Y casi / no soy mortal, si escribo

La experiencia artística (el goce estético), en mayor o menor grado, está al alcance de todos. La capacidad creadora la reparten Dios y la naturaleza como quieren. Desgraciadamente, igual que en tantos frentes de la vida, habrá muchos talentos perdidos para el arte por la pobreza extrema y la miseria. Comer es mucho más urgente que pintar, componer música o hacer versos. Mal, muy mal podrán los niños del hambre desarrollar, potenciales artistas, lo que la naturaleza les dio cuando vinieron al mundo.

No voy a sentar aquí cátedra de nada, ni a repetir que el talento artístico es uno de los muchos que tan generosamente reparte el Creador.Cuando escribí el poema que ofrezco a continuación no se me pasó por la cabeza probar nada ni enseñar nada a nadie. El poema fue sólo una salida natural a la dicha que el escribir y el escribir versos puede proporcionar en las contadas horas en que uno se ve tocado, arrasado más bien, por ese viento que nos llega desde lo desconocido.

Y aún quiero señalar la modesta experiencia -repetida tan frecuentemente en los artistas- de ese desasosiego con uno mismo e incluso con las personas más queridas del propio entorno, cuando el viento, que otros llamaron inspiración, se hace escaso o cesa, a veces por un largo período, y el poeta se siente incapaz de escribir una sola palabra preñada de sentido. Pero, en fin, aquí se canta la plenitud en horas de viento propicio.


SI ESCRIBO



Si escribo, soy el mar
y me pongo al cuello una bufanda de cordilleras andinas.
Si escribo, vivo, vuelo, echo un pulso a los vientos
y me levanto puro con las nubes perpetuas.
Si escribo, tomo altura, soy, planeo,
se me enciende la sangre a la velocidad de la luz
y corre por mis venas la circulación de la llama.
Si escribo, se me rasgan
las paredes del cuarto,
convoco en torno a mí una tertulia de montes,
me codeo con los meandros de los ríos, estrecho la populosa mano de los bosques,
mando recados a los tiempos antiguos,
apalabro una cita en punto con la brisa
.


Si escribo, voy y vengo, traspaso las montañas,
borro los horizontes, me acomodo en los siglos,
me encuentro en el pasado poetas que no han muerto:
Juan Ruiz, Juan de la Cruz, Quevedo, más que mares,
me recitan sus versos de espuma soberana
.

Si escribo, vivo, crezco, pongo mi pie en las cimas,
atravieso las nubes, subo, me afirmo, venzo,
me encaramo a los hombros
de un día ilimitado
.

Si escribo, con el poema
bebo, me multiplico,
me pierdo entre la gente,
voy por las calles ebrio
de rumores humanos,
me rodeo las sienes
de una fluvial corona rumorosa
.


Si escribo, soy. Y casi
no soy mortal, si escribo
.

(De “Pie en la cima de sombra”,
Obra Poética, p. 252)
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