Sentimientos humanos y religión (13.10.13

En Palestina de aquel tiempo la lepra era una enfermedad bastante corriente, y en la tradición bíblica significaba una especial marca de maldición. Por eso los leprosos eran expulsados de las ciudades, no se permitía trato alguno con ellos y, si se curaban, debían presentarse a los sacerdotes para que certificaran la curación y les declarasen legalmente puros. Jesús curó a diez leprosos y les mandó presentarse a los sacerdotes. Pero sólo uno volvió a darle gracias.

1.Judíos y samaritanos estaban reñidos. Sin embargo en la enfermedad no hay distinciones. Según el evangelio se acercaron a Jesús “diez leprosos”. Sólo después se dice que uno era samaritano. El dolor y el sufrimiento es algo tan humano que a todos nos une.

2.Jesús lamenta la falta de sentimientos humanos: “han sido curados diez ¿los otros nueve dónde están?”. En otros tiempos, según cuentan, los sentimientos de ayuda mutua y agradecimiento han tenido especial relevancia. Pero cada vez más estamos entrando en una cultura donde sólo vale lo que se gana y se paga, con el peligro que se diluyan la gratuidad solidaria y la gratitud, sentimientos y actitudes que realmente garantizan un sano humanismo.

3.Curiosamente, según la parábola, el único de los diez leprosos curados que regresa para dar gracias a Jesús, es “un extranjero”, un samaritano, que ni es religioso judío ni cree para nada en la legislación excluyente de los leprosos. En este suceso vemos algo similar a la parábola del samaritano: mientras los que van al templo dan un rodeo para no atender al hombre caído, el samaritano que no practica la religión ni va al templo, atiende con total gratuidad al expoliado. La práctica religiosa, especialmente la celebración eucarística, tiene que ser expresión y fuente de una vida solidaria que respire sentimientos de gratitud al sentirnos gratuitamente amados y suscite prácticas de solidaridad.
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