Quizá sea otro amor

No hay que hacer apartados en las religiones como si unas cosas no fueran con otras. Ser religioso es creer en Dios; ser cristiano es tener como mandamiento primero el amor. ¿Será el camino de la perfección buscar en todo momento el amor? ¿Pero saben lo que es amor?
En tal camino, hay una inmensa cantidad de fieles que se olvidan de Dios para hacer de la religión una mixtura, un conglomerado variopinto y una mezcla rara y vital de sentimientos y asentimientos a Cristos hermanos y Vírgenes madres, tantos y tantas cuantos rincones geográficos existen. Otros –y esto es más grave— se olvidan del amor, lo adulteran y permiten desviaciones del verdadero y único camino de la perfección.
A lo largo de su pervertida historia han trazado un modelo de perfección que nada tiene que ver con la esencia de lo que cualquier Jueves Santo predican. Así prescriben que lo más de lo más para ser perfectos es la búsqueda del sufrimiento teniendo presente como modelo cualquier figura atormentada.
Irracionalidades como las que siguen, han sido pauta de conducta santificante durante muchos, muchos siglos:
a) tener al propio cuerpo enrabietado;
b) buscar directamente el sufrimiento como vía;
c) ver el asesinato del propio hijo como normal (Isaac, Cristo);
d) consentir odios contra los que no creen lo mismo;
e) tener como compañera de "camino" la "santa ira";
f) tener siempre a la vista como modelo un crucificado;
g) aceptar y admitir como algo natural que exista un tormento eterno;
h) ponerle excepciones al amor, como tener que obedecer “perinde ac cadaver”,
i) estar por principio conforme y sometido por votos,
j) por último, que el amor más sublime vaya dirigido hacia espíritus.
Quizá se trate de otro amor y no el amor que todos entendemos hecho de respeto, admiración, compasión, amabilidad, humanidad y confianza.
Contestarán, sí, que este amor también lo predica la religión. Cierto. ¿Pero la letanía anterior es cierta o no es cierta? ¿No es todavía y ha sido todo eso modelo histórico de perfección y santidad? Desdecirse del pasado es también posibilidad de desdecirse de esa Iglesia.