Los 7 pecados capitales… + 1 de la Historia de la Iglesia (6)



4.EL TRABAJO, LA ESCLAVITUD, LA ACTIVIDAD FINANCIERA, LOS BANCOS. Parecería que la postura dogmática de la Iglesia, tras la doctrina que va de León XIII (Rerum novarum) a JP-I (Laborem exercens) pasando por Mater et Magistra es hoy clara, tajante y desprovista de cualquier tinte negativo. Engañosa visión. La Iglesia no se ha despojado de criterios esclavistas ni de su desvelo por la actividad productiva financiera jamás.

Cierto es que ante la perspectiva de que el mundo obrero huyera espantado o decepcionado, como huía, en masa de la Iglesia, ésta, fiel al espíritu de los tiempos, procediera a "poner las cosas claras" respecto a lo que la Iglesia enseñaba sobre el trabajo.

Falsa perspectiva: ni su historia ni el apego a los poderosos le permitieron decir algo distinto a lo que había sido su práctica secular. Marx, Engels, Bakunin entre otros llevaron al obrero a la otra sima, la comunista, donde pereció cualquier intento de regeneración social. Pero su doctrina sirvió para algo: los movimientos obreros consiguieron lo que ahora es un obrero industrial, más o menos persona, que vive y disfruta de la vida.

El trabajo continuaba siendo considerado por la Iglesia como un castigo tras la pérdida del Edén. De ahí que ella fijara sus ojos en otros medios: sus prácticas financieras siguieran el paso que ella misma condenaba en los judíos. El trabajo seguía siendo algo impropio de personas de rango elevado (con las funestas consecuencias económicas y sociales en la España de los hidalgos).

Dirán que Benito de Nursia prescribió el “ora et labora” de rigor, con trabajos manuales, etc… ¿Sí? Muy pronto asumieron esa labor “manual” grandes masas de campesinos sin tierra cuando no esclavos, mientras sus monjes dormitaban miniando códices en la tranquilidad y la paz del “scriptorium”.

Pero hay algo que sobrevuela muy por encima de estas menudencias, cual es la gran política de enriquecimiento de la Iglesia. Si nos fijamos en los "centros de santificación", tanto la política agraria como la comercial y financiera convirtieron a los monasterios en potencias económicas de primer orden.

A la par que los distintos emperadores alemanes alargaban sus dominios hacia el Este, los monjes siguieron su estela de colonización y asentamientos creando emporios económicos jamás conocidos. Otro tanto sucedió en España cuando las fronteras fueron descendiendo hacia el Sur, aunque en este caso fueron más dominios de las distintas Órdenes, de Calatrava o Santiago, que para el caso es lo mismo. Si hacemos acopio de denominaciones “—de Calatrava” nos podremos dar cuenta de hasta qué punto las Órdenes Militares-Religiosas controlaban la tierra, en detrimento de aquellos campesinos que huían del yugo fiscal del Norte con fueros y promesas reales… para caer en los del Sur.

¿Y a cuánto ascendía el peculio de los jesuitas hasta casi el siglo XX en España? Dicen que un tercio del control financiero estaba en sus manos. Aunque así no fuera, daría lo mismo: es tal el choque con los textos fundacionales de la religión católica, los Evangelios, que, en la consideración del larguísimo pasado ocupada en ello, más les valiera a los simples fieles fundar otra Iglesia.

¿Y será cierto lo que se dice del accionariado vaticano y el control del Bank of América? Todo tan opaco que jamás sabrá el fiel creyente de dónde procede y a qué dedica el Vaticano su capital financiero, sus relaciones con el hampa y la mafia, sus participaciones en empresas de armas o en aerolíneas.

El río llevaba agua… y por eso sonaba, al revés del refrán: durante varios lustros el Banco del Vaticano estuvo en la picota, banco estrechamente relacionado con el banquero Sindona –murió en prisión envenenado con cianuro-- como R.Calvi –apareció colgado en un puente de Londres—dirigido por el arzobispo Marzinkus –no puede salir del Vaticano porque sería apresado por las autoridades italianzas… Frente a esto, casos aislados como el del prelado J.Luis Irízar (2001), que se apropió de 50 millones (de pts.) de las OMP son “peccata minuta”. Pero que el FBI se persone en el Vaticano para saber del “documento original por el que el Vaticano encargó a la Mafia la creación de títulos falsificados por un valor ficticio de casi mil millones de dólares” (abril de 1973) es indicativo de algo.

¿Y qué decir de la pretendida “redención” de esclavos y cómo éstos vieron en el cristianismo su tabla de salvación? Fue así en un principio, cierto. Y gracias a eso el cristianismo se fue extendiendo como mancha de aceite por los estratos más bajos de la sociedad. Pero pronto, comenzando por hechos sintomáticos, las aguas volvieron a su cauce. Sintomático: en el año 257 el papa Esteban I vetó su acceso al sacerdocio. León I, papa y doctor, año 443 escribe: “¡Como si un vil esclavo fuese digno de ese honor!”. La situación jurídica del esclavo se endureció a partir del siglo IV, con el agravante de que aquellos que eran posesión de la Iglesia, tenían imposible su manumisión: sus bienes eran inalienables.

¿Y dicen que esto duró poco? La Iglesia ha tenido esclavos siempre, bien pasada la Edad Media y el Renacimiento. Y con coartada teológica. Tomás de Aquino justifica expresamente la esclavitud; Egidio Romano la ensalza como “institución cristiana”. Los muy Católicos Reyes de España sometían sistemáticamente a esclavitud a todos cuantos, en el Reino de Granada, no rendían sus plazas “por las buenas”. Recuérdese el terrible asedio de Málaga y lo que sucedió después. Hay documentos en parroquias de Andalucía que citan la presencia de esclavos hasta, por lo menos, 1786.

Dejamos a la investigación particular el saber quiénes y cómo llevaron a efecto la gran tragedia africana de exportación de esclavos hacia América: todos muy cristianos y muy católicos.

Indicativo de la doble verdad en que nada la Iglesia es el hecho de que, mientras doctores, reformadores, personas honestas o predicadores clamaban por la regeneración de la Iglesia, por la instauración del "comunismo del amor" como en la Iglesia primitiva, ésta se fuera convirtiendo en el negocio de explotación más monstruoso de todos los tiempos. Y además, el más desvergonzado.

El Libro I de los Cármina Burana (siglos XII y XIII), en versos con notación neumática (para ser cantados) está íntegramente dedicado a la corrupción imperante en la Iglesia con ingeniosas consideraciones al respecto.

Canto I, estrofa 3ª:

Nummus ubi predicat,
labitur iustitia,
et causam, quae claudicat,
rectam facit Curia,
papuperem diiudicat
veniens pecunia.
Sic diiudicatur
a quo nichil datur;
iure sic privatur
si nil offeratur.

Canto VIII, estrofa 3ª:

Iacet ordo clericales
in respectu laicalis,
sponsa Christi fit mercalis,
generosa generalis.
Veneunt altaria,
venit eucharistia
cum sit nugatoria
gratia venalis.


Y aquel "apacienta mis corderos..." lo convirtió la Iglesia en algo más sustancioso:

Canto XLV, 2:
Curia Romana - non querit ovem sine lana.
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