En su propia doctrina está la responsabilidad: feminismo.
Ejemplos de cómo en las Sgdas. Escrituras hay doctrina para cualquiera cosa, para el bien y para el mal, para defender una cosa y su contraria, para seguir tal o cual línea de conducta, para amar al hermano y para degollarlo... los tenemos con sólo escarbar un poco y poner en paralelo las perícopas.
A decir verdad, también las interpretaciones teologales o biblistas pueden llegar a convencernos de lo contrario que directamente leemos en los textos sagrados. O cómo aquel "si no amas al prójimo a quien ves..." lo que realmente significa es que hay que liquidar y raer de la Tierra al palestino que no ves.
Hoy toca el sempiterno "feminismo" de la Iglesia, extractado del mentor espiritual y doctrinal de la misma, su San Pablo querido:
I Corintios 11 3-9: "Quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo y la cabeza de la mujer, el varón y la cabeza de Cristo, Dios. Todo varón que ora o profetiza velada la cabeza, deshonra su cabeza. Y toda mujer que ora o profetiza descubierta la cabeza, deshonra su cabeza; es como si se rapara. Si una mujer no se cubre, que se rape. Y si es indecoroso para una mujer cortarse el pelo o raparse, que se vele. El varón no debe cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Diso; mas la mujer es gloria del varón, pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón; ni fue creado el varón para la mujer, sino la mujer para el varón".
Observamos cosas curiosas, como que la cabeza de Cristo sea Dios; o los porqués de afirmaciones como que por orar o profetizar con la cabeza velada del hombre deshonra su cabeza; o la anacrónica afirmación, incluso para su tiempo, de que la mujer procede del hombre... ¿Consecuencias? La mujer, la doctrina secular de que la mujer es inferior al varón o la práctica absurda del velo femenino hasta bien entrado el siglo XX.
I Corintios, 14, 33. "Como en todas las iglesias de los santos, las mujeres cállense en las asambleas, porque no les toca a ellas hablar, sino vivir sujetas, como dice la Ley".
Dura lex, sed lex, que diría el otro. Es una de las afirmaciones que más detrimento ha traído a la Iglesia, pero que más rentable ha resultado a los "santos varones".
Efesios, 5. 22. Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza dela mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la Iglesia está sujeta a Cristo, así las mujeres a sus maridos en todo.
Importa menos dilucidar algo que no se comprende bien, como eso de que Cristo es salvador del cuerpo de la Iglesia o el modo cómo la Iglesia está "sujeta" a Cristo (¿a su evangelio cuando es la pura contradicción del mismo? ¿a su Espíritu cuando ella es la dispensadora y la intérprete?): lo importante es lo que se deduce de la sujeción de la mujer al marido. Y así nos ha ido.
I Timoteo, 2.9. "Que las mujeres se adornen con decorosa compostura, con pudor y templanza, no con rizos, oro ni perlas ni preciosa vestidura, sino como conviene a las mujeres que profesan la piedad, por medio de buenas obras. La mujer aprenda sosegadametne en entera subordinación; no permito a las mujeres que enseñan, ni que dominen al varón, sino que han de estar en quietud en el hogar" [Añade que la mujer será salvada por su maternidad, por la procreación].
Bien, cierto, pueden ser cosas del tiempo, de la época, de lo que en esos lugares se pensaba... pero ni eso. Es imposible pensar, al leer tales disparates, que estuviera inspirado por Dios, un dios anti humano y parcial.
Hoy tales citas quedan obviadas, ocultas entre otras donde el hombre ha de amar y respetar a su mujer, etc. Sin embargo ¡son doctrina de la Iglesia, doctrina que no puede raer ni de su presente y menos de su pasado! Y si hoy no tienen vigor, es que no debieran haberlo tenido nunca: el mundo ha progresado pero su dogmática ha quedado ahí, arrinconada y criando malvas.
¿Es doctrina coyuntural y colateral? Podría decirse lo mismo del resto. ¿Por qué no? A quienes importa igual una que otra afirmación, así nos lo parece, aunque para los efectos, ésta presenta mayor malignidad que otras, dado que la mitad de la humanidad se ve afectada.