El trabajo de la Iglesia por el proletariado.

Cuando la Iglesia, sin contar o incluso enfrentándose al poder político, se ha metido a redentora y liberadora de los pobres, es cuando más desgracias han sobrevenido a los oprimidos, que no sobre la Iglesia. Ya que el marxismo se impone, seamos marxistas a lo divino, parecieron decirse entre sí.
Tenemos el ejemplo de la tan cacareada “teología de la liberación”. Queriendo hacer praxis de la indigencia, introdujo en los “sin tierra” ideas revolucionarias... ¡sin medios para llevarlas a cabo! Tenían la razón, pero no tenían brazos.
La lógica reacción del poder amenazado trajo como consecuencia más opresión, más dictadura, más pobreza, más injusticia y mayor incapacidad mental de la sociedad para reaccionar durante muchos años. Con mártires propios de añadido, metidos a líderes redentores.
Como de la descalificación suele derivar la acción, la misma Iglesia oficial comenzó por degradar y silenciar a los “teólogos de la liberación” y terminó, por brazo intermedio, eliminando a los Romeros de turno y Ellacurías de ocasión. Nada digamos de los Leonardo Boff o Casáldiga.
A la postre terminaron diciendo que la liberación del cristiano ha de ser interior. Como la pobreza.
Como sociedad “de las ideas” que también es, la Iglesia necesariamente esparce su verbo crítico sobre estructuras, pensamientos y acciones.
Su análisis crítico, sin embargo, parte de pensadores concretos con nula capacidad de decisión y reforma incluso sobre su propio estamento jerárquico, que no les vendría mal. Y nula sobre estructuras sociales injustas.
Además, como no podía ser de otro modo, se quedan en el mero “análisis”, que tiene tanto valor como las charlas de café de los intelectuales de casino. [Cierto que al menos es “reflexión” y ésta siempre es saludable, pero no deja de quedar invalidada ante la sociedad por partir de presupuestos inaceptables para tal sociedad en tantos puntos ya desarrollada y que, para su organización, da de lado cualquier la credulidad].
En sus análisis teóricos afirman que este movimiento “liberador”, lejos de ser revolucionarios e ir contra la autoridad constituida se ha de entender en un cuádruple sentido:
Es una reflexión, como siempre dicen, “en profundidad”, para que de la eliminación o transformación de las estructuras humanas injustas el hombre acceda a la perfección del Reino, lo que da sentido a cualquier lucha social.
Es una vivencia dentro de las comunidades cristianas de base de una espiritualidad más ética que sacramental. Ejemplos testimoniales promovidos en las penumbras eclesiales que mueren a la luz del sol.
Es una visión trascendente de la historia de los pueblos. Y así se enfrasca en consideraciones sobre los pueblos concretos haciéndoles “sujetos” de la Historia, profundizando en su cultura autóctona para revestirla de “profunda” vivencia religiosa, con el subsecuente rechazo de modelos regeneracionistas importados.
Y también es crítica. Para ello se apropian de la crítica marxista contra la sociedad de consumo, al neoliberalismo que oprime a los pueblos, a la censura contra los obstáculos que ponen los países desarrollados que generan incapacidad a otros pueblos para salir de la miseria.
Lo pueden entender como quieran, pero el globo de la liberación de los pueblos se ha desinflado y ahora la Iglesia se arrastra sin otro pensamiento que el de la mera “subsistencia”. Se han quedado en nada.
Por lo demás, ¿ha conseguido algo tal reflexión, eso sí, siempre "en profundidad"?