Un problema irresoluble, el ombligo de Dios (Nota al pie)


El asunto ese de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza tiene excesivas ramificaciones y connotaciones como para que no haya perturbado la mente de quienes han tenido el prurito de pensar por su cuenta. Cuando eso se dijo, la gente no pensaba ni tenía esas manías perniciosas: comía o intentaba comer, folgaba y de vez en cuando bailaba. Pero bailaba al son que tocaban quienes podían disponer de instrumentos, especialmente instrumentos depositados en lugares inaccesibles, sagrados por así decir.

Puede parecer un asunto irrelevante, pero el ombligo es la prueba de nuestra unión a la especie, es la eternidad hecha signo, es el recuerdo de nuestra unión a la Tierra. Por otra parte, en lo que a Tierra y eternidad se refieren, no hay que olvidar que Dios se hizo hombre. Y si tal sucedió, Dios tuvo que tener ombligo. Pero, a la vez, por ser eterno no podía tener ombligo. Con el añadido de una paloma que rondaba por ahí en forma de "dios". Problema teológico de gran calado

Al ser Dios, Hombre y también Espíritu, Espíritu Santo –Trinidad que le dicen— Dios en su conjunto también es un ser volátil (no porque el espíritu, el santo, al ser paloma, vuele, sino porque los espíritus no se ven). Demasiado complicado todo para que el hombre lo pueda entender. Claro, por eso dicen que la Trinidad es un misterio. Un misterio de profundo calado teológico que las otras religiones, las falsas, no pueden saborear.

Que Dios, por ser creador, no pudiera tener ombligo es algo obvio. Se entiende. Dios en cuanto Padre se tuvo que hacer a sí mismo, algo que en términos humanos sería algo así como una partenogénesis, una división celular autogenerada. Pero Dios en cuanto Hijo, nacido de una Virgen, necesariamente debía tener ombligo. Y como Padre Dios e Hijo Dios son uno, sin especificar más, hete aquí que ese Dios, uno por esencia, tiene ombligo y a la vez no tiene ombligo. Enorme misterio natural, que no lo es en el plan salvífico sobrenatural.

El Espíritu Santo Dios añade todavía más leña al fuego de lo misterioso: él mismo, el Espíritu Santo, hace el asunto trinitario más irresoluble, porque pertenece a otra categoría ajena a lo umbilical. Para que el hombre lo entienda le han conferido una naturaleza columbígena, o sea de paloma, o sea, nacida de un huevo. ¡Estos humanos a fuer de creyentes complican las cosas demasiado cuando quieren explicar lo que creen! Debieran ser sólo los teólogos los que hablaran… sin poderlos entender tampoco.

Estos pensamientos sobrevenidos han llegado a mi sesera al leer el primer capítulo del imprescindible libro de Martin Gardner, ¿Tenían ombligo Adán y Eva? que se puede adquirir en PDF AQUÍEs también una consecuencia de la afirmación bíblica (Palabra de Dios, te alabamos Señor), que Dios creó a Adán y Eva “a su imagen y semejanza”, palabras que no debieran figurar por escrito, dada la cantidad de problemas que creó posteriormente, entre ellas el problema del ombligo.

No se crea que no, pero éste ha sido un asunto que ha traído de cabeza a muchos sesudos pensadores, especialmente teólogos. Ha sido considerada, durante siglos, como la peor disputa teológica”. Si alguien quiere profundizar, recomiendo lo que me recomiendan, Bruce Felton y Mark Fowler autores del tratado The Best, Worst and Most Unusual (Galahad Books, 1994). Estos autores, por su parte, siguen los pasos del que fue considerado como el texto definitivo sobre el tema, publicado en Alemania en 1752: Untersuchung der Frage: Ob unsere ersten Uraltem, Adam und Eve, einen Nabel gehabt, del doctor Christian Tobías Ephraim Reinhard. Su conclusión, hoy evidente para todos, es que Adán y Eva no tenían ombligo.

Sabemos que Adán no nació de mujer sino de un trozo de barro con el que se puso a jugar Dios (identifican a Dios como alfarero; quizá, pudiera ser, Dios recordaría su infancia o jugaba de pequeño con arcilla, Dios Hijo, se sobrentiende). Si no nació de mujer, lógicamente no podía tener ombligo, aunque hay otra historia que proviene de religiones falsas. Dicen que Adán se dirigió a su creador y díjole que estaba solo y que por qué no le daba una compañera. Cosa rara eso de pedir “compañera” y no compañero, como en otros poemas de religiones falsas, el dúo Gilgamesh y Enkidu. Pero bueno… Dios sonrió y sabiendo lo que suponía tener compañera, le tocó en la barriga al tiempo que decía: “Ah, pillín”. Y el dedo dejó su huella en forma de hoyuelo, el ombligo.

Asunto solucionado, cosa que no sucede con eso de que Dios tenga y a la vez no tenga ombligo.
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(Nota) En vista de ciertos comentarios y dado que a algunos les afecta el mal del entendimiento unívoco (que a veces se puede confundir con cortedad del mismo) ¿no perciben que todo el artículo es un ensayo irónico aplicado a temas trascendentales? Podría ser que nuestro propósito no estuviese del todo logrado... pero a las claras se ve que esto del ombligo no es sino una irónica bizantinada. Algunos no lo ven, qué le vamos a hacer. Les creía más perspicaces.
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