Demoler credulidades.

No puede el hombre enfrentarse al enemigo cuando está más armado y fuerte, porque sería improbable la victoria y casi segura la derrota. Ya lo decía la canción medieval: "L'homme armè doibt on doubter"
Eso le sucedió al tímido humano con la creencia: ante ella perecieron “herejías”, pereció el pensamiento humanista; sucumbieron, por cansancio y falta de apoyo popular, la Ilustración y el Racionalismo, pereció el Modernismo...
Ahora, en cambio, el rival, aunque no débil, está debilitado; le falta convicción y se siente abandonado por tantos que antes, quizá forzados, poblaban sus mesnadas. Es el momento.
Llorones y plañideras del pasado con el miedo al presente inundando sus poros, se quejan de la acerva y cruda hostilidad que respira nuestro mundo.
Por ponerle un nombre a tal hostilidad, lo llaman laicismo, secularización, humanismo ateo, incredulidad... ¡Los calificativos han perdido virulencia, ya no tienen la energía letal de otros tiempos, ya no aturden o provocan pánico! No perciben que no es mera hostilidad sino afán de victoria.
Casi es un sueño en la vigilia. Los que hasta ahora han explotado el filón de otros sueños –los más productivos han sido siempre los sueños crédulos--, verán que son arrastrados por la torrentera de la repulsa, del aislamiento y del rechazo de creencias prehistóricas.
Podría parecer una tareas sobrehumana: desterrar la incultura, siempre unida al oscurantismo; buscar remedio racional frente al refugio de la magia; instaurar la celebración festiva del rito secular frente al rito sacro; dar preeminencia al saber frente al creer; sentir que hoy es estudio histórico lo que fuera imposición de credos y de ritos...
Salvemos, eso sí, lo que la magia del arte y la literatura, incluso la ciencia y el pensamiento, amarrados a la fuerza a la creencia, fueron capaces de alzar como monumento estético bajo la inspiración de realidades evanescentes.
"Media vita in morte sumus", decía Notquer Bálbulus en los inicios de su Cuaresma. Sí, hemos pasado media vida “creyendo” y la otra media “desmontando las creencias”, cuando no sucumbiendo a ellas. Quizá sea eso la vida, crear fantasmas para luego luchar contra ellos.
Pero, ¿por qué construirla con esos materiales si ahora, al fin, tenemos otros?.