Entrevías y Barcelona.

Juanenrique nos aporta dos artículos sobre la parroquia de Entrevías de gran interés. Uno es de Prada, bueno y católico como todos los suyos, y del otro me parece no hace constar su procedencia. Es sumamente ilustrativo. Por él desfilan los curas madrileños que simpatizan con Entrevías. Muy escasos y muy mayores. Seguro que habrá alguno más, pero la excursión por parroquias que se sienten próximas a la suprimida resulta penosilla para ellos.
Se dice que los elefantes, tampoco me consta, cuando sienten que van a morir se encaminan a unos cementerios a los que llegan para allí desplomarse y fallecer. Pues ese artículo me pareció que podía titularse el cementerio de los dinosaurios. Es la crónica de los últimos días de una ¿Iglesia? que agoniza. Párrocos de setenta y uno o setenta y cinco años, Baeza es una excepción, no Castro y Díaz, todo el mundo ha visto su juventud en televisión, disconformes con la Iglesia y con su arzobispo, sólo dan testimonio de una muerte anunciada.
El porvenir de la Iglesia evidentemente no está en ellos. Pero es que, además, están solísimos. La misa de Resurrección de Entrevías, tan anunciada, fue un funeral. Doscientas personas en un cálculo optimista y, entre ellas, el Gran Wyoming y tres o cuatro actores más cuyo nombre nunca había oído.Como todo el mundo sabe, católicos donde los haya. Pues si ese es el futuro de la Iglesia que quieren, apañados van. Ni existe ni es Iglesia.
Cariedas nos da cuenta de otro hecho muy distinto pero también importante. Esglesia Plural, lo de plural lo dicen ellos, está indignada con el arzobispo de Barcelona. Y promueve una campaña contra él. Desde el otro extremo vienen a coincidir con De Bello Pallico. Martínez Sistach, hoy le pondré el apellido paterno y materno, ha conseguido con su equilibrismo y su ambigüedad no contentar a nadie. Le dan por la izquierda y la derecha. ¿Se seguirá ríendo?
Pues crudo lo tiene. Porque quienes son las personas que él quiere agradar le exigen imposibles eclesiales. Y él lo sabe porque la doctrina la conoce. Y en el fondo, aunque con equilibrios, la respeta. Y quienes le apoyarían desde la eclesialidad le dan pánico. Porque, ¿qué iban a decir los otros?
Desde ambos lados le reprochan que desee el capelo a toda costa. Él pensó que lo conseguiría dando la impresión de que que había conseguido pacificar la diócesis. Y la tiene más enfrentada que nunca. Con numerosísimas parroquias en desobediencia canónica por las absoluciones colectivas. Todo es ya público, todo se sabe ya en Roma. Pues, a ver que hace. Desde luego parece que fácil no lo tiene. Pero él se lo ha buscado. Es imposible contentar a todos engañando a todos. Eso puede durar unos meses pero al final estalla. Y al arzobispo de Barcelona ya le ha estallado.