Ha fallecido quien por edad era el decano de los obispos españoles. Monseñor Peralta Ballabriga, obispo emérito de Vitoria.
Le conocí en Javier, siendo ya obispo emérito. Estaba espñéndido de salud y de capacidad mental. Y aún no había cumplido los setenta y cinco años que imponen presentar la renuncia. Tuve con él una conversación interesantísima. Y como le preguntara por los motivos de su renuncia, poco antes del fallecimiento de Pablo VI, me dijo que porque el nuncio Dadaglio no le permitía gobernar la diócesis. Que cuanto cura díscolo tenía gozaba inmediatamente de la protección del nuncio. Y como yo le dijera que el Papa que le mantenía falleció enseguida, me contestó que si él hubiera sabido del inmediato fallecimiento del Papa no habría renunciado.
Como me lo contó, lo cuento. Bastantes años después le vi en Zaragoza en una celebración en el Pilar. La oficiaba Yanes y le tenía a su izquierda. Con atributos episcopales. Me pareció verle enfermo. Con apariencias de parkinson. Ya no pude hablar con él.
Se ha ido un buen pastor. Con su marcha, Vitoria se ha precipitado en la ruina. Primero con Larrauri y después con Asurmendi. Vaya desde aquí mi adiós a un buen obispo. Y, aunque le he encomendado a Dios, estoy seguro de que ya le ha recibido en sus brazos amorosos como siervo bueno y fiel.
Que su intercesión en el cielo sirva para hacer el milagro de la resurrección de la que, hasta el final de su pontificado, fue una diócesis ejemplar.