Doscientos ochenta sacerdotes, prácticamente tres de cada cuatro, acudieron ayer a concelebrar la eucaristía con Don Juan Antonio Reig, en una masiva demostración de afecto. Y ¿por qué no decirlo?, de tristeza también.
Se va Don Juan Antonio en olor de multitudes. Y como el gran vencedor en su derrota. Nunca ha estado el presbiterio de Cartagena más unido. No me voy a detener en las hermosas palabras del obispo que han reflejado una vez más su eclesialidad y la limpieza de su alma. Sólo quiero señalar que fue un hermosísimo acto. Allí no estaba nadie por interés. El obispo se va. Ya no podía dar a sus sacerdotes nada más que su cariño. No había que hacer méritos ante el obispo que llega. Sólo despedir a quien se marcha. Digámoslo claramente. Al que le echan.
Hoy no hay obispo en España más querido por su presbiterio. Ninguno. Ayer en Murcia se demostró. ¡Qué inmensa equivocación ese traslado! ¡Qué vergüenza! ¡Y qué testimonio de eclesialidad el que ayer dieron el obispo electo de Alcalá de Henares y sus sacerdotes! Ciertamente en la catedral murciana ayer fue verdad meridiana el Ved como se aman.