Dios no es sólo una idea del hombre En el vivimos, nos movemos y somos

Una reflexión sobre Dios

reza aslan religion
Hace unos días publicó el País (https://elpais.com/cultura/2019/09/24/) la reseña de un libro de Reza Aslan titulado 'Dios. Una historia humana', en el que trata del origen de las creencias y la tendencia universal a humanizar lo divino. Algo sabía yo del autor y de su obra, y poco después  colgué en mi FB (25.9.19), una nota en la que decía, refiriéndome al título y tema del libro:

Eso es algo que sabíamos de "siempre": Dios es una "idea" del hombre; es algo/Alguien que nosotros hemos inventado (en el sentido latino de invenio), hemos hallado y descubierto, con inmensa sorpresa agradecida, temerosa, comprometida. El tema no es por tanto es hemos inventado a Dios "de la nada" o si lo hemos encontrado en la riqueza inmensa de nuestra vida, porque él se nos manifiesta...

Esto lo sabía muy bien San Juan de la Cruz cuando, enfrentado al manantial de su vida errante y buscadora de amor, saliendo al claro del  bosque de su pasión emocionada exclama:

“Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados” (CB 12).

Juan de la Cruz se sabía movido por el deseo inmenso de la vida que es amor. Sabía bien que sólo por ese deseo (el deseo originario) podemos hacer que Dios emerja así en nuestro espejo de adivinar (de soñar, de acoger)… si le buscamos y soñamos como amor fundante y final de nuestra vida pues, en un sentido muy hondo, todo lo que podemos decir de Dios (en Dios)  empieza siendo “proyección humana”, como sabe el budismo y la filosofía ilustrada de occidente.

El tema es si esa “proyección” es un puro sueño falso y mentiroso, que nos evade de la vida, o si es el fuerte principio de la Vida, que está llamando a nuestra puerta, para así revelarse en nosotros, sin que nosotros nos rebelemos en contra de él (de Dios o de su idea), sino todo lo contrario: para que nos sintamos y sepamosvivos en su presencia, como el niño que despierta en brazos del amor de su madre/padre, y quiere seguir viviendo, para explorar y amar, para moverse a sus anchar y ser, para ser amado de nuevo y seguir amando.

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En ese sentido se habla hoy (2019) de una vuelta a Dios, de una Kehre más honda que aquella que Heidegger buscaba hace casi un siglo. Sin duda, nuestra “vuelta” a Dios es una proyección, pero a diferencia de A. Machado cuando cantaba al Dios que todos buscamos pero nunca encontraremos, podemos añadir con el mismo Machado, que esos ojos deseados (que llevo en mi entrañas) son ojos de verdad y puedo mirarlos porque ellos me miran: El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, sino porque te ve (Machado).

Así podemos mirar porque Dios nos mira…Siguiendo con Machado… “era Dios lo que latía” dentro de mi corazón. Ojos de amor que nos miran y ponen en marcha de amor nuestra vida, eso es Dios. Todo lo que sabemos y decimos de él es proyección, pero no hubiéramos sido capaces de crearla (y de mirarle) si él no nos mirara, diciéndonos “amarás”: amadme y amaos, pues yo os amo primero (como dice la "ley" fundante del Shema de Israel, en Dt 6, 5... que no es "ley" en el sentido posterior, sino constatación primera: Hemos nacido y surgimos de "alguien" que nos dice "amadme, amaos".

 El tema no es por tanto el ateísmo (nada de Dios), sino un tipo de agnosticismo (¿qué sabemos de Dios?) y una especie más honda de rechazo posible ante la vida, porque es duro vivir, es angustioso... y no queremos en el fondo vivir sino gozar y gozar en superficie, poder y gozarnos por encima de los otros... o de lo contrario matarnos. 

   Cada día sólo tiene 24 horas, decía un personaje de Dostoyevski, y no hay tiempo para andar pensando lo que somos y queremos... Vivamos ya a tope (al tope de nuestro poder) y muramos mañana, que muera el mundo y se destruya, tras nosotros el diluvio. Quememos el mundo en dos días (bueno, o en 200 años), y que los que vengan después se las arreglen...

    Tiene razón Aslan: El tema de fondo no es la Idea de Dios, sino nuestra vida, que nosotros vivamos, nos movamos y seamos de verdad, como dice Pablo en Hch 17, 28. Pero de verdad, nosotros y nuestros hijos, en un mundo que "dios" (la vida, el movimiento, la existencia...) ha dejado en nuestras manos, en este pequeño planeta errante que gira y gira entre millones de astros.

  No hemos creado la vida nosotros, nos hemos encontrado en ella, por ella y con ella. En tema no es la idea de Dios en sí, sino nosotros en Dios (es decir, en la Vida/Movimiento...)  De esa forma, más que idea,  Dios es proto-idea, proto-vida, proto-movimiento,  el Ser de todo lo que existe, como sabe y dice Pablo, según Hch 17, 28...”, pues en el vivimos, nos movemos y somos”  en el sentido originario.  

Pues en él vivimos… Zômen. Ciertamente, vivimos en el mundo, vivimos en la palabra, vimos en la historia… Pero en sentido radical vivimos “en él”, en lo divino, que es la Vida originaria: Zoê, Hai… Podemos llamarle Dios o Universo, Todo o Realidad. En ella (en esa realidad) o en él (si tomamos la realidad de un modo personal) vivimos. No somos la Vida, sino “en la vida”.

      Este reconocimiento de que vivimos "en" forma el principio de nuestra realidad. Así podemos decir "pienso" o decir "vivo",pero no porque haya dinero o tenga dinero y pueda comprar cosas, sino porque la Vida se expresa y alienta en mi/nuestra vida. Por eso, el texto dice "vivimos" (nosotros, hombres y mujeres de historia, de siglos), no dice "yo vivo".

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‒ En él nos movemos (kinoumetha…). No estamos fijos, como un clavo en el madero, no estamos ya acabados (como un jarrón de cerámica…). Vivimos "sueltos", moviéndonos nosotros mismos; somos auto‒movimiento, en el Movimiento divino de la realidad (si se permite esa palabra) Por eso, si Dios es  Vida (como hemos dicho antes….), ese mismo Dios es moverse en nosotros. 

        El tema sigue siendo si “eso/ese” en quien nos  movemos es puro vacío de sí, pura inconsciencia, un destino sin nombre… o si somos  Vida‒Movimiento   en Amor,  de forma que el movimiento primero de/en amor  puede decirnos y dice no solo "yo soy" (Ex 3, 14), sino yo soy el Amor, por eso os digo "amadme y amar" (cf. Dt 6, 5). El tema es por tanto "nos movemos", no yo, ni unos cuantos, sino todos los hombres y mujeres; la forma es cómo nos movemos, hacia donde, hacia el pleno amor o hacia el desastre de la muerte de unos con, sobre y para otro.

En Él somos (existimos…). Esta es la palabra clave de la tradición bíblica (Dios es Yahvé, aquel que Es: Soy el que soy) y a la tradición greco‒latino, universal (en la que pueden recibir un espacio de libertad y existencia chinos, hindúés, musulmanes e indios americanos...)  Dios está vinculado al ser, es decir, a la Realidad, en la que “somos”. En esa línea, como dice R. Aslan, el tema clave no es que Dios sea, sino que “seamos nosotros”, que existamos, como vivientes que se mueven, se hacen a sí mismos…

        El tema es que nosotros pensemos, queramos, nos queramos… y podamos existir, en una vida de futuro, una vida "propia", de amor, en medio de los espacios tiempos infinitos (no conmensurables) de la realidad. El tema lo plantea el cristianismo cuando dice que una vida en amor como la de Jesús (desde las víctimas) es una vida que resucita, que lleva a la Vida en plenitud que es Dios en nosotros.  Éste es el motivo central y el mensaje de Pablo en Hch 17, en Atenas, a partir del verso 28.

 Aquí nos deja R. Aslan, con su nuevo sufirmo islámico (y quizá budista, hasta cristiano).  Precisamente aquí donde termina su libro   empieza  el tema verdadero, la verdadera historia del Dios que es vida, movimiento, existencia. De un modo significativo, los judíos de la Biblia comenzaron su andadura de fe radical y pensamiento  en este mismo lugar donde nos deja R. Aslan, tras su encuentro con los persas, como R. Aslan, después que “Ciro el Persa”, el gran Rey, conquistó Babilonia (año 539 a.C.) y les dejó en libertad para vivir, moverse y existir, como pueblo buscador de Dios.

Por “desgracia”, tras una historia brillantísima de pensamiento y religión, los persas actuales, con un régimen islámico cerrado, no dejan como hombres como R. Aslan puedan pensar y vivir y moverse con libertad en Persia/Irán. Es una desgracia que hombres como él tengan que emigrar a USA, llegando a ser profesores de religión en California.

Es una desgracia porque California no les ofrece tampoco el mejor humus para el pensamiento y la vida en libertad y comunión de amor (aunque se dieran por allí muchos tipos de amor llamado nuevo pero igual que los anteriores), una vida liberada de “mamón” y del imperialismo económico‒militar. Es una pena y una gracia, como R. Aslan han dado un gran viraje, una vuelta, para salir de un Islam unívoco (poco dialogante) y pasar por el cristianismo, para volver a las raíces del Islam más dialogante y hondo de Persia en los siglos X‒XIII, el Islam de los sufíes…

Significativamente, ese Islam sufí de Persia (cortado después por mil reformas) se parecía al Islam sufí de España, con Ibn‒Arabí de Murcia (1165‒1240), el maestro de los maestros… que tuvo que huir de su tierra, refugiándose en Damasco.

    Mis colegas J. M. Castillo y J.M. Gordo han colgado de RD unos espléndidos trabajos sobre el libro de R. Aslan.  Sus reflexiones me han invitado a colgar también estas mías… en la línea de mis libros Teodicea y Trinidad, para recordar que precisamente aquí, donde acaba el discurso de Aslan empieza el verdadero tema:

¿Cómo vivimos, nos movemos y existimos/somos en él/ello, es decir, en lo Divino‒Dios?

¿Qué nos dice Israel, con su Shema, Dt. 6, de ese vivir, moverse y ser en lo divino…, que nos dice Jesús, que nos dice Muhammad?

¿Merece la pena vivir/moverse en esa Vida/Movimiento/Existencia original que es Dios… o será mejor devolverle el billete de entrada y decir que su experiencia/impulso humano ha fracasado?

   De eso tratan los dos libros (Teodicea, Trinidad) a los que remite esta reflexión.

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