Las fuentes de “lo que sirve” y la seguridad del que sabe.
Esto que los místicos y los panegiristas sagrados, incluso el lenguaje coloquial, han venido en llamar "iluminación" no es otra cosa que "intuición", esa chispa repentina que procede del "revolver" de la mente en ideas largamente maduradas. Es el fogonazo que brilla en la mente del investigador que ha pasado años manoseando problemas complejos para los que no encontraba solución: de repente se ilumina todo con la solución largamente soñada. Pero el proceso previo ha existido y sin él no se habría producido tal "iluminación"/"intuición".
Eso que es normal para cualquiera, la credulidad lo remite al Espíritu Santo. Si es una forma de llamar las cosas, hasta se podría admitir como metáfora. Lo ridículo es hacer proosopopeya sagrada. La creencia llena la mente de imágenes inútiles, cuando no de dudas, sin pregnancia alguna. ¡Ya es retorcimiento llamar a la creencia "iluminación"!
El modo que tiene una persona dedicada o no a la ciencia, pero no crédula, de obtener certezas supone una actitud que podría denominarse "precientífica": se instruye, aprende, duda, revisa lo que sabe, compara conocimientos, los somete a su propio juicio crítico, debate con otras personas... Esa es la manera "normal" de crear certezas que luego generan seguridades en la vida.
Por esa vía también él transmite verdades y certezas a los demás, creando círculos de seguridad. El que acepta lo primero que le dicen, sufrirá con toda seguridad las consecuencias, bien en su campo de acción, bien en el campo de las emociones. También esto es válido para aquel que cree, porque hay una autoridad suprema que sustenta esos conocimientos. Nada debe escapar al control racional de la propia inteligencia.
Consuela más saber, tras los análisis técnicos oportunos, que el quiste aparecido no es inicio de cáncer que la confianza puesta en la Virgen de los Remedios. Consuela más ver cómo el esfuerzo, el estudio y la preparación han sido las premisas para obtener la plaza solicitada de barrendero, que no la encomienda a San Olegario de la Madre de Dios, patrón de los opositores, aunque siempre haya una madre que devuelva el favor en forma de "limosna" suculenta.
La creencia es fuente continua de inseguridad, que se alimenta y re-alimenta a sí misma con el pan duro y correoso de su propia inseguridad.