Eros y zánatos a la greña

Se les llena la boca en las predicaciones con el "mandamiento del amor", sinopsis de toda la ética cristiana.

¡Cuántas interpretaciones de dicho mandamiento han llevado al hombre a la hoguera o al paredón! ¿Cómo interpretaban "amarás a tu prójimo como a ti mismo" no ya los fieles en quienes podía primar el interés político sobre la fe, como siempre sucede, sino los mismísimos obispos que, en tiempos muy cercanos a la fundación de la secta, con sus hordas de sicarios asesinaban, robaban, expulsaban, saqueaban y masacraban poblaciones enteras?

¿O cómo, en nuestros días, puede estar el interés personal de un obispo por subir en el escalafón y hacer méritos propios por encima del trabajo, la vida y las ilusiones de una empresa a la que hunde con malas artes?

Quizá el mandamiento del amor rija para el pueblo pobre al que sólo le queda por dilapidar eso, el "amor". En cambio los que tienen mucho que guardar, mucho que ganar y mucho que ascender el verdadero mandamiento es el del "poder".

Nunca mejor estuvieron enfrentados "eros" y "zánatos", amor y muerte, concepto que tanto juego a dado a filósofos y psicoanalistas.

Se dicen "la religión del amor". ¡Ja! La credulidad, hecha Organización del Rezo, como hace siempre, todo lo cambia y tergiversa.

Comencemos por ver que ha convertido "religión del amor" en sólo "religión del amor fraterno". No vamos a decir que está mal, pero... ¿Qué religión es ésa en que el amor humano, el natural, el que se da entre seres vivos lo ha convertido en sinónimo de pecado y además del pecado más vil, rastrero y grosero?

Entre la sociedad religiosa y la civil han establecido tal cantidad de reglas para "amar", que difícil es no saltarse alguna de ellas.

No se sabe ya qué sería mejor para el hombre, si regresar filogenéticamente a la conducta instintiva animal –procreación y protección de la prole— o seguir la normativa tan elaborada que emana de las religiones.

Absurdo. Quien cae en la cuenta de tales absurdos, con razón se organiza en comunidad de bienes y compañía.
Volver arriba