Mal lo llevas, Olegario. Haces unas declaraciones que no pocos interpretaron como favorables a Educación para la Ciudadanía y esos socialistas que se dicen católicos las aprovecharon para llevar agua a su molino. Yo también las entendí así aunque como tu lenguaje es siempre confuso nunca se sabe si se te entiende bien o mal.
Próximo a cumplir los setenta y tres años te sientes más cómodo en el oficialismo que en la ruptura y recoges velas. Pues me alegro. Sabes que vas a vivir más feliz y más considerado. Aunque El País no vaya a bailarte el agua. Pero ultimamente te sentías más cómodo en ABC. Y parece te gustaba que circulase eso de que eras amigo de Benedicto XVI.
Listo lo fuiste siempre. Por lo que se te encontraba en todas las ocasiones próximo al caballo ganador. En lo que te ayudaba ese modo de expresión abstruso que servía para dos cosas. Ambas importantes. Que no se entendiera nunca lo que de verdad pensabas y que al día siguiente pudiera parecer que nadie te había comprendido y que lo que de verdad decías era lo contrario.
Has visto el triste papelón eclesial de los Tamayo, González Faus, Castillo y demás congéneres y tienes claro que lo tuyo no es eso. Quieres seguir jugando a blanco y a negro. Con más inclinación a lo que en cada momento prive.
Pues te alabo el gusto. Y la inteligencia. A mí no vas a convencerme pero te prefiero eclesial. Por ti. Que yo sigo sin fiarme. Y además nunca me has parecido muy importante. En mi Iglesia caben todos los que quieren estar. Y hoy parece que quieres. Me alegro.