fondo de ella hay algo bueno: quieren vivir con él y acompañarle, compartiendo su entrega por el reino. Evidentemente, nos hallamos en un contexto eclesial. Marcos está presentando algo que ya ha sucedido: los zebedeos han seguido a Jesús tras la pascua, muriendo como él.

--Reserva escatológica. Pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo... (10, 40). De Jesús es la entrega, la copa y bautismo que ofrece a los suyos. Pero la gloria del trono es misterio de Dios, regalo de gracia que sólo gratuitamente puede recibirse, no como dos tronos sobre los demás, sino como Vida para todos y con todos. Jesús acoge y ratifica el camino de muerte, pero la respuesta final ya no es suya, sino de Dios.

En este contexto, al menos veladamente, Jesús indica aquí que el “triunfo mesiánico” de Dios no se expresa en forma de dominio sobre los demás. No se trata, por tanto, de decir que el puesto de poder, a la derecha e izquierda de Jesús, no lo tendrán ellos, sino otros, como podrían ser María de Nazaret y Juan Bautista (que aparecen en los ábsides de muchas iglesias románicas, a los lados del Pantokrator) o como podría ser Roca (en gran parte de la simbología católica moderna…), sino de algo mucho más profundo: ¡No existirán tales tronos de poder, nadie mandará sobre los otros”.


Ésta es la inmensa paradoja del texto: precisamente aquí, cuando más les critica, Jesús confirma la petición de los zebedeos (darán la vida por el Reino) y les indica que su entrega no expresa (ni consigue) ningún tipo de dominio sobre los demás (sentarse en dos tronos, al lado del Gran Trono del Hijo del hombre, pues el Hijo del Hombre no tiene un trono de ese tipo). De esa manera, Jesús escucha su deseo de poder, para transformarlo en su camino de entrega, abriendo una "ventana de pascua" y permitiéndonos ver el buen final de Juan y Jacobo, que han muerto ya por el evangelio. Por eso su recuerdo se mantiene con gozo dentro de la iglesia, pero no como recuerdo de Poder (sentados en unos tronos), sino como presencia de solidaridad al servicio del Reino . De esa manera se vinculan y separan el cáliz y el trono.

(a) Los zebedeos piden trono, y Jesús sólo les puede ofrecer su propio gesto de entrega de la vida, garantizando su fidelidad en el camino mesiánico: «El cáliz que yo bebo beberéis, con el bautismo con que yo soy bautizado os habréis de bautizar» (10, 39); de esa manera, ellos reciben y realizan la misma vocación del Hijo del hombre, en misión que se explicita como entrega de la vida. Esto es lo que Jesús puede ofrecer a los que vengan a seguirle, subiendo con él a Jerusalén.

(b) Jesús no puede darles un trono sobre los demás, sino ofrecerles un lugar en su camino de entrega de su vida, poniéndose (y poniéndoles) en manos de Dios. Lo mismo ha de pasar a sus discípulos: «sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa que yo pueda concederos, sino que es para aquellos para los que ha sido reservado» (10, 40). Jesús deja la Gloria en manos de Dios Padre (como indica el pasivo divino de hetoimastai: a los que Dios lo ha reservado), sabiendo que ella no consiste en sentarse en unos tronos sobre los demás, sino en compartir la vida con todos.

Esta unión de cáliz y trono, de entrega actual de la vida (con Cristo) y de herencia del reino futuro (desde Dios) constituye el centro y clave del discipulado. Lo más consolador en ese texto no es el hecho de dejar la gloria (trono) en manos de Dios (sabiendo que Dios no da a nadie un trono sobre otros), sino el decir que los zebedeos podrán beber el cáliz con el Cristo: le seguirán hasta el final en el camino de entrega de la vida. Aprender a morir con Jesús, eso es seguirle, ser su discípulo. Los zebedeos le han pedido un trono de poder, en gesto equivocado de deseo de dominio. Jesús ha querido y ha podido transformar ese deseo, haciendo que ellos puedan mantenerse fieles a la gracia de la vida y a la entrega hasta la muerte (4) .

10, 41-45 Enseñanza. No he venido a que me sirvan, ino a servir

41 Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Jacobo y Juan. 42 Jesús los llamó y les dijo: Sabéis que los que parecen mandar a las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus magnates las oprimen. 43 No ha de ser así entre vosotros. El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea esclavo de todos. 45 Pues tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
El problema de los zebedeos es de todos los discípulos. Por eso, los diez restantes (incluido Pedr-Roca, que aquí queda en segundo lugar) se enojan con ellos, iniciando una disputa general por el poder (10, 41). Es evidente que, dejándose llevar por esa disputa, la iglesia acabaría destruyéndose a sí misma. Para superar ese riesgo, Jesús ofrece la nueva lógica de autoridad y servicio que brota de su entrega. Vuelve de esa forma a la enseñanza de 9, 33-35, cuando ponía al niño en el centro de la iglesia, como veremos, ofreciendo un comentario y una ampliación del sentido de este pasaje.

a. Comentario básico (10, 41-44).

Los diez se indignan contra Jacobo y Juan, no porque rechazan su visión del reino, sino porque aceptándola también quieren alcanzar sus mismos puestos de poder a derecha e izquierda de Jesús. Estamos en la situación de 9,34: los discípulos se afanan y combaten entre sí por ocupar los “tronos” que, a su juicio, Jesús debe concederles; le han seguido buscando recompensa; le han creído, pero de una forma falsa, suponiendo que en el fondo todos sus discursos de entrega de la vida eran un simple motivo pasajero. Lo que Jesús ha de ofrecer en realidad y ellos desean ansiosamente es sentarse en unos tronos, reinar en este mundo. Piensan que hay poder en medio. Hay quizá muchísimo dinero (5).

No echemos la culpa a los Zebedeos, ellos son como casi todos. Los hombres y mujeres, en general, tienen gran capacidad de engaño: creen en aquello que quieren creer, miran lo que les conviene y seleccionan las informaciones de tal modo que sólo aceptan aquellas que concuerdan con sus convicciones previas. Esto es lo que pasa con los Doce. Jesús les ha ofrecido su enseñanza más profunda, pero ellos no han podido (o querido) entenderle. De esa forma han convertido la misma vocación (llamada) de Dios en autoengaño. Pensando escuchar a Jesús, estaban escuchándose a sí mismos (6).

Éste es para Marcos el último enemigo del Reino de Dios (después de la riqueza: 10,17-31): el deseo de poder que oprime precisamente a los mejores (es decir, a sus discípulos). Jesús lo ha combatido, superando en su comunidad los esquemas de jerarquía genealógica (familias sacerdotales), organizativa (cuadros de mando que se perpetúan según ley) o espontánea (carismáticos que lo asumen por inspiración). El pasaje consta de tres partes:

1. Principio (10, 42).

Jesús desentraña la trama oculta del poder, con lección de durísima política, siguiendo la línea de los profetas de Israel: Sabéis que los príncipes, los grandes… (10,42). De esa forma alude a una conducta que a su juicio es clara entre los grandes (arkhontes, megaloi) de este mundo: mandar es para ellos dominar y aprovecharse de los otros. Esta búsqueda de mando destruye la vida de los hombres. Por eso los discípulos de Jesús (toda la Iglesia) tienen que dejar a un lado los métodos de fuerza, imposición y dominio que se emplean en el mundo. Es evidente que la ley del poder terrenal es distinta de la gracia de reino de Jesús, y así deben saberlo sus discípulos (7).

Podemos suponer que Jacobo y Juan no buscan de un modo directo el poder militar o político, sino un dominio "espiritual": el mesianismo o poderío divino de los justos, dentro de una tradición jerárquica judía que relaciona presencia (revelación) de Dios y triunfo nacional. Posiblemente quieren mandar en línea buena, para ayuda de los demás, apareciendo como servidores del Dios poderoso. Pero Jesús no les distingue de aquellos que mandan en forma pervertida. No hay para él un poder malo (propio de los gentiles) y otro bueno (de sus discípulos). Todo poder es en el fondo destructor, toda imposición es mala. Por eso, no quiere mejorar el poder (convertirlo) sino superarlo de base (8) .

2. Inversión (10, 43-44).

Jesús no necesita el poder económico del rico (10, 17-22) ni el mesiánico de los buenos zebedeos (no ha venido a conquistar el imperio romano) ni el sacerdotal del templo (cf. 11, 12-26), porque el camino de Reino que él ha proclamado es distinto. Por eso responde: No sea así entre vosotros... Siguiendo en la línea de 9, 33-37, él no ha venido a fundar jerarquías entendidas en clave de honor y prioridad social o espiritual. Desde aquí se entiende su norma de seguimiento, entendido como inversión respecto al orden normal de este mundo: el poder (deseo de dominio) ha de volverse gratuidad, gesto de amor desinteresado por los otros. Esta es la meta-noia o conversión que él ha proclamado (1, 14-15) y que ahora propone de nuevo a sus discípulos. De esa forma, Jesús quiere cimentar la vida de sus seguidores sobre el mismo camino de su entrega. Aquí se expresa Dios, aquí nace la Iglesia, invirtiendo el deseo de poder de los zebedeos y del resto de los Doce.

3. Ejemplo: Pues también el Hijo del hombre... (10, 45).

La nueva actitud de los discípulos aparece así como una ampliación del gesto de Jesús que, siendo Hijo de hombre, da la vida por los otros. Todo lo que pueda decirse de la Iglesia (eclesiología) es consecuencia de la cristología. Discípulo es aquel que logra actuar como Jesús. Eso significa que Jesús no quiso ofrecer ni ofreció una teoría general sobre el seguimiento, diciendo a Pedro-Andrés y a Jacobo-Juan lo que doblan hacer cuando les llamo para acompañarle como pescadores de hombres (1,16-20). No les ofrece unas puras Ideas, sino que les guía, ofreciéndoles su mismo camino, para que compartan con él las tareas del Reino. Según eso, discípulo es quien sigue la suerte de Jesús, convirtiendo su llamada en lugar de seguimiento (9).

Jesús ha invertido la tendencia dominante de los grupos sociales y religiosos que interpretan las estructuras de poder mundano en forma sacral. Por eso, frente a la manipulación mesiánica de los zebedeos, que son junto a Roca-Pedro sus seguidores principales (cf. 5, 37; 9, 2), ha establecido aquí las bases de una fraternidad donde no existe poder sino servicio, ejercido por el diakonos (servidor libre) o doulos (esclavo).


Pedro había rechazado el proyecto de entrega de Jesús (8, 32); los zebedeos ratifican aquel gesto, buscando la doxa o gloria mundana del mesías (10, 37), apareciendo así como representantes de una humanidad ansiosa de dominio religioso. Ellos (con los doce: cf. 10, 41) quieren ofrecer un correctivo mesiánico a Jesús, ayudándole con su poder y organización. Jesús rechaza esa propuesta, pero no en la línea de una utopía extramundana, como si sus fieles tuvieran que encerrarse en un nivel de intimidad espiritual donde nada se posee ni desea, sino desde un más alto realismo social: busca una iglesia transparente donde los hombres y mujeres puedan compartir cien casas, madres, hermanos e hijos (cf. 10, 28-31). Jesús no se evade; busca la vida en común, el pan multiplicado; por eso debe rechazar un poder que quiere organizar el mundo desde arriba (10)

Conclusión:

Ésta es la novedad de Jesús. Él no quiere líderes sentados a diestra y siniestra, asegurando desde el trono compartido el orden y obediencia de los pueblos, sino buenos servidores, gente de cariño eficaz, que sepa dar la vida por los otros. Se ha dicho que hacen falta buenos gobernantes o señores, como si el problema del mundo se arreglara con buen mando (¡oh qué buen vasallo, si hubiese buen señor!: Mío Cid).

La admirable restauración del Pórtico de la Gloria de la Catedral de ...

El problema de la humanidad no se soluciona preparando mandos apropiados a nivel político, social o religioso. Por eso no busca en su grupo gobernantes o caudillos, estrategas de finanzas o de buena economía. No investiga las posibles dotes de los zebedeos, ni les hace estudiar leyes o filosofía del poder en una escuela israelita o griega, para hacerles funcionarios de su empresa. Él busca madres e hijos, buenos hermanos que sepan regalar su vida por los otros (11) .

Los zebedeos entendían la promesa del Hijo del Hombre en clave de triunfo (ellos mismos se creían el pueblo de los santos, que se identifican con el Hijo del Hombre triunfador); eran buenos exegetas de Dan 7. Pero Jesús entiende esa promesa en clave de más alto servicio: ha venido a dar la vida, no a exigir que otros le rindan homenaje. El evangelio se vuelve así una guía de servidores. No es directorio para triunfar, manual para ganar dinero y dominar sobre los otros. Por eso, todos los que alguna vez han buscado poder en la iglesia, se equivocan de mesías y confunden Dios y Diablo, Cristo y Antricristo. No se salva el pueblo con buenos gobernantes sino con buenos servidores.

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