No tengo nada que ver con la publicidad que insertan en mi Blog. No cobro un céntimo por ella. Ni directa ni indirectamente porque tampoco cobro nada de
Periodista Digital. No puedo incluir publicidad de lo que me parece bien ni rechazar la que me parece mal.
Ni que decir tiene que la que venís comentando me parece mal. Supongo, como alguien ya ha señalado, que cuando se trata de determinados temas aparece automáticamente publicidad relativa a los mismos. Seguramente por contrato entre la empresa y los anunciantes.
Creo que ante esto sólo tengo tres opciones. Protestar, cosa que ya hago públicamente ahora. Irme. O aguantarme. Pues protesto y me aguanto. Como se aguanta la Iglesia por abrirle su espacio dominical en Televisión con el famoso anuncio del condón. O el cardenal Carles que publica semanalmente un artículo en
La Razón que incluye en sus páginas anuncios de sexo.
Si escribo es para que me lean. Y eso aquí lo tengo asegurado. En enero llegará la visita siete millones. Creo, y eso me mueve, que estoy prestando un servicio a mi Santa Madre Iglesia. Y algo debo estar consiguiendo por lo que se cabrean los enemigos declarados de ella y los que quieren otra Iglesia completamente distinta de la que es. Pues eso es lo importante. No un anuncio que espero no moverá a ninguno de los lectores. Si a alguno le gusta eso ya se lo ha agenciado independientemente de esta publicidad. Que me parece absolutamente inútil. Pero allá ellos si quieren tirar su dinero así.
Entiendo que os desagrade. Pero no le deis mayor importancia. Porque no tiene mucha.