XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/16-09-2018

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/16-09-2018

EVANGELIO DEL DÍA: Mc 8,27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»


COMENTARIO:

Celebramos el Domingo de la Vigésimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario. Nuestra vida cristiana ciertamente es una vida espiritual trinitaria: una vida en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Trinidad es un Misterio de Amor, un Misterio de Comunión y de Comunicación.
En el Evangelio de este Domingo de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Marcos. En el camino de Cesarea de Filipo Jesús pregunta a sus discípulos dos preguntas y les presenta un itinerario de seguimiento.
Estas dos preguntas, ¿quién dice la gente que soy yo y quién soy yo para vosotros, se repiten a cada cristiano en todo momento, también a nosotros. Y se nos presenta el itinerario de seguimiento: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, coja su cruz de cada día y se venga conmigo (Mc 8,27-35)
Pidamos a Dios que nos ayude a coger la cruz de cada día y a tener un encuentro profundo con Jesucristo, porque, como bien dice Pablo VI en la encíclica “Ecclesiam suam”: “La renovación de la Iglesia depende de su encuentro en profundidad con Jesucristo”.

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