El Dios que se queda fuera sin saber qué hacer.

Secuencia única de todas las mitologías y de cualquier psicoanálisis al uso:
--Edén añorado-seno materno;
--tinieblas exteriores,caos,horror-el padre;
--promesas-alienación-organización.

¿Cómo se quiebra esta secuencia psico-mitológica?

Comprendiendo, por medio de la visión racional de la vida, que no hay nada real en todo ello o por la visión, si no racional al menos intuitiva, de que el discurrir de la vida es uno y único. Negándolo todo o confundiéndolo todo. Nada es así y todo a la vez es así.

El Edén –la Europa alegre y confiada--, es escenario del mayor caos soportado por la historia, el siglo XX, pero en su suelo florecen también los jardines soñados de Babilonia. Mientras tanto, el verdadero caos de pobreza, miseria y matanzas se extiende sin promesa de redención por el Edén africano o americano.

Es la misma multivisión de lo humano: el asesino que hace poco ha matado a una familia entera, seca las lágrimas de su hijo afectado de gastroenteritis.

Y el sacerdote canónigo, miembro del Opus Dei, encargado de solucionar problemas matrimoniales, confesor y sermoneador, pasa los domingos buscando el sobeo de la joven soltera desvirgando casas ajenas.

¿Dónde está Dios en todo esto?

Se ha quedado fuera, esperando el remordimiento del padre o la hora de tener que decir la misa de la tarde. El uno, por los hechos, no cree en Dios; el otro, por profesión, presupone a Dios. Y ninguno cae en la cuenta de que no pasaría nada aunque Dios no esperase fuera, que sí, es muy posible que esté esperando fuera, quizá dentro, pero esto no lo sabemos a la vista de lo que sucede en el mundo, sea el lejano o el más próximo.
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