Señal inequívoca de que la medida propuesta es mala para la religión.
Hay algunas personas a las que no es necesario escuchar sus argumentos. Basta con conocer su opción. La acertada es la contraria. Gaspar Llamazares, el rostro antipático de Izquierda Unida -no quiero decir que haya otro simpático, simplemente que es antipático-, es una de esas.
Recientemente le oí cantar las excelencias de la medicina cubana. Inmediatamente pensé: debe ser malísima. Pôcos días después tenía el Gobierno de Cuba que acudir a la sanidad madrileña para atender a un Fidel Castro moribundo.
Hoy recomienda que se abra la catedral de Córdoba al culto musulmán. No hay que buscar más razones. Si lo dice Llamazares es que es malo.