El sacerdote secularizado trabajó en la Obra durante casi 30 años y no cotizaron por él Antonio Esquivias, ex numerario: "Si dejas el Opus, te ves con una mano delante y otra detrás"
(José Manuel Vidal)- Antonio Esquivias es ingeniero, doctor en Derecho Canónico y especialista en Psicología emocional. Ex miembro del Opus Dei y sacerdote secularizado, desde hace algún tiempo está poniendo en marcha una campaña, porque dice que está viviendo "en el limbo". En un limbo laboral.
A continuación nos presenta su testimonio, un testimonio que llega al corazón y toca la conciencia, pues se trata de una gran vulneración de los derechos humanos, que deberían ser sagrados para cualquier institución, y más para la Iglesia.
-Antonio, ¿tu limbo es laboral?
-Sí. El limbo significa que tengo sesenta años, trabajé y viví con el Opus Dei hasta los cuarenta y cinco y en este momento tengo sólo doce años cotizados con la Seguridad Social. O sea que estoy muy lejos de pedir una pensión o jubilación.
-Como se demuestra en este informe de Vida Laboral perfectamente. (Lo enseña).
-Sí, la primera cotización es del año 2000. Me parece que yo tenía cuarenta y seis años.
-¿A qué edad entraste en el Opus Dei?
-Con dieciséis años. Con dieciocho ya había empezado a ser subdirector de un Colegio Mayor, trabajo que iba compaginando con hacer la carrera. Y, aunque hice Ingeniería, al acabar me puse a trabajar en la oficina para los numerarios a nivel de toda España. Fui a Roma, hice la carrera en la Facultad de Derecho Canónico de allí, de la Pontificia, y luego ya volví a España.
-Entonces, ¿cuántos años pasaste trabajando para el Opus Dei?
-En total, veintisiete años. Muchos de ellos a tiempo completo.
-¿Y de todos esos años no hay nada cotizado?
-Nada. No tengo nada. Ni un día, vamos.
-¿Lo has recurrido judicialmente?
-Curiosamente, no he encontrado un punto jurídico donde pedirlo. No dan pie, porque ellos han empezado a hacer que los sacerdotes coticen en 2007. Yo me había ido en el 2000...
-Mucho después de que la Iglesia Católica consiguiese que los sacerdotes cotizasen.
-Sí. Los religiosos cotizan desde el 83.
-¿Y legalmente se le permitió al Opus no hacer lo mismo durante veinticuatro, veinticinco años? ¿Que en España la Obra no cotizase por sus trabajadores; miembros, pero trabajadores? ¿Cómo es posible?
-Yo no lo sé. Me gustaría poder explicarlo, pero no lo entiendo. Y, de hecho, ellos ahora todavía sólo sienten la obligación con los sacerdotes. Es decir, que por los años que he sido numerario, que he trabajado sólo de numerario, no quieren ni hablar. No he logrado ni un mínimo.
-Pero en tu caso concreto ni siquiera han cotizado por tus años de sacerdocio.
-Nada. No me reconocen nada.
-¿Cuántos años pasaste así?
-Doce. Y les he dicho que necesito que me reconozcan veinte, los máximos posibles. Así no voy a ninguna parte. A efectos laborales, no sé qué diferencia hay: por qué sí me reconocerían los años de sacerdocio pero no otros puestos laborales que he hecho y que han sido todos de dirección. Para mí en este momento es muy importante porque tendría cuarenta años o más cotizados.
-¿Y por qué se niegan a reconocer esos derechos de numerario, si eres miembro "de número" de esa organización?
-Yo creo que es una manera de funcionar que viene desde siempre y que ellos no han actualizado.
-¿O sea que en tu caso habrá más gente?
-Mucha más gente. Ya digo que con el sacerdocio sí se han modernizado, pero ningún numerario ha cotizado nada por sus trabajos.
-¿Y evangélicamente cómo se puede sostener algo así, que no es de justicia?
-En mi opinión, es un Derecho Humano. Ya dijo Juan XXIII que a través de los Derechos Humanos tenía que reconocerse el Derecho Natural... No se sostiene civil, laboralmente. Pero es cierto que no es ilegal. De ahí la expresión: hay un limbo legal. El vacío se crea a partir de que un numerario no es religioso, porque es laico, por lo que su trabajo no pertenece a la Iglesia, sino a lo civil. Como si fuese un trabajo voluntario.
-Legalmente, pues, tienen todos los cabos bien atados para que ningún juez pueda hacer el reconocimiento, o sea que para ti será imposible que te den los años para una pensión...
-Sí. Además de que, cuando trabajas en labores internas del Opus Dei, no recibes un sueldo. No cobras nada. Te mantienen, duermes... Pero no percibes un salario. Lo que quiere decir que, cuando sales, no tienes nada. No existen ahorros. De hecho, yo tengo una hipoteca hasta los setenta y cinco años. Y me la han dado porque mi mujer es más joven que yo y en realidad se la han dado a ella... Yo, en este momento, por mis propias fuerzas no tendría ni un lugar donde vivir. No tengo un patrimonio, no tengo un poso económico... Es difícil de explicar pero es así cuando sales. Entonces, en esta situación es todavía más urgente tener asegurada la pensión si quiero mantenerme a mí mismo por lo menos.
-Tú te ordenas sacerdote en el 89. Aquí está la foto de tu ordenación: muy jovencito.
-Treinta y cinco años tenía. Me ordené en mayo, en Roma.
-¿Quién te ordenó?
-Juan Pablo II.
-Tendrás un buen recuerdo de él...
-Lo tengo porque me encontré con él en varias ocasiones. Yo trabajaba en la Facultad de Derecho Canónico y coincidí con él varias veces. Mis recuerdos son muy positivos.

-¿Cuándo te secularizas?
-En 2001, tras doce años de sacerdocio.
-¿Cuáles son las causas de tu salida?
-Hay una causa central: que yo, poco a poco, fui encontrándome incómodo en el modo en que se vivía la Dirección Espiritual. En mi opinión, habría que separar la Dirección Espiritual de la Dirección a secas. Y en el Opus Dei no están separadas.
Yo fui planteando los problemas, porque como sacerdote me encontraba entre la espada y la pared: entre una persona que te hace confidencias y...como una especie de obligación de indicarlo a los directores, o de obligar a la persona a comunicarlo a los directores.
-¿Eso violenta la conciencia?
-Muchísimo. Es el derecho más fundamental de la persona: el derecho a la libertad religiosa. Es central. Para mí era inmensamente violento y fui planteando estos problemas de conciencia. En esta línea, tuve un montón de conversaciones con el director espiritual de España, Rafael Salvador. Justo de este tema también tuve una larga conversación con Echeverría, y dije que yo en esas condiciones no podía seguir...
-Y por lo que tú sabes, ¿eso sigue funcionando así?
-No sé, pero por los datos que yo tengo no se ha cambiado. Ellos dicen que la Dirección Espiritual la lleva la Obra, y no la persona concreta que la lleve. Para mí eso es imposible, porque los temas personales, de conciencia, los tienen que llevar las personas: no pueden institucionalizarse. Los valores de la Institución prevalecen sobre los valores de la persona, esa es la inversión profunda que se da. Eso es lo profundamente no evangélico de la Obra.
-¿La jerarquía de la Iglesia es conocedora de este tipo de situaciones?
-Por mi parte sí. Yo escribí al Prefecto de la Congregación de obispos de entonces, se lo comenté también al nuncio en España y escribí al cardenal de Madrid. Pero yo no tuve ninguna respuesta. Bueno, más bien, recibí omisiones como respuesta.
Para mí fue dolorosa esa indiferencia. Para mí era -y es- un problema muy grave de protección de las conciencias, y me dejó muy mal no recibir un apoyo de la Iglesia. Yo creo que ese punto no lo he superado.
-¿Duele mucho no recibir reconocimiento por parte de una institución? ¡Una "Obra" a la que entregaste gran parte de tu vida!
-...Es que me echo a llorar ahora mismo. Yo realmente actué de buenísima voluntad. Recuerdo una chica que, estando en Valencia, me gritó que no quería que la violentasen más la conciencia. Esas cosas las tenía yo grabadas. Sabía que era el problema clave. No recibir ni una respuesta mínimamente adecuada me llevó a la conclusión de que yo no podía continuar trabajando así.
-¿Has intentado dialogar con la Obra, que razonara antes de lanzar tu campaña?
-He hablado con el director de la Oficina Jurídica del Opues Dei, que es un amigo, porque fuimos incluso juntos al colegio, a los Sagrados Corazones. Le planteé el tema de que necesito solucionar mi jubilación y él sólo habló de los años de sacerdocio. Le dije que era insuficiente, que no me darían pensión. Me di cuenta de que él lo estaba planteando como una ayuda ante la crisis... ¡Pero esto qué tiene que ver con la crisis!

-Por mucho que tú sigas trabajando, sin esos años nunca vas a poder llegar.
-Lo único que conseguí es que me dijera que me iban a hacer un certificado para llenarme esos años de sacerdocio en el momento en que yo pidiera mi jubilación. No sé de qué modo "me llenarían"... Hasta que otro día llegó y me dijo que no me iban a hacer ningún certificado, porque constaría que no habían cotizado esos años... Entonces me animé a hacer la campaña en change.org
-¿Cómo se puede reaccionar así, tan "legalísticamente", con un amigo; con alguien que ha entregado lo mejor de su vida a una institución? Te has codeado con el prelado, Javier Echevarría; con todos los líderes... ¿No afrontan la situación de otra manera, desde el corazón?
-Ya en Roma, cuando estaba de profesor, tuve una conversación con Del Portillo, que estaba de prelado. Con el que van a beatificar el próximo día...
-...El día 27.
-Pues le iba a explicar cómo comenzó mi discusión con el director y me cortó en seco: "En el Opus Dei no hay discusiones", me dijo. Que me iba de Roma porque no obedecía. Me quedó muy claro eso, y que en aquella conversación yo no había podido hablar.
-¿Pero ahora, después de pasado todo eso, serenadas las aguas por tu parte y por la suya...? ¿No hay posibilidad de poder entrar en diálogo de persona a persona?
-Si lo he intentado con un amigo personal, que estudió conmigo, que coincidió conmigo dentro de la Obra, que me conoce mucho...y todo lo que recibí fue una propuesta de caridad para esta crisis, lo que no tiene nada que ver con lo que yo reivindico...
-Quizá lo que intentan es no crear un precedente, si hay mucha más gente en la misma situación que tú...
-Por ahí irán los tiros: se ciñen al sacerdocio y todos los numerarios ni cobran ni cotizan. Conozco muchos casos concretos.
-¿Hablamos de cientos de personas? ¿O de decenas, o...?
-En España son cientos. Lo que pasa es que el problema sólo se plantea si se van de la Obra; si se quedan, la Obra les va a seguir manteniendo.
-La campaña en Internet, en Change.org, ¿está funcionando bien?
-Sí. Yo creo que porque es un tema de Derechos Humanos, no de religión. Yo no sé si la estoy consiguiendo explicar bien, porque creo que debería tener un poco más de incidencia. A la gente le parece un tema que no afecta, pero yo creo que en una democracia no puede haber organizaciones fuera de los Derechos Laborales.
Los que trabajan en el Opus Dei no son voluntarios: trabajan voluntariamente como los que trabajan en El País o en cualquier empresa. Quieren desempeñar ese trabajo, pero están ahí permanentemente. No son voluntarios.
-Al marcharte, ¿la Obra no te ayudó en nada? ¿Algo de dinero hasta que encontraras un trabajo...?
-Nada, nada. Ni un lugar donde vivir. Primero estuve residiendo en casa de mi madre, y cuando ella ha fallecido, me he tenido que buscar la vida solo, con cuarenta y cinco y así hasta ahora, que está la situación laboral del país como está.
Me parece injusto, porque sospecho que las circunstancias están obligando a la gente a quedarse. No hablo por hablar: recuerdo una conversación con una persona que reconoció que no se iba porque qué hacía si se iba.
-O sea que las salidas están cerradas porque no hay oportunidades si sales...
-Sí. De hecho, yo ya viví que no me dijeran que no me iban a reconocer esos años como una presión para que me quedara. "Roma dice que no", me contestaron, y yo no quería pelear: estaba deprimido y mi visión era salir.
-Claro.
-Después te enamoraste. ¿Te casaste, tienes una familia...?
-Claro. Mi hija pequeña tiene ahora cuatro años y tiene derecho a que yo tenga mis derechos para que ella tenga calidad de vida.
-¿Cuántos hijos tenéis?
-Tenemos cuatro, pero tres son de ella. Cuando nos casamos ya era madre y tuvimos otro. Así que somos una familia numerosa y no podemos pesar sólo sobre mi esposa.
-O sea que lo que denuncias es un atropello civil a tus derechos laborales por parte de una institución que en este caso es religiosa pero como si no lo fuera. Pero es que precisamente que ese atropello lo haga la Iglesia... ¿La jerarquía no tiene qué decir?
-Yo creo que sí, pero lo permite. Lo he intentado con Lucas Moreira, con el cardenal Rouco... He tenido conversaciones pero no han llamado la atención. Me cité con el nuncio Monteiro y hablé dos horas con él. Se interesó mucho por conocer la realidad del Opus Dei. Pareció impresionarse. Debió de ser entre 2002 y 2004...
En Francia he visto que ha habido una sentencia a una que ha sido numeraria y el juez ha obligado a que se le devolvieran los sueldos que no cobraba trabajando en un colegio.
-Ya. Recuerdo esa sentencia.
-Mi caso, en ese sentido, es más crudo, porque yo he trabajado para la institución sin más, no hay un colegio al que pueda dirigirme, a excepción de los años que estuve viviendo en Tajamar y en Roma.
Al obligar a devolver los sueldos, la persona adquiere un mínimo estatus económico para salir adelante.
-Desde que has lanzado la campaña y se conoce mediáticamente, ¿no ha habido ningún apoyo por parte de ningún obispo?
-Todavía no. Yo espero que haya alguien que salga pero todavía nadie de la Iglesia me ha echado una mano.
-¿Te sientes maltratado?
-No. Me siento olvidado. Ahí te quedas en una esquina mientras tu problema no sea más grande. Parece que para que un problema sea atendido tendría que conseguir que no se qué número de personas pidieran la misma cosa.
-¿Por parte de ex miembros de la Obra sí te está llegando apoyo?
-Sí, muchísimo. Lo que pasa es que tengo la impresión de que están en el mismo caso que yo, pero muy asustados. Con miedo. Me da pena.
-El miedo al poder...
-Hubo una persona que me escribió diciéndome que me apoyaba ferventísimamente pero que él no era capaz de firmar la petición. Ya ves: una firma en Internet, entre la cantidad que hay... Tienes que sentir mucho miedo para no querer aparecer en la lista. Yo le creí: me decía cosas bonitas pero tenía miedo.
-Imagino que, a pesar de todo, no renuncias a tu memoria, a los años vividos en la Obra.
-Hombre, es mi vida. Yo me lo creí, y fue mi vida. He vivido con muchas ganas, con mucho esfuerzo y con mucha convicción. Pero sobre todo siempre he creído en los derechos de las personas y en el respeto. De hecho, ahora mi trabajo es ése: me dedico a la Educación emocional en colegios.
La continuidad de mi vida ha sido esa: aprender el respeto. Llevarme la convicción de la Obra a Jesucristo.
-No has perdido la fe.
-Tengo mis problemas. Es difícil para mí. Compaginar lo que me ha pasado con la fe en la Iglesia es complejo. La figura de Jesús es clave para mí porque creo que lo es para la Humanidad, después de haberla trabajado mucho, de leerla...Pero ya todo, todo, todo el resto me cuesta mucho, la verdad.
-¿Cuál prevés que pueda ser tu salida de esta situación? ¿O ya asumes que es muy difícil que haya un pacto?
-Me encantaría que hubiera una salida negociada; es lo que persigo. También me gusta pensar que pudiera ser un principio de solución para más gente: que se hiciera un poco de luz y pudieran abandonar los que están aguantando. Pero en este momento no lo veo, aunque he lanzado la campaña con optimismo.
-¿Rezas a San José María?
-No. No es santo de mi devoción.
-¿Cómo estás viviendo la preparación de la beatificación de Álvarez del Portillo, al que conociste personalmente?
-Casi prefiero no hablar de esos temas.
-Lo entiendo. ¿Vas a responder de alguna manera a la gente que te está apoyando? ¿Tienes alguna iniciativa respecto a eso?
-Lo primero que puedo hacer es contestar a todos los que me están escribiendo. También les ofrezco mi apoyo si ellos necesitan ayuda en algo. Como he hecho muchos cursos de couching, porque me dedico a la educación emocional, he ofrecido este refuerzo al que lo quiera. Porque yo lo he pasado y sé que la salida acarrea depresión. Quiero que la gente de la Obra que salga pueda encontrar su camino.
-La gente que quiera contactar contigo para eso, ¿cómo puede hacerlo?
-Tengo una página web entera: se llama www.educacionemocionalescuela.com. Ahí se abren todas mis pestañas.
-¿De trabajo cómo andas?
-En estos momentos ha flojeado. Yo tenía mucho trabajo de formación de profesores, pero con la crisis de educación... En los últimos diez años realmente no he tenido falta de trabajo, pero ahora no hay recursos para servicios como el mío.

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-Si dejas el Opus, no tienes ningún tipo de reconocimiento laboral de todo lo que has trabajado; te ves con una mano delante y otra detrás
-Todavía no he tenido a nadie que me apoye desde dentro de la Iglesia con la campaña
-Otros que se han marchado del Opus Dei me apoyan pero tienen miedo
-Compaginar lo que me ha pasado con la fe en la Iglesia es complejo
-Ofrezco procesos de couching emocional a los que quieran salir, porque sé que la salida conlleva depresión