RISUS PASCHALIS – 3 ¿Qué celebra cada uno?

Buenas pascual y buen año / que vencido es ya el engaño.

No sé a qué engaño se refiere la canción renacentista, cada uno lo interprete como quiera. Pero, eso sí, por deseos que no quede: BUEN AÑO  a cuantos quieran hozar por este sumidero de ideas que no siempre tienes buenas intenciones (eso lo dicen otros, yo lo digo con su "mica salis"). 

Leo ciertos comentarios… ¿Que qué celebro yo en Navidad? Ya, dicen, no siento que Dios se haya “humanizado” (¿?). Una respuesta directa sería: “No celebro nada de eso y sí lo celebro”. Y en caso de no celebrar nada, desde luego no me apunto ni a la chabacanería de tanto villancico acaramelado, insustancial, meloso, intrascendente, chabacano… como por ahí abunda. Tampoco a la compulsión a “estar alegre”, principalmente comprando.

¿Por qué digo que sí lo celebro? Porque una respuesta indirecta sería bien otra: “Celebro la investigación sobre culturas pasadas, por ejemplo cómo el cristianismo suplantó fiestas antiquísimas “paganas”, que siempre habían sido paganas, es decir, “del campo”, que eso quiere decir “pagus”.

Pero también “celebro que en las vacaciones de Navidad nos podemos juntar los miembros más cercanos de la familia a gozar de sólo eso, los lazos que nos unen”. “Celebro las risas de los niños que todo lo inundan”. “Celebro lo que no celebran quienes ‘necesitan’ ir a la iglesia a que les digan lo que tienen que celebrar, es decir, celebro que el tiempo es mío, que puedo dedicar a la música, a la lectura, a jugar al ajedrez, a seguir el pulso del país…”. “Celebro poder decir que me rijo por mis propios principios éticos, que son los de todos, que comento, discuto o participo con quien se preste al diálogo”.

Pero dejemos estas tonterías para recovecos más íntimos: cada uno es feliz con lo que tiene si no aspira a veleidades que no puede alcanzar. A estas edades de la vida el tiempo es más que finito y no merece la pena perderlo en cosas que uno no siente, porque a veces hasta el mismo sentimiento se pierde con el pasar de los años. Así es la vida cuando la vida se va escapando. Goce cada uno con lo que quiera en la consideración de que los tiempos pasados están bien pasados. Y hasta bien empleados si aquello nos produjo felicidad.

Tampoco quiero perder el tiempo en discutir sobre asuntos que los entendidos –y a ellos nos atenemos los que no podemos descubrir la pólvora—nos han enseñado. Que Jesús NO naciera un 25 de diciembre se deduce hasta de los mismos Evangelios. Por ejemplo: ¿cómo los pastores iban a tener las ovejas “al raso” en el glacial diciembre y ellos durmiendo bajo el manto de las estrellas? Cualquier pastor se reiría de tamaña incongruencia. Para eso estaban las tenadas. Por otra parte, ¿es eso importante para la fe?

Y también es indiscutible que las “navidades” se celebraban bastantes siglos antes de que el tal Jesús naciera. Por cierto, ¿saben algunos cuándo se dijo que Jesús nació el 25 de diciembre y por qué? Pues nada menos que en el año 354 por precepto del Papa Líbero. ¿No resulta curioso que hasta entonces nadie hubiera dicho nada? Pero da también qué pensar que otros hubieran propuesto el 6 de enero como día natalicio (la Iglesia Oriental así lo celebra). Y otros el 18 de abril, como indicando que, con Jesús, la primavera renace. Y yo me creo todo esto como datos fiables, porque así lo han dicho quienes de esto saben o sabían mucho.

Y ¿por qué el 25 de diciembre? Pues por la misma razón que la Iglesia puso la festividad de San José Obrero el 1 de mayo, que fue para suplantar fiestas “obreristas”. En el caso de Jesús, para suplantar fiestas “paganas”, la fiesta de Mitra, que también nació y antes que Jesús, un 25 de diciembre. Y si echamos la vista atrás, podríamos decir que era la fiesta del Sol, imagen o figura de todos los dioses que en el mundo han sido, que “renacía” (ya no caminaba más hacia el Sur, ya no se hundía en el Caos, ya comenzaba a levantar el vuelo hacia una órbita nueva). Sabemos que a partir del “solsticio de invierno” (21, 22, 23 de diciembre), los días se van alargando uno o dos minutos diarios.

Vengamos a otra curiosidad. Sabemos que Sosígenes fue el astrónomo al que Julio César había encargado la fijación del calendario juliano, que tuvo que corregir el Concilio de Nicea en 325, calendario que, a su vez, fue corregido por Gregorio XIII en 1585. El calendario juliano fijaba el solsticio de invierno en el 13 de diciembre. Y de nuevo la “casualidad”: en tal fecha, que era la “fiesta romana de la luz”,  la Iglesia había propuesto a la veneración de “sus” fieles la festividad de Santa Lucía, con una historia de virginidad y martirio escrita en el siglo V y con un nombre tan significativo como para celebrar “la luz”.  ¡Y luego dicen que…!

Nos hemos desviado del propósito original, divertido que decían los clásicos, propósito titulado “RISUS PASCHALIS”. Pues ya que por hoy no vamos a continuar con el asunto mollar, que es el modo como en otros tiempos hacían de la Natividad una fiesta de todos los colores, sugiero que busquen “por ahí” dos panfletos donde aparece algo de lo que nos hemos servido.

  1. El Concilio de Aranda (1473) y el teatro medieval castellano. por Francisco MENDOZA DIAZ-MAROTO (Liceo Español de París)
  2. Villancicos de jácara en un entorno conventual, por Elena Di Pinto. EDAD DE ORO Revista de Filología Hispánica XXXVI. Universidad Complutense de Madrid
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