Santa María de Caná y el rey.

Me interpelan directamente sobre mi parroquia de adopción y no voy a callarme sobre ella. Máximo cuando llevo ya no sé cuantos años, sobre unos quince, desde que se creó, tal vez algo menos, frecuentándola con asiduidad.

Yo voy habitualmente, es decir, casi siempre, a la misa vespertina de las nueve del domingo. Que la suele decir Don José Antúnez. No estuve, por tanto en la de la una y media de ese día. Pero sí puedo deciros que habría en ella como unas dos mil personas, tal vez alguna más, que son las que suelen acudir a esa misa de la mañana.

Don Jesús no suele decir la de nueve de la tarde, aunque alguna vez lo haga, por lo que sus homilías, o comentarios finales cuando los hace, no llegan normalmente a mi conocimiento. Los de anteayer domingo tampoco hasta que he leído el artículo de El Confidencial.

Pero desde el conocimiento que tengo del párroco, que es alguno, creo que puedo ilustraros algo sobre él. Es, sobre todo, un organizador nato. Le encargaron la nada, cuando debía tener poco más de treinta años o tal vez ni siquiera los llegara y ha hecho la mejor parroquia de Madrid. Y seguro que de España. Creo que nada se puede comparar a Santa María de Caná. Empezamos en un barracón que enseguida hubo que doblarlo porque había más gente fuera que la que cabía dentro. Y con el barracón doblado volvió a ocurrir lo mismo. Entonces decidió construir una catedral: "la catedral de Pozuelo". Y los curas tienen de nuevo que salir del templo a repartir la comunión porque hay muchos que ya no pueden entrar.

Desde media hora antes de cada misa de precepto hay cuatro sacerdotes en los confesonarios que no se retiran hasta el momento de repartir la comunión. Dichos confesonarios tienen una luz roja cuando hay algún penitente y una verde cuando están libres. Jamás he visto encendida la luz verde. Sale uno y entra otro.

Eso hace que las comuniones sean muchísisimas. En los días de precepto calculo que habrá seis mil u ocho mil comuniones. La suelen repartir cinco o seis sacerdotes más algunos seglares instituidos cada vez como ministros extraordinarios de la Eucaristía. Y aun así suelen durar unos diez minutos.

Todo ello hace que la "catedral" edificio verdaderamente singular y que costó sobre unos setecientos millones de pesetas se edificara y se pagara en un tiempo record. Los curas suelen ser algo mentirosillos. Quiero decir que si hay que retejar la iglesia porque tiene goteras y piden la colaboración de los fieles tal vez tarden seis meses o un año en decirles que ya está todo pagado. No creo que ninguno confiese estar saldada la deuda antes de que eso ocurra. Pues, en Caná, más o menos a los tres años de comenzar la obra, el párroco comunicó a la feligresía que los setecientos millones ya los habíamos pagado.

Todo ello supone en Don Jesús una capacidad de liderazgo nada común. Y eso lo dice alguien que está convencido de que mi único líder soy yo mismo. Si exceptuamos a Nuestro Señor Jesucristo. Vamos, que yo no soy de la cohorte, o de la corte, de Don Jesús. Aunque mantengamos una excelente relación personal. Yo en la parroquia no soy de nada salvo ministro extraordinario de la Eucaristía cuando me lo reclaman. Sólo aparezco por ella en misa los domingos y fiestas de guardar.

Sin embargo jamás en la vida encontré otra parroquia más a mi disposición. Para lo que haga falta. Para atender a mis enfermos con la comunión semanal en el domicilio con un afecto que ellos, los enfermos, agradecían infinito y que sus familiares no sabemos como agradecer. Y ya llevamos cuatro casos. En ocasiones con detalles de una delicadeza extraordinaria.

Una hermana de mi padre, que ya muy mayor vivía en casa con nosotros, el último año de su vida, con noventa y seis años, pensamos que ya no la podíamos llevar a Galicia y en el mes de agosto la dejamos en una residencia. Ella adoraba a Don Pablo, uno de los coadjutores, que todas las semanas le llevaba la comunión. Le dijimos a Don Pablo que en agosto no iba a estar y que en la residencia de Boadilla del Monte tenían capellán e iba a estar asistida espiritualmente. Pues por dos veces se presentó Don Pablo a verla en Boadilla.

Una hermana de mi mujer falleció relativamente joven de cáncer. También estuvo en casa hasta el día antes de su muerte en que la llevamos al sanatorio. Pues esa mañana se presentó en él Don Pablo y le dio la última absolución. Pocas horas después fallecía. Y aun en el tanatorio se presentó otro sacerdote de Caná para rezar un responso. Y todos, en el cementerio, estuvieron acompañados de algún miembro de la parroquia.

En ella se casó una de mis hijas, se bautizaron muchos de mis nietos, hicieron la primera comunión ya dos de ellos. Si hacía falta oficiante, allí estaban. Si llegaba un sacerdote amigo, la iglesia a tu disposición.

Pues una parroquia así es obra de Don Jesús. Que cura que le llega a auxiliarle, y en estos momentos son cuatro auxiliares fijos más algún eventual, inmediatamente le hace cananeo. Nunca hemos conocido a ninguno del que se pudiera decir que desentonaba.

No es un gran orador sagrado pero sus homilías son tan vivas, tan próximas, que la gente a veces ríe, otras se emociona y siempre las sigue con enorme atención. No son pocos los que acuden a las misas de Don Jesús por escuchar su palabra.

No es extraño que persona de esas cualidades haya sido incorporado por el cardenal Rouco al Consejo de consultores, sea uno de los directores espirituales del seminario y le llamen de los más diversos lugares de España a predicar novenas, dar ejercicios espirituales o pronunciar conferencias.

Cierto que tiene una parroquia pastueña. Pero gran mérito de ello es suyo y de los sacerdotes que va formando a su imagen y semejanza. Cada uno con sus características propias pero todos embarcados en la nave parroquial y decididos a llevarla a Dios. Y en esa nave van muchísimos niños y no pocos jóvenes. Lo que no se ve en casi ningún sitio en Pozuelo es habitual. Jóvenes que se confiesan y comulgan, que van a Valencia, a Colonia o a Roma. Y al Seminario.

Pozuelo es un Ayuntamiento de mayoría absoluta del PP. Diría más bien que arrolladora. Jamás oí al párroco o a sus sacerdotes hablar en favor de ese partido político. O en contra de otro. Pero no tiene pelos en la lengua para denunciar una ley anticatólica, un ataque a la Iglesia, un acto sacrílego o una barbarie terrorista. Pero siempre el hecho en sí. No la mayoría parlamentaria o la persona que lo haya cometido. Las consecuencias que saque cada uno son ya otra cuestión.

Ahora a lo del rey. Ya he dicho que no lo oí. Yo en estos momentos siento pocos fervores monárquicos. Ignoro si Don Juan Carlos se ha dado cuenta de que lo que me ocurre a mí le está pasando a otros muchos o simplemente si se le ha despertado o agudizado el patriotismo. Lo cierto es que en la última semana Ceuta, Malilla y Santiago de Chile han entusiasmado, según he podido comprobar, a muchísimos españoles. Supongo que a Don Jesús también. Y lo ha expresado. Parece que con el asentimiento de la generalidad de los feligreses.

Me parece que es una anécdota menor. Lo importante es la sintonía entre el párroco y los parroquianos. Y esa es evidente. Haberla conseguido hasta tal extremo es mérito de Don Jesús. Cierto que hay tierras áridas y fértiles. Cuando él llegó la de Pozuelo no era mala pero tampoco extraordinaria. Él y sus sacerdotes la roturaron, la abonaron, la plantaron, la regaron y hoy es un vergel. Ese es su mérito y su hazaña. Haber levantado la mejor parroquia de España.

Creo que tengo mucha autoridad para decirlo porque ya os he dicho que no soy de lo que podríamos llamar sus amistades. Jamás estuvo Don Jesús en mi casa ni yo en la suya. Nunca hemos comido o cenado juntos los dos. Alguna vez, muy escasas, formando parte de algún grupo numeroso. El coro parroquial en el que canta mi mujer una o dos veces, una celebración familiar en casa de un amigo común y creo que nada más. Hablar sí lo hemos hecho en más ocasiones, aunque tampoco muchas. Saludarnos con afecto muchísimas. Cada vez que nos encontramos.

Qué habla una persona agradecida a Caná y por tanto a quien la hizo es evidente. Pero, salvo eso, creo que he sido imparcialísimo.
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