(Jesús Mauleón).-Todo el mundo puede observarlo. En cualquier partido de fútbol, contemplado desde la grada o en la pantalla de televisión, se ve a algún futbolista santiguarse. Se santiguan al salir al campo, al meter el gol, al retirarse del campo. Algunos tocan antes el césped con los dedos. Muchos miran al cielo. Hay quienes se trazan la cruz cristiana dos y hasta tres veces.
Los futbolistas no parecen sentir pudor alguno en mostrarse "religiosos" ante la multitud. El detalle no deja de ser curioso en esta parcela geográfica occidental en la que, para muchos, la religión y la fe es tabú que no se confiesa. Lo cierto es que luego las encuestas dan un altísimo porcentaje de creyentes. Quizá a su manera, pero creyentes. Sí, muchos futbolistas se santiguan sin pizca de respeto humano y, de algún modo, constituyen una excepción en este mundo de creyentes clandestinos.
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