"Medio millón de hostias" (Religión Digital)

Un ejemplo que ha descolocado a la predicación, que ha secuestrado la más excelsa denominación del Corpus Christi, que ha hundido en la risa la inestable seguridad de su credo y excitado a la ira santa por blasfemia tan banal y denigrante... está en la vulgarización indigna del Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Harina mezclada con agua, tostada en obleas, recortada en círculos de 4 cm de diámetro y 32 micras de grosor... ese producto manufacturado exclusivo de la industria panificadora de los conventos femeninos, ha recibido hasta ayer el hombre de “hostia”, "víctima" en su acepción latina, hostia pura, hostia santa, hostia inmaculada.

Hoy, sinónimo de golpe, bofetón, sopapo, revés, guantazo, puñada, puñetazo o metido, con su acepción paralela de cosa excepcional, digna de elogio o de reprensión.

Pero en sí, es el más artero y sutil secuestro de la palabra con que la sociedad de la vida se ha vengado de la sociedad del credo. Secuestraron la vida a la sociedad y ésta les secuestra los misterios.



El misterio fundamental del cristianismo convertido en apenas cuarenta o cincuenta años en otro espécimen léxico más de las relaciones humanas. Ha sido una de las grandes “tragedias” de la credulidad católica, que ha debido cambiar el término por "sagrada comunión" o "forma consagrada". Pero ya no es lo mismo.

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