Relato y contra-relato.
| Pablo Heras Alonso.
En el cristianismo hay narraciones o historias que presuponen la fe y la creencia ciega y convencida en lo que la tradición ha impuesto como dogmas a creer. Frente a ellas, hay otras versiones que explicitan esas historias creídas. Lo único que presuponen es libertad de pensamiento, sentido crítico, apertura de mente para admitir o no las réplicas a lo que la creencia presupone como verdad indubitable.
Jesús apareció en Palestina en un momento especial de la humanidad, digamos con más propiedad de Occidente: con el emperador Augusto el Imperio había llegado a la “pax romana” (testimonio, el "Ara pacis" que se visita en Roma); se vivía una etapa de prosperidad, sin luchas intestinas serias; las calzadas romanas acercaban a los distintos pueblos; el control estatal del Imperio garantizaba la estabilidad...
Hay datos que demuestran la enorme permeabilidad en el intercambio de productos y cultura desde Europa hasta China. El “lapis specularis” de Cuenca, el atún de almadraba de la Bética o el aceite se vendían en Turquía o en Dalmacia, los sabios de Alejandría daban “conferencias” en Roma o Damasco, personajes ilustres hindúes viajaban por el Próximo Oriente…
La Palestina de Jesús se encontraba en una encrucijada privilegiada, no era un compartimento estanco que impidiera saber novedades y conocimientos extranjeros. Por supuesto, las culturas y religiones dominantes en ese momento eran la grecorromana, el helenismo y la egipcia, con otras influencias menores como el mitraísmo.
La opinión de la mayor parte de los estudiosos de la figura de Jesús es que fue un personaje real, por lo general opinan que un “profeta”, un predicador de una nueva moral, un judío reformador... Sin embargo la inmensa mayoría de ellos no aceptan como real al creado por Pablo de Tarso, Jesús-Cristo, sino un ente “construido” con caracteres de dioses “circulantes” en esa época.
Se sabe cómo los misioneros cristianos que recorrieron el Imperio fueron asimilando e incorporando a su peculio doctrinal tradiciones y ritos paganos. Los datos sobre esta asimilación se van acumulando, desde pensadores y filósofos de los siglos II y III y, sobre todo, evidencias que investigadores de nuestros dos últimos siglos han aportado, como Gerald Massey, Robert Taylor, Alfred Loisy y otros más.
Muchos son los dioses afines a Cristo por una razón bien simple, porque todos ellos derivan de creencias primeras sobre el dios “Sol”. Esas características fueron luego endosadas a Jesús: todos hijos de Dios; nacidos de una virgen en la época del año en que el sol más bajo está, finales de diciembre; salvadores del mundo; sufridores de persecuciones y tormentos, incluso crucificados.
Nos detenemos en aquellos más asimilados por sus características a Jesús-Cristo. No digan como Tertuliano o Crisóstomo que fue el demonio quien "inspiró" a las religiones paganas para subvertir la verdad sobre el verdadero Jesucristo.
Buda: dicen de él que vivió unos 550 a.C. pero hoy es considerado una amalgama de dioses/hombre, algo que también ocurrió con Jesús; su madre fue la virgen Maya; también realizó milagros; ascendió al Nirvana; se le llamó “buen pastor”.
Mitra, 600 años a.C.; "dios del sol" persa; nació de una virgen el 25 de diciembre; era un gran maestro viajero, llamado también “buen pastor”, “camino, verdad y luz”, “redentor y salvador”, “mesías”; tuvo doce discípulos; realizaba milagros; resucitó después de tres días sepultado.
Krishna, dios de la India, con muchas semejanzas con Cristo: nació de la virgen Devaki; es la 2ª persona de la trinidad; por él, un tirano asesinó a miles de infantes; le llamaron el dios de los pastores; hacía milagros; ascendió al cielo.
Horus, el más parecido a Jesucristo, pues hasta el nombre procede él: nace de una virgen el 25 de diciembre; tuvo 12 discípulos; fue enterrado en una tumba y resucitó; realizó milagros, como resucitar a un hombre llamado El-Azar-us; otro nombre suyo es “iusa”, o sea, “hijo eterno”, “niño santo”; él era camino, verdad, luz, salvador; también tenía el título de “ungido” o KRST; en las catacumbas de Roma aparece el bebé Horus sostenido por su madre virginal Isis, imagen que luego se repetirá en la iconografía cristiana.
El “relato” cristiano lo conocemos sobradamente. El contra-relato de los mitos precedentes ha sido concienzudamente ocultado, prohibido o perseguido por la Iglesia… pero ahí está, develado por muchos investigadores. ¿Tiene visos de verdad todo lo que éstos eruditos han escrito? ¿Qué pensar entonces de esa “realidad histórica” cristiana?