El sentimiento de culpabilidad inducida: religión.

E

n Psicología está bien estudiada la relación entre sentimiento de culpa y educación recibida. El padre o la madre que continuamente están recriminando la conducta de sus hijos, diciéndoles que son malos, que no valen para nada… pueden generar una personalidad tremendamente secundaria, inconstante, incapaz de tomar decisiones y depresiva.

Algo similar sucede en algunos creyentes. Puede haber quien pueda, por el sentimiento de pecado que le han inducido a soportar, llegar a ser un hombre tremendamente acobardado y avergonzado. Un hombre que arrastra durante toda su vida un trastorno de culpabilidad sin posible redención ni siquiera por las vías crédulas.

En otros tiempos tal situación se denominaba “tener escrúpulos”. Mientras la Psicología, ciencia y técnica, no penetre con su bisturí en la conciencia del pecador, no habrá “perdón redentor” para sus pecados.

El crédulo piadoso revive todos los días sus pecados, los conoce él y sobre todo –le dicen-- los conoce Dios. Porque es posible, se dice a sí mismo, que Dios conozca otros más graves ocultos que ni siquiera él mismo conoce (vaya retorcimiento).

Y todos los días renueva esa petición de perdón. Se considera pecador “estructural”: todo su ser es pecado, le será imposible desprenderse de él...

¿A dónde conducen tales afirmaciones en un adulto que se considera un buen profesional? ¡A la infancia! En la infancia de todo pecador “redomado” está la clave del complejo de pecado que ha llegado a fabricar en su interior.

De todas formas no sufran los creyentes de ahora: eran otros tiempos y si se da hoy alguno, está en franca e ínfima minoría.
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