LA IGLESIA NO ES UN GHETTO

  1. Están en el lago de Tiberíades.

         El pasado domingo veíamos cómo los discípulos estaban en el cenáculo encerrados y con miedo. Hoy están ya afuera, en el lago (el mar es siempre lugar de riesgos y peligros). La Iglesia naciente se ha abierto.

         Están en el lago “Tiberíades” (de Tiberio, emperador romano). Lo normal hubiese sido que hablaran del lago de Galilea, pero quieren subrayar el aspecto de paganismo en el que se encuentran.

         Aquella iglesia naciente no se lamenta de la situación: ¡qué mal estamos!, ¡cuánta secularización y ateísmo tenemos! ¡La gente se ha ido y las iglesias están vacías! No es esa la actitud de Pedro y de la iglesia naciente; enseguida Pedro dirá: voy a pescar. El lugar del evangelio es el mundo, la sociedad, si se le quiere llamar paganismo, pues el paganismo. Ser cristiano es vivir abiertos, en la sociedad, en diálogo con el mundo, con la vida, las gentes, la cultura, la política, etc. Eso es la Gaudium et Spes del Vaticano II: la Iglesia en el mundo.

  1. Nuestra idea de iglesia.

         Nosotros tenemos una concepción de iglesia casi exclusivamente jerárquica y clerical.

Cuando nosotros pensamos o preguntamos: qué dice la Iglesia acerca de un determinado problema: del divorcio, del aborto o lo que fuere, estamos pensando en que dice la jerarquía, el papa, el obispo acerca de tal cuestión. No pensamos en lo que dice el pueblo de Dios, que no puede decir nada, sino que tenemos in mente lo que dice la Jerarquía... Pero Iglesia no es sola y exclusivamente la jerarquía, los obispos, la conferencia episcopal, los curas, etc. Iglesia somos todo el pueblo de Dios.

         La Iglesia es la presencia de Cristo en la historia a través o por medio de los creyentes. Esta es la idea de la Iglesia como sacramento: la Iglesia es la comunidad de creyentes que continúan haciendo presente a Cristo en la historia.

         Todos los creyentes, mejor o peor, hacemos presente a Cristo en la vida.

         Todos somos Iglesia.

  1. El dichoso poder.

Pedro tiene una cierta relevancia en la vida eclesial: toma la iniciativa de ir a pescar (v 3), se echa al mar (v 7), saca la red llena de peces (v 11), por tres veces dirá al Señor que le ama, que es su amigo: un juego de palabras entre ágape y filia: amor y amistad.

La autoridad en la Iglesia viene del amor y es para apacentar, para pastorear la comunidad.

Posiblemente como evocación de las tres negaciones de Pedro, ahora Jesús, antes de encargar a Pedro la tarea de apacentar la comunidad le pregunta tres veces si le ama: ¿Pedro, me amas?

La autoridad proviene y se ejerce desde el amor y con amor, o si no se convierte en un despotismo tiránico, como tantas veces hemos visto en la historia de la Iglesia y también en algunas iglesias locales hoy en día.

Dice la 1ª carta de Pedro (5,2-3):

Cuidad de las ovejas de Dios que os han sido confiadas;hacedlo de buena voluntad, como Dios quiere, y no como a la fuerza o por ambición de dinero. Realizad vuestro trabajo de buena gana, no comportándoos como si fuerais dueños de quienes están a vuestro cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos.

         En la iglesia de JesuCristo la autoridad no es el poder que emanan unas elecciones, sino el servicio a la comunidad proveniente del amor.

         Por otra parte apacentar el rebaño no es dominarlo.

  1. No pescaron nada

No pescaron nada y la razón es evidente: estaban de noche y Cristo no estaba con ellos.

         Que no se nos olvide -que se nos ha olvidado- que lo más importante, lo único decisivo en la Iglesia es Cristo: infinitamente más importante que las estructuras, los curas, las Unidades Pastorales, la jerarquía, los ritos y las leyes, más decisivo que todo eso, es Cristo.

         Una Iglesia en la que se da una dialéctica del poder, o una búsqueda de los puestos, una iglesia en la se discute quién manda aquí, o cuestiones menores como una absolución general o particular, la misa así o asá, es una iglesia en la que Cristo queda relegado y, por tanto, “no tienes que ver nada conmigo” (Jn 13). Si eso sigue así, seguiremos sin pescar nada.

  1. vv 3-5. estaba ya amaneciendo … jesús se presentó … ¡es el Señor!

         La luz es Cristo, donde hay luz está Cristo o donde está Cristo, hay luz.

Donde una persona y una comunidad buscan caminos para la luz y la Verdad, Cristo está ya está muy cerca.

No hay gente en las iglesias, no hay seminaristas, ni vocaciones... A lo mejor es que Cristo no va en nuestra barca.

Tal vez en la iglesia no hemos llegado a decir, como Tomás, ¡Señor mío uy Dios mío! o, como el discípulo amado: ¡es el Señor!

Quien es decisivo en la Iglesia, -y en la vida-, es Cristo.

Amanecerá en la Iglesia y en nuestra vida, la pesca será abundante cuando el Señor se haga presente en la vida.

¡Cuánta paz infunde en el alma “ver y estar con el Señor”: ¡es el Señor!

  1. vv 9-10 En la orilla del lago les está esperando el Señor y en unas brasas les está preparando pan y pescado. es la eucaristía. las brasas.

         Este relato del lago es una Eucaristía. Cristo celebra la Eucaristía con los suyos. Cristo es el pan de Vida. Cristo es la Vida y el calor (las brasas) de la comunidad. Una comunidad cristiana, un grupo en el que Cristo está presente, tiene Vida y nadie pasa necesidad.

Lo de las brasas tiene su retranca y su ternura: está resonando la noche de la pasión del Señor, cuando Pedro niega a Jesús tres veces: hacía frío, los soldados romanos hacen fuego ya había unas brasas, (Jn 18,18). Resuena también el atardecer de Jesús con los dos de Emaús al calor del hogar.

Las brasas de Cristo son calor y vida.

¿Y qué otra cosa debería ser la iglesia, sino recordar a Cristo y Eucaristía?

Jesús se acercó, tomo el pan en sus manos y se lo repartió.

barca

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