"Poneos en camino” (7.7.13)

1. Según la filosofía griega, la vida es un movimiento impulsado por la energía que sale del organismo. No es un movimiento que proviene de un agente externo, por ejemplo cuando el viento mueve las hojas de un árbol; es el movimiento que brota en la entraña misma del árbol cuya savia da vigor a las ramas coronadas por sabrosos frutos. La vida humana es también un dinamismo cuyo fundamento según la fe cristiana, es la presencia benevolente de Dios que a todo da vida y aliento. Como realidad dinámica nuestra vida continuamente se hace porque continuamente avanzamos en una historia cuyos tramos son siempre nuevos. Pero ¿ en qué dirección orientar ese dinamismo?

2. Jesús de Nazaret vivió una existencia humana, que se fue desgranado en un itinerario, como un éxodo, una salida continua de cualquier instalación en una seguridad del camino. Tuvo sus momentos de oscuridad y de tentación. Pero mantuvo su libertad para entregar hasta la propia vida en la confianza de que, ocurra lo que ocurra, Dios sigue siendo “Abba”, padre y madre, ternura infinita. En esa confianza es el Primogénito de los creyentes en quien los cristianos descubrimos no solamente la benevolencia de Dios sino también la puerta, el camino para realizar nuestra vocación humana.

3. Hoy el Espíritu está pidiendo a la comunidad cristiana que despertemos a esta vocación: “no llevéis talega, alforja no sandalias, no os detengáis mientras vais de camino”. Según el evangelio, Jesús dio esta consigna a “setenta y dos”; una cifra que bíblicamente significa la totalidad de sus seguidores. Y los mandó ir “a todos los pueblos y ciudades”.

Todos los bautizados somos hoy enviaos, como miembros de la humanidad, que desde el evangelio, hemos tomado conciencia de esta vocación que se ha hecho realidad en Jesucristo. Para ser testigos creíbles tenemos que concretar en nuestra propia existencia esa conducta de Jesús que se oscurece por la instalación institucional o personal. Con razón lamentamos la instalación de formas y funcionamientos eclesiales. Pero esa instalación que desfigura las estructuras, responde a una instalación de las personas. Podemos seguir personalmente muy instalados en nuestras falsas seguridades, incluso sie do muy agudos para denunciar las deformaciones innegables en las organizaciones de la Iglesia. Pero el evangelio invita hoy a que cada uno y todos nos pngamos en camino; y este camino es Jesucristo. Sólo en esa práctica personal del seguimiento podemos encontrar sentido para nuestra vida y así con nuestra forma de vivir ser sal con sabor en esta sociedad humana que es la nuestra.
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