Atributos nocivos de las religiones falsas (y 2).

No podemos negar que las creencias y prácticas religiosas tienen aspectos positivos, dignos de ser rescatados por el hombre normal. Por ejemplo su prédica moral.

La religión es, para muchos individuos, una necesidad, un estímulo, una ayuda para pensar, para sentir y para seguir sus dictados morales. La religión les procura una cierta paz, aunque otros digan más bien apaciguamiento de sentimientos perniciosos.

Sin embargo para la humanidad en su conjunto y para individuos con mayor desarrollo intelectual, que han superado la etapa infantil centrada en el mantenimiento de creencias, la religión es algo perjudicial y nocivo, por no decir algo peligroso.

Siguiendo con el florilegio iniciado ayer, las religiones han sido algo retardatario de la evolución social cuando no han sumido a las sociedades en ignorancia, atraso, división, dominio, crueldad…


3. La ignorancia, la carencia de educación, la falta de pensamiento crítico, el analfabetismo que procura todo sistema oscurantista se extiende a cualquier ámbito social y humano. Todo ello se ha traducido en atraso palpable. Hay pueblos en que las creencias lo informan todo y cuya cultura es, en grado casi único, la religiosa, cuando no es la única. Pueblos y periodos históricos sumidos en la ignorancia y en el analfabetismo.

Cuando una sociedad se ve sometida a normas religiosas tan estrictas como aquellas que estamos acostumbrados a ver y ha ajustado su vida al dictado de cualquier “libro sagrado”, queda frenada su evolución y se ve constreñido su crecimiento, lo cual es sinónimo de retroceso en un mundo, el nuestro, en continuo progreso. Determinadas áreas de la vida y por tanto de la ciencia, parecen estar vetadas por las normas que emanan de sus libros.

¿No lo vemos a diario en países islamizados? También las naciones cristianas vieron frenado su desarrollo técnico y social durante muchos siglos por no desdecir a la Biblia. Muchos son los casos, no sólo el paradigmático de Galileo, donde se ve cómo sus esfuerzos investigadores se vieron cercenados por aquellos que gobernaban, “de jure” o “de facto”.

4. División y desintegración. Las religiones separan a la humanidad en categorías, en grupos y en banderías. Pueblos enteros separados y enfrentados sólo porque aquí siguen unos credos y allí otros. Rayas artificiales que no se pueden traspasar so pena de perder la vida. Y aunque los que profesan la misma fe parecen estar unidos, no siempre es así porque dentro de las mismas creencias surgen fanáticos que culpan a los demás de frívolos y superficiales.

Divisiones y odios sólo por interpretaciones de un mismo mandamiento o de un precepto que no tendría la más mínima importancia en un mundo más abierto. Es el caso de las razias de suníes contra chiíes y viceversa. Llena está la historia de guerras religiosas, algo de lo que todas las religiones se pueden sentir muy orgullosas y ufanas.

¿Cómo enjuiciar las palabras de H. Küng en su libro “Ser cristianos” hablando como si fuera de lo más natural, «los múltiples fracasos del cristianismo y de las religiones universales en orden a la humanización del hombre y la lucha por la justicia, la paz y la libertad y su influjo separador más que aglutinador en toda la humanidad»?

5. Actos de crueldad.Cuanto más intensa ha sido la religión en cualquier período y más profunda la creencia dogmática, mayor ha sido la crueldad y peores los incidentes. En las llamadas Edades de la Fe, cuando los hombres creían realmente en la religión cristiana en toda su integridad, existió la Inquisición con sus torturas; y muchas desdichadas mujeres fueron quemadas por brujas; aparte de toda suerte de crueldades practicadas contra toda clase de gentes en nombre de la religión» (B. Russel. Por qué no soy cristiano).

Terrible es ver hoy día en vivo y a veces en directo actos de una crueldad que producen espanto. Pero ¿cómo eran los procesos inquisitoriales? ¿Cómo no sentirse aterrados ante los relatos de las matanzas en Argelia en los años noventa? ¿Y el martirio de cristianos en Filipinas a finales del XIX? ¿Y la noche de San Bartolomé? ¿Y el horror de las matanzas ocurridas en la guerra de los 30 años? ¿Y las crucifixiones de católicos en Japón?

6. Infelicidad, trastornos mentales, conflictos psicológicos, miseria personal. A lo largo de los siglos hemos visto cómo muchos que se decían pastores y guías espirituales del pueblo, no eran más que verdaderos psicópatas que dictaban órdenes y ejecutaban castigos que oprimían las conciencias y causaban pavor en el pueblo. Y fanáticos que imponían su ley homicida.

La enseñanza edulcorada de hoy en las catequesis impartidas a los niños no tiene nada que ver con lo que se estilaba en otros tiempos y con el tipo de enseñanza que se imparte, por ejemplo, en las madrasas musulmanas. Niños angustiados por los temores infernales arrastraban sus espantos y pavores hasta la edad adulta enquistándose en neurosis del más variado espectro.

Algo similar se podría decir del obligado cumplimiento de los tres votos, especialmente el de obediencia y castidad, dentro de monasterios y cenobios, origen y causa de muchos trastornos psíquicos, algo que ha aflorado en nuestros días en los casos de pederastia. La idea terrorífica de la condenación eterna ha sido nutriente secular de tratados y más tratados, a la vez que espada de Damocles que pendía sobre las conciencias.

El hombre iletrado e ignorante vivió durante muchos siglos pensando que ya estaba condenado, a veces por incumplimiento de nimiedades, con la conciencia de sentirse pecador y que sus méritos no valían nada, pendiente de una salvación que sólo podían administrar los que se decían representantes de Dios en la tierra. Lógicamente la visión que podía tener este hombre del mundo era siempre pesimista, nómada en un valle de lágrimas, siempre tratando de encontrar la salvación a cambio de sus dádivas y sacrificios muy costosos para él y su familia.

7. Miedo y desconfianza del placer. Ahora dicen que el hombre está en este mundo para ser feliz. ¡A buenas horas, mangas verdes! Eso cuando ya nadie les hace caso. La renuncia al placer, la ascesis, el castigo del cuerpo, el valor del sacrificio… ha sido prédica durante siglos hasta nuestros días. Un tópico común en sermones, prédicas, ejercicios espirituales y homilías.

Ese regusto masoquista ha impregnado todas las Constituciones de órdenes y congregaciones religiosas. Y dado que eran ellos los dispensadores de doctrina, tal vivencia la transmitían al pueblo fiel. La perfección del espíritu a través del sufrimiento.

La búsqueda del dolor por el dolor es una aberración se mire por donde se mire, pero así ha sido durante siglos en casi todas las religiones. Habría que pensar en alguna secreta energía que del dolor emanaba. Otros podrían pensar que el dolor no es más que el fracaso de un Dios Padre providente. Dicen que para asimilarse a Jesucristo, que padeció… Pues ¿no podría pensarse que también en esto fracasó, dada la necesidad que tiene del dolor de los humanos?

Gente aberrante, loca, desequilibrada y trastornada que ha llevado a tantos otros por el camino de la tortura, la angustia, la zozobra y, cómo no, la humillación.

8. Prácticas nocivas para la salud o la integridad física. Todas las religiones tienen una amplia panoplia de prescripciones rituales relacionadas con la comida. Todas, asimismo, mantienen ritos que no se sabe por qué consienten las autoridades sanitarias. Todas, además, han utilizado los medios más siniestros para dominar a los díscolos y rebeldes.

Sí, agresiones a la integridad física de las personas sea por prescripción ritual o por fanatismo. La circuncisión masculina, la ablación en las mujeres, matrimonios infantiles, asesinatos rituales de otros tiempos, incisiones variadas, castigos sumarios a mujeres y no a hombres, extracción de los dientes de leche, supersticiones que limitan la movilidad de los bebés, esclavitud infantil y esclavitud sexual, abortos selectivos, rechazo de determinadas intervenciones médicas, demonización de la menstruación, mitos sobre la virginidad…

Despropósitos y restricciones relacionados con la alimentación, prohibición de la carne de cerdo, condiciones en el modo de sacrificar los animales, limitación respecto al pescado, prohibición de las habas, prohibiciones según fechas… ¿Cómo puede una persona normal adscribirse a banderías religiosas que prescriben tales absurdos? ¿Cómo admitir en nuestra sociedad occidental personas obnubiladas por el credo que defiendan o practiquen alguno de esos descarríos?

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Admitamos que muchos de estos aspectos negativos fueron más frecuentes y manifiestos en otros tiempos que en la actualidad. Pero de un modo u otro, se dieron, y se dan, en todas las religiones. También es cierto que en unas religiones “brillan” más que en otras y unas acumulan más miseria que otras. Y también es cierto que la mayor parte de los cristianos no los admitirán en la religión que hoy siguen.

Reconocerlo o no, no varía un ápice el juicio que los demás nos formemos de todas ellas. Es más, el no admitirlos supone un grado de obnubilación, mayor o menor según el caso, en su inteligencia y un estancamiento en su evolución mental.
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