“NO” VETEROTESTAMENTARIO

Una vez más clamo y proclamo desde aquí la urgente necesidad que se registra en la Iglesia en relación con la renovación-refundación de su liturgia. Pese a las buenas intenciones del papa Francisco por poner al día, y hacer inteligibles y evangelizadoras, las misas, predicaciones- homilías, símbolos y signos, ceremonias y ritos, actos-“funciones” de culto, fórmulas sacramentarias, bendiciones y aún doctrinas y enseñanzas, su fosilización y feudalismo hacen inviable cualquier posibilidad de piedad, de entendimiento y de relación religiosa de lo humano y de lo divino. La liturgia, en términos generales, no hace más substantivamente religiosos a quienes la dirigen y a quienes va dirigida, lo mismo en latín que en las respectivas lenguas vernáculas. Esta nueva reflexión sobre tema tan amplio, podrá contribuir a su esclarecimiento y a su aplicación adoctrinadora.

. Las misas acaparan atenciones muy especiales. Se trata nada menos que de la celebración de la Eucaristía, con información catequística suficiente como para estar convencidos de que sin misa- eucaristía, no hay Iglesia, o la que así se denomina y presenta como tal, carece de sentido y de contenido cristianos.

. La común-unión- comunicación entre quien preside y quienes participan en su celebración, y entre unos y otros entre sí, con el compromiso de proyectar sus creencias en la práctica de la vida ordinaria en su variedad de episodios y de situaciones, es elemento clave al valorar la autenticidad del acto litúrgico por excelencia, que es la santa misa –misión, o tarea eminentemente religiosa.

. La parte primera de la misa –la de la evangelización-, reclama especial y atenta preparación. La selección de las lecturas y su “ordo” es artículo de primera necesidad. El esquema habitual del Antiguo Testamento, de las epístolas y del Nuevo Testamento no tiene por qué mantenerse a perpetuidad, tal y como lo establecen los libros litúrgicos oficiales. Debería conferírseles a las comunidades- asambleas, libertad para la selección de los textos.

. Hay, por ejemplo, narraciones, episodios, parábolas, y aún adoctrinamientos de los que son portadores los distintos libros del Antiguo Testamento, que desdicen, y hasta contradicen, la verdad proclamada por Jesús en los evangelios, de la que es –debe ser- depositaria la Iglesia. Subrayar como “Palabra de Dios” determinadas lecturas veterotestamentarias, es, al menos, una improcedente “contractio in términis”, anque quien predique la homilía sea un experto biblista.

. Es imprescindible actualizar estas y otras lecturas, por la sencilla y constructiva razón de que su exegesis así lo demanda. Tarea eminentemente litúrgica es su selección e interpretación a la luz de las nuevas averiguaciones y descubrimientos científicos, siempre a favor del bien de la comunidad a la que se dirige la palabra de Dios, como respuesta a sus preguntas y necesidades.

. Seleccionar textos de autores, cristianos o no, y hasta “ateos”, y leerlos y comentarlos en las homilías, es función específica y constructivamente religiosa. Lo es, entre otras razones, porque cristianos – católicos, apostólicos y romanos, o no tanto-, jamás podrán acaparar todos los mensajes de Dios, y ni siquiera los más importantes, en determinadas circunstancias de lugar y de tiempo.

. A nadie, y menos a los cristianos por cristianos, les será permitido “disfrutar” del privilegio-misión de la “sabiduría” de Dios y de su comunicación salvadora al resto de la humanidad. Precisamente en relación con las “lecturas de Dios”, a los laicos –hombres y mujeres- se les habrá de encomendar la exegesis y aplicación de determinados temas ético-morales, trabajo que llevarán a cabo, con el mismo, o aún mayor, acierto que los clérigos con su diversidad de hábitos, títulos y emolumentos.

. ¡Señores liturgistas, por amor de Dios¡, manden eliminar cuanto antes ornamentos, vestiduras, símbolos, preces, y fórmulas ininteligibles en latín y en castellano, cuya última intención parece ser la de destacar la “misteriosidad” de lo sacro, que absurda e indecentemente se le suele adjudicar a lo religioso, para que así lo sea o parezca serlo.

. ¿NO al Antiguo Testamento? SÍ, pero menos sobre todo en las misas. Dios, la mujer por mujer, el varón por varón, los ancianos y levitas, el templo, los Sumos Sacerdotes, los oficialmente religiosos, - fariseos y saduceos-, el pecado…no pueden “cristianarse” y servir de modelos según el santo evangelio. Solo los poetas, salmistas y algunos profetas podrían seguir teniendo acomodo en las lecturas de las misas.
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