Las raíces de la moralidad. Los “dilemas morales” de Hauser (2/7)

En su ensayo “Mentes morales: cómo la naturaleza diseñó nuestro sentido universal de lo correcto y lo incorrecto”, Marc Hauser, psicólogo y biólogo de Harvard, realiza una serie de tests en los que se plantea un dilema moral hipotético (en realidad una serie de ellos) y se valora:
a) la dificultad que experimentamos para responderlo;
b) el grado de concordancia o discordancia en nuestras respuestas.

En suma, Hauser, a diferencia de los filósofos morales, realiza encuestas estadísticas y experimentos psicológicos para investigar el sentido moral de personas reales.

i. Lo interesante del resultado es que la mayoría de la gente toma las mismas decisiones cuando se enfrenta a esos dilemas (Existe concordancia).

ii. No menos significativo es que el acuerdo sobre sus decisiones es más fuerte que su capacidad para aducir sus razones (la fuente parece ser inconsciente).
La conclusión de Hauser es que tenemos en nuestro cerebro un sentido moral, del mismo modo que una capacidad para el lenguaje (entre otras):

Los detalles varían de una cultura a otra, pero la estructura profunda subyacente es la gramática universal.

Disponemos de una “gramática moral universal”:

- Las diversas personas coinciden en su modo de responder a los dilemas morales.

- Pero no logran explicar su opción racionalmente: se muestran incapaces de explicarla… Y esa incapacidad de traducir su opción (decisión) emocional es independiente de sus creencias religiosas

- “Los principios que generan nuestra gramática moral” se hallan “fuera” de “nuestra consciencia.”

• He aquí un esquema de los dilemas morales de Hauser. Tema: vagón incontrolado o “carrito” en una vía de tren que amenaza matar a cierto nº de personas.

i. Historia elemental. ¿Salvar a 5 matando a 1?
Una persona, Denise, está junto a las agujas de la vía, en una posición que le permite desviar el carrito hacia un lateral, y así salvar las vidas de 5 personas atrapadas un poco más adelante en la vía del tren. Desafortunadamente, hay un hombre atrapado en el lateral. Pero, teniendo en cuenta que él es sólo uno, superado en número por las cinco personas atrapadas en la vía principal, la mayoría de las personas está de acuerdo en que es moralmente permisible para Denise, si no obligatorio, mover el mando y salvar a los cinco, matando a uno. (Ignoramos posibilidades hipotéticas, como la calidad de ese uno o el que pudiera ser un familiar.)

ii. Complicaciones del dilema, crecientemente enmarañadas:

a. ¿Qué pasa si el carrito puede detenerse dejando caer un gran peso en su camino desde un puente que hay por encima? Dejaríamos caer el peso, obviamente.

b. Pero, ¿qué pasa si el único gran peso disponible es un hombre muy gordo que está sentado en el puente, admirando la puesta de sol?

Casi todo el mundo está de acuerdo en que es inmoral empujar al hombre gordo del puente, incluso aunque el dilema parece racionalmente similar al de Denise, en que moveríamos el mando matando a 1 para salvar a los 5 que ahora dejamos...

La mayoría de nosotros tenemos una fuerte intuición de que hay una diferencia moral entre un caso y otro, aunque no seamos capaces de articular cuál es.

iii. Cinco pacientes de un hospital están muriendo, cada uno con un órgano que está fallando. Todos podrían salvarse si pudiera encontrarse un donante particular para ese órgano que está fallando, pero no hay ninguno disponible.

Entonces el cirujano se da cuenta de que hay un hombre sano en la sala de espera, cuyos cinco órganos están en buen funcionamiento y son adecuados para el trasplante.
En este caso, no podemos encontrar a casi nadie que esté preparado para decir que el acto moral es matar a 1 para salvar a los 5.

Como en el caso del “hombre del puente”, en el del “donante a la fuerza”, la mayoría de nosotros comparte una misma intuición: “un espectador inocente no debe ser arrastrado repentinamente a una mala situación y ser utilizado para el bien de otros sin su consentimiento.”

Immamuel Kant articuló estupendamente el principio de que “un ser racional nunca debe utilizarse como medio no consentido para alcanzar un fin, incluso si el fin es en beneficio de otros.”

Utilizar al hombre gordo o al de la sala de esperas, viola el principio kantiano. En cambio, la persona que se hallaba en el lateral no está siendo utilizada para salvar a las 5 de la vía: es el lateral el que se está utilizando, y él simplemente tiene la mala suerte de estar allí.

Pero, ¿por qué nos satisface una distinción como esa?

– Para Kant, se trata de un absoluto moral al que llegamos mediante el uso de la razón: un convencimiento racional.

– Para Hume, la moral constituye un (forma parte del) sentimiento humano (innato, natural y pre-consciente).

– Para Hauser, se trata de un principio construido en nosotros por nuestra evolución (innato e inconsciente).
Hauser propone nuevas situaciones hipotéticas en relación con el carrito, situaciones que se hacen cada vez más ingeniosas, que suponen dilemas cada vez más tortuosos…

iv. Ned está en la vía del tren pero, al contrario que Denise, sólo puede desviar el carrito momentáneamente hacia un camino lateral que se reencuentra de nuevo con la vía antes de las 5 personas que terminará atropellando.
En este caso, mover el mando no ayuda: el carrito se estrellará contra los 5 de cualquier modo. Sin embargo, mientras esto ocurre, hay un hombre suficientemente gordo en el desvío lateral como para hacer que el carrito se pare. ¿Debería Ned desviar las agujas y parar el tren?

La intuición de la mayoría de la gente es que no.

Pero, ¿cuál es la diferencia entre los dilemas de Ned y de Denise? La gente parece aplicar de forma intuitiva el principio de Kant: la víctima de Denise es colateral: no está “siendo usada para” parar el carrito. En cambio, el hombre gordo está siendo utilizado con tal fin.

En el próximo artículo continuaremos con más dilemas de Hauser.
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