Celebración del Mes de la solidaridad en Chile Cardenal Chomali: "Muchas familias pasan el invierno en condiciones que claman al cielo; no podemos hacer como si no pasara nada"

Cardenal Fernando Chomali
Cardenal Fernando Chomali

"Al igual que todos los años, durante el mes de agosto, en todo Chile se celebra el mes de la solidaridad. Es un tiempo en que recordamos con cariño y admiración al Padre Hurtado, un sacerdote declarado santo por sus grandes virtudes humanas y espirituales"

"San Alberto Hurtado nos recordó con su vida y sus palabras que Cristo es el centro de la vida del creyente y que la pregunta ¿qué haría Cristo en mi lugar? es un camino excelso a la hora de preguntarse en las distintas circunstancias de la vida ¿qué debo hacer?"

Al igual que todos los años, durante el mes de agosto, en todo Chile se celebra el mes de la solidaridad. Es un tiempo en que recordamos con cariño y admiración al Padre Hurtado, un sacerdote declarado santo por sus grandes virtudes humanas y espirituales. San Alberto Hurtado nos recordó con su vida y sus palabras que Cristo es el centro de la vida del creyente y que la pregunta ¿qué haría Cristo en mi lugar? es un camino excelso a la hora de preguntarse en las distintas circunstancias de la vida ¿qué debo hacer?

La Arquidiócesis de Santiago se suma a esta iniciativa con entusiasmo y responsabilidad. Es un mes de gran intensidad en la vida de la Iglesia porque se nos presenta como la gran oportunidad de vivir el mandamiento de amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Sí, el mandamiento del amor a Dios va de la mano con el mandamiento del amor al prójimo. Más aún, el amor al prójimo es un espejo privilegiado para ver cuál es realmente nuestro amor a Dios.

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El mes de la solidaridad es un tiempo de gracia por cuanto nos ayuda como Iglesia a salir de nosotros mismos y abrirnos a los demás, especialmente a los que más lo necesitan. Es el tiempo en que ponemos de modo especial nuestros dones, carismas, habilidades, destrezas y recursos económico en el que sufre. Es vivir en profundidad el misterio de la encarnación en el sentido de que Dios penetra en la historia humana en su Hijo Jesucristo y nos invita a que nosotros, la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, estemos íntimamente incorporados en la historia de todos y cada uno de los hombres. De hecho, parte esencial del misterio cristiano y verdadera “locura de Dios” es que Jesús está en el pobre, el que no tiene donde dormir, no tiene donde comer, no tiene quien lo visite o cuide. En esta lógica, a nosotros nos toca en concreto, incorporarnos en la vida de los demás e incorporar a los demás en nuestra vida. Incorporar significa entrar en el cuerpo, es decir hacernos cargo del otro de una manera profunda porque en cierto sentido son parte de nosotros.

El difunto papa Francisco, en la tumba de San Alberto Hurtado
El difunto papa Francisco, en la tumba de San Alberto Hurtado

El mes de la solidaridad nos invita a hacer visible no solo nuestra preocupación, sino que también y sobre todo, nuestra ocupación por el otro. Ser solidario es un acto de coherencia con nuestra condición de seres humanos y de cristianos. También es el testimonio visible de que creer en Dios implica promover al que sufre, al que pasa hambre y frío. A que el que está sin trabajo, solo o abandonado, logre condiciones de vida más humana. Hacerse cargo del dolor de los demás es el testimonio más real y hermoso de nuestra adhesión a Dios. Por las obras se muestra nuestra vida de fe y nuestra adhesión a la Iglesia.

Muchas familias pasan el invierno en condiciones que claman al cielo, al igual que muchos adultos mayores solos, incluidos aquellos que están privados de libertad. No podemos hacer como si no pasara nada

Muchas familias pasan el invierno en condiciones que claman al cielo, al igual que muchos adultos mayores solos, incluidos aquellos que están privados de libertad. No podemos hacer como si no pasara nada. Estos hermanos nuestros no pueden esperar. Hacernos cargo de manera efectiva de los más necesitados es una exigencia ética que brota de lo más profundo de nuestro ser cristianos. Es un acto de caridad que surge del anhelo de justicia que ha de anidar en el corazón de todo hombre, especialmente si es creyente. Lograr que la solidaridad haga referencia a la justicia y a su promoción es un valor que nos hace reconocer y respetar los legítimos derechos de las personas.  No puedo dar al otro lo que es mío por caridad, sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. La justicia ha de manifestarse en los grandes temas del país, como en las relaciones humanas cotidianas, en la familia, en el barrio, en el trabajo, entre hombres y mujeres. En medio de tantos conflictos es importante recordar que la paz social, tan anhelada y necesaria, que permite que todos nos sentemos en una gran mesa donde nadie sobra, es fruto de la justicia.

Este mes de la solidaridad por tanto no ha de comprenderse como un hecho puntual de parte de la Iglesia y de las personas de buena voluntad que escuchan nuestro llamado, sino que como parte integrante de nuestro seguimiento a Jesucristo el maestro que ha venido a servir, a dar la vida por cada uno de nosotros, y no a ser servido. El mandamiento del amor no es una mera teoría sino que es la respuesta al seguimiento de Jesucristo que nos llama a entrar en comunión con Él al interior de su Iglesia y a vivir de acuerdo a sus criterios, a su palabra, y sobre todo a su testimonio de entrega radical por cada uno de nosotros.

El cardenal Fernando Chomali
El cardenal Fernando Chomali

Soy cada vez más consciente que la credibilidad de la Iglesia pasa por un testimonio efectivo de servicio a los demás. Es con el servicio y a través del servicio, desde donde nace y se fortalece nuestra autoridad. El siglo XXI, más que maestros exige testigos. Nosotros en virtud de haber sido llamados a ser discípulos de Jesucristo estamos llamados a ser testigos privilegiados de su amor.

“¿Qué haría Cristo en mi lugar?”

Los invito a que este mes sea un tiempo de mucha oración y le pidamos al Señor que nos ayude a abrir nuestro corazón a los demás. Esta reflexión estamos llamados a hacerla al interior de nuestras familias, de nuestras comunidades, en nuestros vecindarios, en nuestros lugares de trabajo. Los invito también a hacerse la pregunta que tanto se hacía San Alberto Hurtado: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”.

Los invito también a ser especialmente generosos pensando en los miles de hermanos nuestros que pasan hambre y frío, o que están sin trabajo, como si fuera el mismo Cristo.

Mirando el ejemplo de la Santísima Virgen María es mucho lo que podemos aprender. En primer lugar, ella nos enseña que hacer la voluntad de Dios en nuestra vida es el camino para lograr la auténtica libertad, aquella que se entiende como entrega, como servicio, como un ser para los demás. Ella tuvo absoluta disponibilidad al querer de Dios y ello le valió reconocerse como bienaventurada, es decir dichosa, feliz, plenamente realizada. Ella, la Reina del cielo, nos hace ver que el reinado para el cristiano es servir.

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