Los misterios paganos  y el misterio cristiano/ 1

La  cristología ortodoxa  es difícil de reconciliar con la verdad  (Maurice Casey)

Los estudiosos de la génesis histórica del cristianismo afirman que sin el apóstol Pablo es imposible comprender el nacimiento de la nueva religión cristiana a partir de una secta judía de carácter apocalíptico. La cristología paulina se desinteresa casi totalmente de la vida del Jesús histórico, el predicador galileo, hijo de José (Yeshúa ben Yoseph), que obtuvo fama de santón en Galilea por sus curaciones de diversas dolencias, sus exorcismos expulsando espíritus diabólicos, su enseñanza popular mediante parábolas o sus acciones taumatúrgicas descritas por los evangelios sinópticos a partir de Marcos.

Pablo no conoció personalmente a Jesús, pero afirma tener un conocimiento superior del Cristo resucitado a través de varias revelaciones y apariciones personales. Lo único que le interesa del curriculum vitae de Jesús es su muerte en cruz y su resurrección, acontecimientos que él reinterpreta de forma especulativa y en clave soteriológica y misteriosófica, es decir, influenciado por el modelo de los cultos mistéricos paganos.

La crucifixión viene interpretada por Pablo como muerte vicaria y como sacrificio expiatorio por los pecados de una humanidad caída tras la falta de Adán e incapaz de levantarse con sus solas fuerzas. La muerte de Jesús la atribuye Pablo a los malévolos arcontes (término gnóstico), potencias celestes que dominan el mundo y que “crucificaron al Señor de la gloria” (1 Cor 2, 8). Con ello exonera de culpa al procurador romano Poncio Pilato, quien lo sentenció a muerte por delito de sedición contra el Imperio.

Para tener éxito en su predicación a los gentiles o paganos, el apóstol Pablo se inspiró en las religiones mistéricas de salvación, propias de la época helenística y que él conocía bien como judío de la diáspora nacido en Tarso.

El investigador francés Alfred Loisy, desde su cátedra de historia de la religión, analizó de forma pormenorizada la estrecha relación entre los cultos de misterios paganos y el denominado misterio cristiano.  En su obra Les mistères païens et le mistère chrétien (1) parte del sincretismo de las variadas divinidades orientales que mueren y resucitan, para mostrar el trascendental cambio que supuso su influencia en la génesis de la nueva religión cristiana.

En su amplia obra sobre el nacimiento del cristianismo A. Loisy sitúa su hipótesis histórica entre los mitólogos y los teólogos. Con respecto a los primeros, confiesa con modestia epistémica que no tuvo la fortuna de encontrar las pruebas que demuestren la hipótesis mitista sobre la no existencia  de Jesús.

La tesis de Alfred Loisy será posteriormente reafirmada, entre otros, por el historiador judío Hyam Maccoby en su obra Paul and Hellenism (2), quien adopta el enfoque de la Escuela de la historia de las religiones. Entre esos cultos están los misterios de Orfeo, Dioniso y Perséfone en Grecia, los de la diosa Cibeles y Atis en Frigia, los de Adonis en Siria, los de Isis y Osiris en Egipto o los de Mitra, el dios solar de Persia. El término griego mystérion procede del verbo mýo, que significa cerrar, en referencia al rito oculto de los iniciados.

A partir de este sincretismo oriental, Pablo convirtió al Mesías judío Jesús en un salvador (sotér) universal con el nombre de Cristo, por medio de su nueva predicación centrada en el “escándalo de la cruz” y la fe en la resurrección, como declara en la primera carta a los Corintios. Para entender la metamorfosis doctrinal y también ritual realizada por Pablo, es conveniente referirse de forma breve a algunos contenidos míticos y rituales de las religiones paganas de misterios, que influyeron de forma clara en el culto cristiano.

La concepción paulina de la salvación centrada en la fe en el Cristo celeste, muerto y resucitado, con una muerte vicaria para expiar el pecado de Adán, transmitido a una humanidad caída e incapaz de levantarse, es ajena al judaísmo. Todas las figuras mesiánicas del judaísmo son humanas, no divinas. Por tanto, la única analogía con la muerte expiatoria de Jesús convertido en Cristo celeste, se da con las religiones paganas de misterios, con las divinidades que sufren, mueren y renacen de nuevo.

Las divinidades mistéricas sufren una muerte violenta pero luego vuelven a la vida. Orfeo es despedazado por las ménadas, Dionisio es desgarrado por los titanes, Adonis es destrozado por un jabalí y Atis muere al automutilarse. Nada había en el judaísmo sobre una divinidad que resucite después de una muerte violenta.

La idea paulina de resurrección no está vinculada a la idea de un reino de Dios terrestre, como lo estaba en el caso de los macabeos, sino que guarda una clara analogía con las religiones mistéricas. En el orfismo, por ejemplo, la muerte de Dioniso tenía un efecto expiatorio en los iniciados que participaban de forma mística en la misma y la vuelta a la vida del dios prometía a los iniciados  la entrada en una vida sobrehumana e inmortal.

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  • (1) Loisy, Alfred ((1919), Les mistères païens et le mistère chrétien, enwww.gallica.bnf.fr.                     Versión española, Los misterios paganos y el misterio cristiano, PaidósB. Aires 1967.
  • (2) Maccoby, Hyam (1991), Paul and Hellenism, SCM Press, Londres.

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