Una “comunidad de comunidades” en la parroquia del Carmelo Misa de doce en el Carmel
(José Manuel Vidal).- La iglesia está llena en misa de doce. Es el domingo previo a la Navidad y, en la parroquia de la Mare de Dèu del Mont Carmel, se preparan a la Navidad con una celebración penitencial comunitaria con absolución individual. Hay personas de muchas sensibilidades eclesiales. Como dice el párroco, Peio Sánchez, "somos como una ONU eclesial". Una comunidad de comunidades que gira en torno al culto, a la caridad y a la pastoral juvenil. El carisma de las Comunidades Adsis hecho realidad.
En la secularizada Barcelona, hay brotes verdes de religiosidad auténtica. La parroquia de la Mare de Deu del Mont Carmel está en el alto de un monte, como su nombre indica. En pleno corazón del barrio barcelonés famoso por el socavón del metro.
El templo, del año 78, es de ladrillo visto y de arquitectura vanguardista. La iglesia, semicircular, está presidida por un mural de barro y un cartel con grandes letras: "Vive lo que esperas".
La iglesia, con un aforo aproximado de 500 personas, está llena este último domingo de adviento. Y con gente de todas las edades. Porque también hay jóvenes. Y lo más novedoso, con gente de muchas y diversas sensibilidades eclesiales. Cada cual aporta y suma sus carismas a la parroquia y a la celebración.
Los Neocatecumenales, por ejemplo, son los encargados del canto. Y se nota. Cantos sencillos, pegadizos y al estilo de uno de sus fundadores, Kiko Argüello. Y, como él, acompañados con la guitarra.
Aquí, todos suman. Aglutinados por el párroco Peio Sánchez de las Comunidades Adsis, hay Neocatecumenales, Equipos de Nuestra Señora, Mercedarias, Legión de María, Cursillos de Cristiandad y miembros de Taizé. Junto a mucha gente del "común de mártires".
Un mosaico que embellece la parroquia y da un lustre especial a la celebración. Cuando, en otras muchas partes, los distintos carismas se tiran los trastos a la cabeza, aquí se unen y hasta rezan y trabajan juntos. Y hasta los Kikos se integran. Es el milagro que ha conseguido un cura especial.
Se llama Peio Sánchez y es el párroco del Carmel. Especialista en Antropología teológica, es conocido en todo el país y en buena parte del extranjero por su dedicación al cine. Aunque no sólo sabe de cine. Peio Sánchez también sabe, y mucho, de teología y de pastoral. Y, a través del cine, lo que intenta es "poner en marcha un proyecto cultural para la Iglesia católica española". La nueva frontera de le evangelización y la gran asignatura pendiente del catolicismo patrio.
Empezando por lo cercano, por su propia parroquia y por la misa del domingo. Una misa también mosaico. La celebración comienza con las luces del templo apagadas. Para simbolizar, incluso físicamente, el paso de las tinieblas a la luz, que se va a operar a través de la celebración penitencial incorporada a la eucaristía en el momento del perdón.
La liturgia del perdón
Así se desarrolla la liturgia del perrdón.
Narrador:
La oposición entre la luz y las tinieblas está muy presente tanto en la Biblia como en otras tradiciones religiosas. De hecho la Biblia se abre con la luz en medio de la Creación que ilumina el caos "Y vió Dios que la luz era buena". Así todas las obras de la creación, el cielo, el mar, la tierra, las plantas, los astros, los peces, las aves, los animales, los seres humanos "nacen a la luz". Esta símbolo da pie a un vocabulario sobre el ser humano que viene a la luz, busca la luz, camina en la luz, huye de las tinieblas. Así se dirá que somos hijos de la luz o del día y en los seres humanos se realizan las obras de la luz.
Por contraste, las tinieblas expresan todo aquello que no es salvación: en ellas se concentra el pecado de la humanidad, así en el libro de Job se dice "Hay algunos que odian la luz, y en todos sus caminos se apartan de ella" (Job 24,13). Esto es lo que ocurrió al pueblo de Israel "La gente irá de un lado a otro, oprimida y con hambre, y a causa del hambre se pondrán furiosos. Maldecirán a su rey y a sus dioses. Volverán la cara hacia arriba y después mirarán al suelo, y no encontrarán más que miseria y oscuridad, tinieblas y angustias. Todo lo cubrirá la noche" (Is 8,21-22). Así la noche es el tiempo del delito como dice la carta a los Efesios" No participéis en las obras inútiles de los que pertenecen a la oscuridad". Las tinieblas son el símbolo de la ceguera y la incredulidad. Y es que verdaderamente en muchos momentos estamos ciegos.
La oscuridad está fuera de nosotros pero también se instala dentro de nosotros. Cuando las tinieblas nos rodean y nosotros les dejamos que se abran paso en nuestro corazón las luces se apagan y entramos en el túnel de la desesperación y el sin sentido.
Vamos a tomar conciencia de la oscuridad que ha entrado en nuestros corazones:
Testigo 1* Reconozcamos las tinieblas de nuestras heridas, del dolor mal digerido, del odio atravesado, de la ofensa mal asumida. Reconozcamos cómo hay heridas que difícilmente podemos curarnos.
Testigo 2* Reconozcamos la oscuridad de nuestra soledad mal asumida. Cuando nos quedamos solos porque no dejamos a nadie entrar, cuando nuestras manos se cierran a acoger y a compartir. Cuando dejamos de fiarnos y decimos que estamos escarmentados.
Testigo 3* Reconozcamos la noche de nuestra indiferencia para conmovernos ante el sufrimiento de los hermanos. Cuando miramos al otro lado ante las necesidades urgentes de los más pobres. Cuando negamos al que lo necesita de lo que a nosotros nos sobra. Cuando justificamos nuestra insolidaridad con argumentos mentirosos que nos quieren dejar tranquilos ante la injusticia.
Testigo 4* Reconozcamos la tiniebla del egoísmo que nos hace pensar y sentir desde nosotros mismos, cuando solo cubrimos nuestra necesidades y nos olvidamos de los que tenemos más cerca. Cuando en el fondo decimos "ande yo caliente y ríase la gente"
Testigo 5* Reconozcamos la noche de nuestra libertad, cuando elegimos vivir sin Dios y preferimos optar por no mirar al que está más allá y nos invita a ir más allá. Cuando olvidamos al Dios amigo y compañero, cuando ya no dejamos que ni Dios entre en nuestra vida. Cuando nuestra oración se ha disipado, cuando el silencio no tiene espacio y la escucha ha perdido su lugar.
Testigo 6* Reconozcamos la noche de la ambición. Cuando vivimos con más de lo que necesitamos. Cuando nuestros gastos sobrepasan la justicia con los que menos tienen. Cuando preferimos no mirar atrás y así no ver a los que recogen lo que nosotros tiramos.
Testigo 7* Reconozcamos cuando nuestra mirada se oscurece y ya no esperamos nada de los que tenemos a nuestro lado. Cuando nuestro amor se ha apagado y lo hemos intercambiado por el interés. Cuando ya nada gratuito sale de nuestra manos. Cuando hemos perdido la confianza básica en los que nos rodean y valoramos más los límites de los otros que nuestro propio pecado.
Narrador: Sin embargo, Jesús es nuestra luz, es el Hijo de la Luz; su persona está en la luz y tiene que resplandecer como tal (Mt 5,14-16; Jn 9,4-5). Sus actitudes más profundas se ponen de manifiesto en la luz (Jn 12,35-36). En los milagros de curación de los ciegos (Mt 9,27-31; 20,29-34; Mc 8,22-26; 10,46-52; Lc 18,35-43; Jn 9,1-41) se cumple todo lo que se esperaba para el tiempo de la salvación: Dios, creador de la luz (Is 45,7), se convierte en Jesús en el guía de su pueblo, como en tiempos del éxodo en la "columna de nube y de fuego" (Ex 24,16; Is 40,3), haciendo caminar a los ciegos por el camino (Is 42,16) con el don de una nueva iluminación. Por eso mismo, en estos milagros de curación los verbos "curar", "recobrar la vista", "ver de nuevo", no se limitan ya tan sólo al cuerpo del hombre, sino que se convierten en sinónimos de "salvación". No pertenecen ya al vocabulario de la medicina y de la ciencia, sino que se transforman en el vocabulario de la luz/salvación que solamente Dios puede dar al ser humano.
Sacerdote: Por eso queremos pedirle ahora al Señor en nuestra oración compartida:
- Señor cúranos de nuestras cegueras
- Señor ilumina nuestras oscuridades
- Señor disipa nuestras tinieblas
- Señor sé nuestra luz en la noche
Tras la preparación comunitaria, Peio invita a la gente a hacer su propio y concreto examen de conciencia y acercarse a los tres confesores que hay disponibles en el templo: él mismo, Oscar, su compañero de parroquia, y el padre Enrico, un salesiano italiano, que ha venido a echarles una mano.
Música de fondo, mientras la gente se confiesa. Cada persona que termina de confesarse sube al altar y enciende una vela en la corona de Adviento. Y poco a poco se va haciendo la luz. Mientras, los demás fieles rezan. Y tras las confesiones, la celebración continúa en medio del gozo del abrazo en la fe, en la Palabra proclamada, en el canto bien cantado con el que rezn dos veces y en el pan compartido.
Y de misa salen con las pilas cargadas para la evangelización. Porque la parroquia del Carmel gira en torno a un trípode bien asentado: el culto, la caridad y la pastoral juvenil. Es el carisma de las Comunidades Adsis, a las que pertenecen los dos curas de la parroquia, Peio y Oscar, asi como los 10 miembros que viven aquí en su casa siempre acogedora y abierta. Y un diácono permanente, Paco Jiménez. "Es el alma de la parroquia, porque se ha ordenado aquí hace muchos años y la gente le quiere y le aprecia. Es un placer contar con él", dice Peio.
Las Comunidades Adsis, presentes en España y en muchos países del extranjero, están integradas por unos 500 miembros. Y se definen así: "Adsis es un movimiento de comunidades cristianas, formado por hombres y mujeres que queremos vivir el Evangelio de Jesús a través de una presencia fraterna y solidaria entre los jóvenes y los pobres".
"Las comunidades las constituimos hermanos que, desde diversos compromisos, ministerios, estados de vida y profesiones, participamos de un mismo proyecto de comunión y servicio, compartiendo casa y vida, bienes y necesidades, entre nosotros y con otros. Y allá donde estamos, junto con los asociados y Adsis Joven, generamos un movimiento amplio que integra a voluntarios, cooperadores y amigos", añaden.
Y concluyen así su presentación: "Adsis significa ‘estar presentes'. Desde la fraternidad y la solidaridad, queremos hacer presente en el mundo de hoy la cercanía de Dios a los jóvenes y los pobres".
Un carisma que se plasma en la parroquia del Carmel. Con los diversos elementos evangelizadores bien integrados. Con un culto y un proceso catequético muy cuidado. Sobe todo en lo referente a la pastoral familiar y juvenil.
No falta, por supuesto, la caridad y la solidaridad. El sábado mismo, decenas de voluntarios recogían comida en los establecimientos del barrio y en el Banco de alimentos para entregárselos después, ordenadamente, a las numerosas familias pobres de la parroquia. Además, mensualmente proporcionan comida a unas 100 familias desfavorecidas o, lo que es lo mismo, a más de 500 personas. Familias empobrecidas y atormentadas por la crisis que, para ellas, es real.
La parroquia también está volcada en la atención a los emigrantes, que aquí abundan, y a su incorporación eclesial. Aquí se sienten como en su casa. Una casa acogedora, abierta, misericordiosa. Una parroquia mosaico. Una parroquia donde los diversos carismas se unen "ad maiorem Dei gloriam".