Desayuna conmigo (miércoles, 27-5-20) Celibato, ¿sacralidad o conveniencia?

Disciplina y respeto

celib21
El escenario de esta mañana nos pone encima de la mesa de desayuno la presencia de tres personajes importantes, cada uno de los cuales nos obsequia con un alimento nutritivo y sabroso. Los presentaré en un orden invertido al cronológico.

425

Un día como hoy de 2014, ayer mismo, el papa Francisco recordó que el celibato no es un "dogma de fe" en la Iglesia católica, pues hay sacerdotes casados en los ritos orientales, y que, en consecuencia, "la puerta está siempre abierta" a tratar el tema, pero dejando claro que, si bien no es un dogma de fe, “es una regla de vida, que yo aprecio mucho, y creo que un regalo para la Iglesia”. Tema abierto, pero no urgente, pues el papa decía que "en este momento hay otros temas sobre el tapete".

De hecho, el celibato obligatorio es un tema recurrente. Que se haya vuelto urgente quedó demostrado en la preparación del Sínodo Amazónico del año pasado, a pesar de la decepción de la Exhortación post-sinodal del papa a ese respecto. Y que se hace urgentísimo en estos momentos lo demuestra el hecho de que, para responder al desarrollo ritual de la vida cristiana, muchos sacerdotes muy mayores se ven desbordados al tener que celebrar un montón de misas en distintos lugares a lo largo de los fines de semana. En algunos pueblos de España, donde la figura del sacerdote era una referencia constitutiva de su propia personalidad, ahora solo se ve, de tarde en tarde y solo para funciones protocolarias, un cura que ya no convive con sus feligreses.

1446374179_827110_1446374719_noticia_normal

Los obstáculos para dar pasos serios hacia adelante y restituir la función sacerdotal a todo el pueblo de Dios dimanan de la “sacralización” de una función meramente instrumental. El sacerdocio no es lo sagrado, sino una habilitación jurídica para un desarrollo sagrado, consistente en la inclusión del pueblo de Dios en el rito. Lo sagrado no es el instrumento sino la vivencia de la fe en la celebración.

La verdad es que el celibato obligatorio persiste únicamente por “conveniencia”, pero no de la Iglesia sino de la institución de la Iglesia católica, que son dos cosas muy distintas. No deja de ser una delicia para cualquier empresa disponer de obreros disponibles las 24 horas del día y sin que presenten el más mínimo obstáculo de movilidad. Todavía hoy la Iglesia católica sigue siendo una férrea dictadura, asentada sobre fórmulas evangélicas interpretadas a conveniencia. Objetivamente, no hay ninguna razón, ni evangélica ni mística ni espiritual, para sostener una disposición canónica con una exigencia cuyo único apoyo debe ser la libre entrega del sacerdote a la obra de evangelización. Solo ahí estriba el que sea o pueda ser una “regla de vida apreciable” o "un regalo", que dice el papa Francisco. Objetivamente, insisto en ello, se trata de una función eclesial que podrían ejercer con igual o incluso superior dignidad lo mismo un hombre casado que una mujer, célibe o casada. De darse en la Iglesia institucional ese paso, que tanto asusta a los que detentan el poder para hacerlo, aunque para muchos pudiera significar, aunque solo aparentemente,  relajación moral, la Iglesia institucional perdería casta y poder, pero ganaría fuerza evangelizadora y autenticidad.

gn20140721050942

El segundo en ocupar hoy nuestro escenario es el teólogo francés, reformista protestante, Juan Calvino, debido a que moría un día como hoy de 1564. Calvino fue un hombre muy disciplinado y austero, que impuso y dirigió en Ginebra, con mano férrea, su reforma, conocida como el calvinismo. Vivió toda su vida con un modesto salario de cien coronas. Al morir, solo dejó 300 coronas a sus herederos, además de su biblioteca, que se vendió a gran precio. En su última etapa, al regresar de Estrasburgo a Ginebra, aceptó los privilegios de ciudadano libre de su ciudad, pero rechazó el salario de prebendado que le había sido asignado. Sin duda, fue un gran teólogo, muy racionalista en su discurso y muy pegado a las Sagradas Escrituras y a los Padres de la Iglesia, además de muy consecuente con sus creencias.

tumblr_ok5op8uvSf1seeqpuo1_400

Recuerdo que, en la primavera de 1969, en un seminario de Ecumenismo del Instituto Católico de París, se me encomendó que me encargara de hacer una ponencia sobre la eucaristía tal como la concebía Calvino. Primero me sorprendí yo al preparar el tema y luego sorprendí al auditorio al exponer el primor y finura con que él trataba la Cena el Señor, yendo más allá del dualismo luterano y de la mágica transubstanciación católica, para conectar con la tradición cristiana de los primeros siglos. No hay ni tiempo ni espacio aquí para adentrarse en ello, pero sí para dejar constancia de sus exigencias primordiales de reforma: que nadie participe de la eucaristía si no lo hace con verdadera piedad y genuina reverencia; que se reformen las leyes católicas concernientes al matrimonio según la Escritura, pues los papas han dictado decretos a su antojo a ese respecto; que los niños sean catequizados por sus padres y, finalmente, que el pueblo participe en la liturgia cantando salmos.

Sana Doctrina

Nada tiene de extraño que un hombre tan exigente consigo mismo, tan austero en sus costumbres y tan meticuloso y preciso en sus razonamientos, impusiese una disciplina férrea en el calvinismo. En la Iglesia católica se han dado casos de fundadores o reformadores de órdenes religiosas que lo han igualado e incluso superado en la disciplina que han exigido a sus seguidores. El nombre de Juan Calvino figura en el Calendario Luterano de Santos, con su conmemoración el 26 de mayo (ayer), o el 28 (mañana) en la Iglesia episcopal de EEUU. Hoy, seguramente por la crisis ideológica que también padecemos a causa del predominio absoluto del lucro como gran valor de la vida y por el atractivo de la doctrina calvinista sobre la predestinación a la hora de pensar quiénes somos y qué hacemos en este mundo, el calvinismo atrae la atención de muchos.

fotonoticia_20170504090013-1012109_420

Finalmente, hoy se nos hace presente el fraile dominico Pedro de Córdoba por la carta que, un día como hoy de 1517, dirigió a los reyes de España en 1517, instando al monarca a la protección de los indígenas americanos. El escrito, conocido como “carta latina”, iba firmado por varios frailes dominicos y franciscanos más. Fray Pedro fue uno de los primeros evangelizadores de América que salió en defensa de los indicios al denunciar el régimen de encomiendas y los abusos que con él se cometían. Sus denuncias causaron gran malestar en una sociedad que basaba sus ganancias en la explotación esclavista de los indígenas. Él se vio obligado a regresar a España para defender sus acusaciones, pero consiguió que las leyes sobre los indígenas fueran más humanas.

1516279464_273015_1516284484_noticia_normal

Decíamos al principio que el día nos ofrecía tres nutritivos platos para nuestro desayuno: urge “humanizar” el sacerdocio católico para favorecer la celebración habitual de la eucaristía en las comunidades cristianas, poniendo el acento de la sacralidad en lo oficiado, no en el oficiante; urge que la eucaristía sea realmente la cena del Señor en la que, sin magia ni sortilegio alguno, se produce un encuentro formal con Jesús y con la virtualidad de su obra de salvación, y urge, finalmente, que todos los pueblos puedan participar por igual de la mesa en la que Jesús les invita a comer el pan de vida ya  beber el vino de salvación. Urge, en definitiva, una sola Iglesia que cobije a todos los hombres para bautizarlos con la gracia de la salvación generosamente derramada por Jesús.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com

Volver arriba