Responso por los Sacramentinos.

Hace unos días dejaba constancia de la delicada situación en la que se encontraba el instituto religioso fundado por San Padro Julián Eymard. Seguramente en estos momentos son ya menos de novecientos. Pero ya se sabe que esas cosas que digo vienen dictadas por mi odio a los religiosos, por mis frustraciones y por haber sido expulsado de no sé cuantos noviciados de España.

Pero resulta que hoy la segunda cadena nos dejó la misa celebrada en la iglesia que estos religiosos tienen en Madrid. Un sacerdote de impecable clergyman entrevistaba a dos sacramentinos. Ambos de atuendo seglar. Ya había visto en alguna ocasión a este cura televisivo. Y he de reconocer me suelen sorprender los curas que aparecen por televisión. Por su aspecto. Y éste también. Tuvimos uno, omnipresente, que fue una especie de anticipo de ese cantante que creo se llama David Bisbal. Cierto que los tirabuzones de éste eran más rubios y más largos pero creo que la discutible imagen la copió, exagerándola algo más, de aquel cura televisivo que todavía sigue apareciendo aunque ya con una imagen más discreta. En lo del progresismo no ha cambiado.

Hay otro, que no sé si le habrán echado porque hace tiempo que no le veo, que era un gordito entrado también en años además de en kilos, que a éste le daba por la perilla. Conforme le oías, cuando no sabías quien era, te daba la impresión de que debía ser cura. Y lo era. Tenía a su favor que sabía mucho de arte y te explicaba, y te enseñaba, arquitectura, retablos, pinturas... De todos era el que me caía mejor y el más culto. Aunque siempre me pregunté por qué diablos se dejará perilla y por qué en un programa religioso no aparece como cura.

Un tercero, que hace también algún tiempo que no le veo y que es de los de clergyman, simpático y brillante, tal vez un poco pasado en la simpatía y el brillo, ha conseguido una cabellera que ya la quisiera mi mujer cuando llega de la peluquería. Las ondas, los volúmenes, o como se llemen esas cosas, te aperplejan. Tal vez me haya inventado el verbo aperplejar. Pero es que aperplejado me quedaba cada vez que le veía. Era el más joven de todos. Y repito que muy simpático. Y de muy buena doctrina. Pero lo que ganaría con un buen corte de pelo.

El cuarto es el de hoy. Tiene aspecto de Sandokán. Con esa barba algo tiñosa que antes le gustaba tanto a los socialistas. Parecida al vino que bebe Asunción. Porque es barba y no es barba y no se sabe si tiene color. Algo así como la que se dejaba aquel Roldán. Y en este caso con una leve melenita. Pues no termino de entender el por qué los curas que aparecen en televisión no van de curas normales.

Pero, evidentemente, no quería traer aquí las peculiaridades capilares de los curas televisivos sino a los sacramentinos. Perdonadme la digresión pero es que yo me digreso con mucha facilidad. Y me parece que acabo de inventarme otro verbo.

De los dos sacramentinos entrevistados por quien se parecía a Sandokán uno era relativamente joven y el otro mayor. El relativamente joven llevaba también barba. E igualmente al estilo Roldán pero algo menos.

Lo que dijeron los dos religiosos estuvo bien. Algo pauperista en el de la barba rala pero ciertamente aceptable. Yo creo que San Pedro Julián Eymard se quedaría algo asombrado por alguna cosa que se le atribuyó pero no escandalizado.

El mayor, enterró a los sacramentinos. Se mueren. En los últimos años, no recuerdo si dijo veinte, treinta o cuarenta, España dio sólo dos sacramentinos. El de los tres pelos tiene mi barba y otro. Los demás son ancianos. Como cinco de los seis que concelebraron la misa. El sexto era el mi barba tiene tres pelos.

Cierto que nos dijo que en Vietnam y en Filipinas tenían vocaciones. Y alguna en África. En América creo recordar que dijo tenían cuatro novicios.

Fue una confesión triste y verdadera. Ya empiezan a reconocer los religiosos que se extinguen. Creo que es un gran paso. Lo que era de locos era seguir afirmando que estaban en el mejor de sus momentos y viviendo una auténtica primavera.

Se han dado ya cuenta de la catástrofe. Aunque dudo mucho que ese reconocimiento les haga rectificar. Porque todos esos viejos contemplan hoy lo que se empeñaron en conseguir. Y cuesta mucho reconocer que fueron los asesinos de sus congregaciones.

Yo a los sacramentinos no les he seguido nada. Creo que estuve en su iglesia en un par de funerales y que jamás he tratado personalmente a ningún miembro de esa congregación. Me suena, pero no puedo asegurarlo y tampoco puedo ahora consultar mis archivos, que el algún tiempo, y no sé si hasta hoy mismo, que simpatizaron notablemente con ETA. Pero si estoy equivocado se me dice y rectificado está. También creo recordar que se enrolaron, con armas y bagajes, en el progresismo. Aunque también es esto estoy dispuesto a toda clase de rectificaciones.

Son ellos mismos quienes reconocen que se mueren. En España y en Europa. Que tendrán que cerrar parroquias. Y que en diez años apenas quedarán en España dos sacramentinos útiles.

Pues eso es lo que hay. Y no lo digo yo.
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