Obispos en el candelero.

Como era de prever a Don Agustín García-Gasco parece que le han asegurado la permanencia al frente del arzobispado valentino hasta el 2008. Después del éxito de la visita papal no era previsible una inmediata sustitución.

En cambio la que puede ser inmediata, en diciembre o enero, es la de Don Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona que el 14 de diciembre cumple ya 77 años. Siguen sonando para esa difícil archidiócesis los nombres del obispo de Alcalá, Catalá y del orensano Quinteiro. Y como nuevos candidatos empiezan a oirse a los obispos de Tarazona y Huesca y Jaca. No falta incluso quien asegura que Don Demetrio podría asumir el arzobispado y una larga administración apostólica sobre su actual diócesis para no interrumpir la gran labor que está haciendo.

A Dorado se cree le aceptarán la renuncia en el verano que viene y sigue siendo el candidato más sonado el obispo de Jerez, Don Juan del Río.

Los sustitutos de Don Agustín para el 2008 siguen siendo Barrio y Murgui. No falta quien nombre a Blázquez pero yo creo que es más porque no saben que hacer con él. Dicen que en Bilbao le sustituiría Munilla. Parece un poco prematuro pues no llevaría ni dos años en Palencia.

Un buen obispado que debería cubrirse pronto es el de Santander. Suenan para él el menorquín Piris y los auxiliares de Madrid, Franco, caso de que el cardenal Rouco se decida a prescindir de él, y de Valencia, Escudero. Hay que ir soltando lastre de auxiliares en Valencia para que el sucesor de Don Agustín no se encuentre con tres tan vinculados al pontificado anterior.

Cualquiera de esos nombres, y el de algún sacerdote, uno de Toledo, con importante cargo diocesano, suena mucho, podrían ir a Coria-Cáceres, Zamora, Lugo, cuyo obispo por graves razones de salud tiene que ser sustituido, y Segovia. El obispo de esta última diócesis presenta la renuncia el próximo 26 de noviembre.

Por último están esos obispos que se han ganado a pulso el desamor de los católicos hispanos: el de San Sebastián y el de Córdoba. La Triple Jota, Juan José Judas Asenjo, sigue callado cuando debería hablar. Y Uriarte sigue hablando, cuando debería callar. E irse. Anticipando esa fecha gozosa del 7 de junio de 2008 en que cumple setenta y cinco años.
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