Nuestra cultura popular (y El novio de la muerte, por Daniel Innerarity)

Hay una cultura culta o cultista y hay una cultura popular pero no inculta sino cultivada. Los que hemos estudiado en la ciudad pero somos de pueblo tenemos una mayor comezón por lo popular, puesto que nos ha servido como troquelado infantil. La cultura culta se eleva hasta las alturas de la abstracción, la cultura popular se enraíza hasta el fondo de la concepción profunda de las cosas. Nunca olvidaré la filosofía de cierto desengaño vital de signo barroco y gracianesco (propio de B.Gracián), que mamé en mi pueblo simbólicamente.

El caso es que nuestra cultura popular arraiga en nuestro inconsciente colectivo, tal es el caso paradigmático entre nosotros del flamenco y sus variantes y variaciones. En el caso del fenómeno Rosalía asistimos a una versión popular trufada de urbana, una mezcla explosiva capaz de trasformar una canción ligera -Me quedo contigo- en un himno al amor y en una obra de arte, diáfana y grave. El arte imparable de nuestra joven cantante radica en acentuar la ambigüedad del amor y su profunda melancolía. En la canción mencionada nuestra artista celebra la felicidad de su amor dolientemente.

Pero el final y el comienzo del año han sido absorbidos folclóricamente por una historia de amor que ha acaparado todos los medios: la separación entre María Teresa Campos y Edmundo Arrocet, la dama de la comunicación y el comediante sudamericano, tras seis años de mutua compañía intermitente. Parece tratarse de una relación prototípica entre la enamorada y su amado, cuyas gracias ríe y sonríe. Es un amor provecto acompañado de humor, amor y humor, hasta que el humor se agría y el amor se enfría. Lo intrigante del caso es que ambos manifiestan seguir queriéndose a su modo, en medio de la disputa y la separación.

Esto último revela que el amor pervive incluso a través del desamor (por desgracia a veces ocurre lo contrario), hasta el punto de que en el tango Nostalgias se brinda también por los fracasos del amor. Estamos ante un amor de nostalgias nacido al calor del famoso programa de M.ª Teresa Campos (Qué tiempo tan feliz), cuyo nostálgico tema musical fuera cantado por Mary Hopkin y Matt Monro seductoramente. Esta canción recuerda los sueños de juventud esfumados, de los cuales quedan empero algunas notas musicales vibrando y danzando en el aire.

Porque en el amor, incluso en el que parece irse consumido, siempre quedan algunos acordes musicales imperecederos en medio del desacuerdo literal. Por eso nuestra dama de la comunicación es capaz de entonar el bolero “La distancia” en plena crisis o distancia amorosa, cuya letra reafirma lo inolvidable de toda querencia. Pues como decía el antiguo escritor latino Publio Sirio, una amistad que termina nunca había comenzado, lo cual vale obviamente para todo auténtico amor, como ha refrendado el filósofo Fernando Savater en sus últimas confesiones. O el amor como presente eterno y extático aunque no estático, ay, sino dinámico y ondulante.

Hay pues una cultura popular que nos enseña mucho, al margen de la alcahuetería que suele conllevar como un lastre. El literato G.García Márquez valoraba mucho las canciones populares de José Luis Perales, así su canción “Pensando en ti” en la que expresa la ambivalencia del sentimiento amoroso sutilmente. Por su parte, nuestro eximio tenor Miguel Fleta comenzó y en cierto sentido concluyó como jotero popular excepcional. En definitiva, la auténtica cultura popular trataría de dignificar el amor a través de una música que supera y supura su dificultad. Pues ser amado no siempre es posible, pero amar lo es siempre.

EL NOVIO DE LA MUERTE

                                                          por Daniel Innerarity

Mis dos reflexiones sobre la muerte para mi amigo y maestro Andrés Ortiz-Osés de Tardienta en Aragón:

TODO lo relativo a la religión o a lo que haya después de la muerte reconforta e inquieta a la vez. Si en la idea que nos hemos hecho de ello falta alguna de esas dimensiones (consuelo e inquietud), podemos estar seguro de que se trata de superchería o banalización.

EN el mercado religioso hay muchos tranquilizantes que domestican el misterio en terapias de grupo y rituales; en el mercado antirreligioso se nos invita a no preocuparnos, que no hay enigma que no pueda resolverse.

ME pregunto qué pensará la verdadera novia de algún legionario muerto, que se consideraba el novio de la muerte.

(Universidad del País Vasco,

Instituto Universitario Europeo)

Volver arriba