Creer o no creer en Dios (3/3)


ARTÍCULO DE J.A. Pagola.

Se habla a veces de manera tan superficial sobre las cuestiones más importantes de la vida, y se opina con tal ignorancia sobre la religión, que se hace necesario aclarar, incluso, las cosas más elementales. Por ejemplo, ¿qué significa creer en Dios?

--Eso de "cuestiones importantes" es algo bastante relativo. Pongamos el caso de quien ha perdido el trabajo: lo más importante es buscar algo con que dar de comer a la familia; para el que sufre cárcel injusta, lo más importante es que reluzca la verdad; para el que sufre una enfermedad quizá mortal, lo más importante es la labor de los médicos... Y para muchos lo más importante es pensar en lo que creen, si será verdad o no. De lo otro... sí, es cierto que hay muchos que opinan de manera muy superficial sobre "dios".

En el lenguaje ordinario "creer" puede encerrar significados bastante diferentes. Cuando digo "creo que lloverá", quiero decir que "no sé con certeza , pero sospecho, intuyo.. que lloverá". Cuando digo "te creo" estoy diciendo mucho más: "me fío de ti, creo en lo que tú me dices". Si alguien dice, "yo creo en ti", está diciendo todavía algo más: "yo pongo mi confianza en ti, me apoyo en ti". Esta expresión nos acerca ya a lo que vive el que cree en Dios.
--Correcto lo que dice: "...lo que vive el que cree en Dios". Pero es curioso que los que no, tienen la posibilidad de sentir las mismas vivencias trascendentales desde presupuestos humanos pero sin el bagaje ni el fielato de creer barbaridades, perder el tiempo y sufragar gastos inútiles .

Cuando una persona habla "desde fuera", sin conocer por experiencia personal lo que es creer en Dios, piensa, por lo general, que la postura del creyente es, más o menos, ésta: "No sé si Dios existe, y no lo puedo comprobar con certeza, pero yo pienso que sí, que algo tiene que existir". De la misma manera que uno puede creer que hay vida en otros planetas, aunque no lo pueda saber con seguridad.
--Dice "desde fuera". Si de argumentos personales habla --esos que tan poca consistencia tienen para la verdad y como parece ser ese "confío en ti" anterior-- ¿qué puede decir de aquéllos que han vivido a Dios profundamente pero han comprendido la inutilidad y falacia de tal creencia?. Cierto, hay muchos que dicen "algo tiene que existir": sin más consecuencias en su vida, como tratando de preservar creencias infantiles.

Sin embargo, para el que vive desde la fe, "creer en Dios" es otra cosa. Cuando el creyente dice a Dios "yo creo en Ti", está diciendo: "No estoy solo, Tú estás en mi origen y en mi destino último; Tú me conoces y me amas; no me dejarás nunca abandonado, en Ti apoyo mi existencia; nada ni nadie podrá separarme de tu amor y comprensión". Esta experiencia del creyente tiene poco que ver con la postura del que opina "algo tiene que haber",. Es una relación vital con Dios: "Yo vengo de Dios, voy hacia Dios que es sólo amor".
--Repetimos y repetiremos, el creyente da por supuesto a Dios. ¿Y si se parte del supuesto contrario? La consecuencia es clara: ¿para qué hablar a una idea, contarle las propias cuitas, confiar en "ella"? Dicen que la vida pierde sentido y uno se priva de experiencias sublimes. No es cierto. Afirman cosas que no son ciertas respecto a quienes rechazan quimeras que ellos presuponen: son argumentos --"si yo no tuviera a Dios..."-- que sólo a ellos les sirven.

Por eso, para creer, lo decisivo no son las "pruebas" a favor o en contra de la existencia de Dios, sino la postura interior que uno adopta ante el misterio último de la vida. Nuestro mayor problema hoy es no acertar a vivir desde "el fondo" de nuestro ser. Vivimos por lo general, con una "personalidad superficial", separados del "fondo".
--Más o menos respecto a esa "postura": "Dios es para mí y en tanto en cuanto", o, más rotundo, Dios existe porque creo en él. Este subjetivismo no es serio. ¿Cómo que no son necesarias las pruebas? ¡Dejamos de ser personas, seres con razón, pensantes, deductivos! El creyente "dimite" de pensar en aquello de lo que, curiosamente, a veces duda. El voluntarismo retuerce su inteligencia y le lleva a dimitir --en este campo-- de sí mismo.

Y esta pérdida de contacto con lo más auténtico que hay en nosotros nos impide abrirnos confiadamente a Dios, y nos precipita en la soledad interior.
--Consecuencias que el autor ve lógicas, pero deducidas de presupuestos falsos. Esas consecuencias no se dan en quienes dimiten de credulidades. ¿Lo más auténtico? Creo que aquí le falta honradez intelectual: ¿ese añadido, ese pegote cultural es lo genuino, lo auténtico, en el hombre?

Lo triste es que este vacío que deja la falta de fe en Dios, no puede ser sustituido con nada. Podemos hacer que nuestra vida sea más agradable poniendo en marcha algunos resortes psicológicos. Pero nada puede aportar la estabilidad y salud interior que experimenta el creyente: "Mi pasado pertenece a la misericordia de Dios, mi futuro está confiado a su amor, sólo queda el presente para vivirlo de manera agradecida".
--¿Vacío? De nuevo la presunción de lo que se presupone. ¿Sustitución? Desde luego que hay muchas maneras de sustituir la religión, desde las más superficiales (viajar, nadar, pescar...) hasta las más profundas o elevadas (refutar --por ejem. las creencias--, deducir, aconsejar, estudiar, escuchar...)
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