Primer mensaje del Papa Francisco

El compartir con todos desde Dios como único Centro, implica un corazón misericordioso que se deja impactar y se conmueve ante el sufrimiento de los arrojados fuera, los excluidos, los insignificantes, los que no tienen ni saben ni pueden. Alterado por el rostro humillado del otro, pone a su servicio cuanto es y cuanto tiene. La opción preferencial por los pobres no es invento de nadie; brota espontáneamente de la fe cristiana o encuentro con Jesucriosto, Dios-con-nosotros, ternura infinita, misericordioso y defensor de los pobres.
En nuestra sociedad española estamos sufriendo el desagarro destructivo de la codicia, la corrupción, la fiebre posesiva, insensible ante la creciente, sufrida e indefensa mayoría que se ve amenzada en su seguridad económica y sin salida. Con asombro y desconcierto, porque ni siquiera puede confiar en la justicia, uno ve cómo personas y familias sufren silenciosamente la indigencia sin que nadie las atienda, y se pregunta: ¿quién defiende a estos pobres cuando estamos viendo que la misma legalidad es injusta?
El evangelio no dice que el samaritado de la parábola fuera "bueno". Sencillamente era "un samaritano", desviado de la religión según los judíos y por tanto despreciable. Sin embargo, acernándose al expoliado junto al camino y optando por su corazón con cuanto era y tenía, señala por dónde tiene que ir el verdadero cristiano. En esa dirección percibo el primer mensaje del papa Francisco.