Ha amanecido la Vida defintiva

  1. Greco

    Nueva Creación.

El evangelio de este hermoso -decisivo- acontecimiento de Pascua evoca el primer día de la semana, el primer día de la creación y de la vida.

En el Génesis Dios concluyó la obra de la creación. Ahora, con la resurrección de Jesús concluye la nueva humanidad.

Adán cayó en un profundo letargo y del costado –costilla- de Adán comenzaba la vida de la humanidad (Eva) (Gn 2,21), ahora Jesús inclina su cabeza, que es como una dormición (muerte) y de su costado comienza una nueva humanidad: la Iglesia. Al pie de la cruz teológicamente nace la Iglesia representada en la madre de Jesús y el Discípulo Amado (todos los discípulos amados de la historia), y sobre ellos cae agua y sangre: el bautismo en el Espíritu. (Jn 19,25-35).

El “todo está consumado” de Jesús rememora la conclusión de la creación por Dios. Vio Dios lo que había creado y era muy bueno. Jesús ha terminado la tarea de una nueva creación, una nueva humanidad.

  1. El primer día de la semana, al amanecer - estaba oscuro.

María Magdalena va al sepulcro al amanecer, sin embargo el relato resalta la escena diciendo que era de noche, (“en tinieblas”, dice el texto original). La contraposición luz / tinieblas tiene gran significado en el evangelio de san Juan y en todos los tiempos y situaciones: amar la luz, la verdad es salir de la noche y de la mentira. Quizás también hoy estamos culturalmente en tinieblas.

Aunque JesuCristo ha resucitado (la losa estaba quitada: Cristo no está en la muerte), Magdalena, va a encontrar a Jesús muerto, con la buena intención de tratar, embalsamar el cadáver, así como también y recordar a Jesús.

Sin embargo ha amanecido, es de día, hay luz, hay vida.

También hoy en día es de día, existe la luz, pero estamos en una noche cultural, ética, en un ocaso eclesiástico, (al menos en muchos ámbitos y diócesis de occidente).

No es menos cierto que también hoy hay creatividad, búsqueda de paz y pacificación, en esta pandemia la ciencia busca la vida. Hay caminos y salidas tanto personales como comunitarias.

  1. Magdalena (y los discípulos) echan a correr.

         María Magdalena no se queda quieta ante la muerte de Jesús. Ella vio, contempló la muerte de Jesús el viernes a mediodía, pero en la muerte no “ve” a Jesús, no está en la muerte. ¿Dónde está? ¿Qué hay tras la barrera de la muerte? ¿Todo ha concluido en el fracaso? No sabemos dónde han puesto al Señor.

         También a nosotros nos acosan estas cuestiones: ¿qué hay tras la barrera de la muerte? ¿Dónde están, -si están- nuestros difuntos?

Magdalena vuelve corriendo al grupo, a la comunidad. Se trata de la comunidad cristiana, porque es en la asamblea eclesial donde vivimos nuestros fracasos y decepciones, también nuestra fe y esperanza. No somos islas, vivimos comunitariamente: pueblo, iglesia.

Posiblemente es también nuestra situación y quizás la situación cultural y eclesiástica, que se quedan quietas, bloqueadas, sin correr los caminos de la búsqueda de la verdad y de la vida. Vivimos enquistados en el pesimismo y la pereza de un triste realismo, en el abatimiento de la desesperanza, de la desilusión, de la muerte: “nos pueden”. No vemos más allá de los signos externos del fracaso en sus variadas expresiones; el pesimismo nos embarga, la pandemia, las guerras, la triste situación eclesiástica etc.

Quien ama la vida corre y busca caminos.

  1. El Discípulo amado y Pedro

Los dos discípulos son significativos. Pedro y el Discípulo Amado corren. Simón Pedro (símbolo del poder) y el discípulo a quien quería Jesús (símbolo del amor del Señor). Los dos corrieron.

         Este texto tiene un gran movimiento:

         María Magdalena corre hacia el grupo.

El discípulo Amado corre al sepulcro y llega primero. El amor (todo Discípulo Amado) corre por llega a la fe en la Vida..

Pedro, más lento, también llega.

El hombre: ser inquieto: espiritual

La vida es movimiento, inquietud, búsqueda, horizontes.

Los caminos, las búsquedas intelectuales, las salidas a los problemas como la verdad, la libertad, la paz-pacificación, crisis económica pertenecen a la condición humana.

¿Qué otra cosa, si no, es el Éxodo y Emaús, los esfuerzos teológicos, culturales, científicos, políticos? Ante los fracasos y barreras, el ser humano corre, busca salidas, no se conforma, no se adormece.

No es postura muy humana, y menos cristiana este atrincheramiento y “enrocamiento” eclesiástico que estamos viviendo en muchas diócesis impregnadas de sospechas, bloqueos y placajes pastorales, teológicos, eclesiásticos. Salgamos corriendo hacia la luz, hacia la vida, hacia la libertad.

  1. Feliz Pascua.

         Desde la mañana de Pascua se abre una nueva vida para el creyente, para el que corre, vey cree.

         El momento cultural que nos toca vivir no es especialmente alentador: hay muchas vendas, muchos sudarios, sufrimiento, muerte, abatimientos, depresiones, paro, decrepitud moral, “losas eclesiásticas” etc.

         Es el amor, el Discípulo Amado, el que intuye, cree en la vida. El amor abre, el miedo repliega y cierra. Quizás celebrar la Pascua signifique una invitación a vivir desde otros criterios más abiertos y profundos que los meramente autoritarios, disciplinares, legales.

         Es razonable, es creativo construir la vida desde los valores del Reino de Dios, de la Vida de Cristo. Esto es válido para nuestra vida personal, familiar, eclesial, política.

         Tenemos prisa -corrieron- por vivir. La vida no espera, siempre tiene -no ansiedad- sí prisa

Desde la Resurrección del Señor:

Feliz Pascua y corramos hacia la vida.

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